En Chile, uno de los motivos de consulta medica frecuente es por el síndrome de intestino irritable, comúnmente conocido como colon irritable, el cual tiene una prevalencia en las mujeres de mediana edad. Esta condición, muchas veces inhabilitante, se caracteriza por dolores abdominales que vienen acompañados desde estreñimiento hasta cólicos, ruido intestinal o, incluso, síntomas de reflujo. “Cuando las personas tienen este diagnostico no saben qué comer”, especifica la nutricionista de la Clínica las Condes, Giselle Muñoz. “Y cuando esto ocurre se empiezan a tener una ingesta de alimentos muy desequilibrada o las pacientes terminan comiendo solamente pollo y arroz, ya que muchas veces sienten que hasta el agua los hincha”.

Según explica la nutricionista, en cualquier caso los alimentos no son la causa de la enfermedad, sino el factor desencadenante de los síntomas, ya que los pacientes que sufren de esta enfermedad suelen tener una menor absorción de carbohidratos de cadena corta, es decir, FODMAPs. Estos presentan una serie de características particulares importantes en el origen de síntomas en colon irritable: son osmóticamente activos, es decir, cuando están presentes en la luz intestinal estimulan la movilización de grandes cantidades de agua, lo cual produce distensión y dolor abdominal y deposiciones de consistencia disminuida. Además, se absorben con dificultad en el intestino delgado y son rápidamente fermentables, por ende, producen gases.

Su dieta consiste en una ingesta baja de alimentos que contienen fructosa (mayoritariamente presente en frutas, jugos, miel), lactosa (presente en leche de vaca, oveja y cabra), galactanos (frijoles y lentejas), fructanos (trigo, centeno o cebada) y polioles (o alcoholes de azúcar). Con esta dieta se ha observado que a la gran mayoría de los pacientes se les disminuye de forma significativa los síntomas, mejorando así su calidad de vida. Ahora, según especifica la nutricionista, debe ser un especialista capacitado quien planifique el régimen, ya que un mal manejo podría generar deficiencias de micronutrientes importantes.

“Debe ser un nutricionista quien dirija la dieta para poder entregar el material educativo, las recetas y planes de alimentación baja en FODMAPs”, explica Guiselle, porque de esta forma la o el tratante se encargará de supervisar y poco a poco volverá a introducir los alimentos en la dieta a fin de determinar qué alimentos puede comer y cuáles debe evitar completamente. Generalmente durante las primeras semanas los pacientes comienzan a sentirse mejor.