Estilo de vestir que privilegia los colores intensos y las superficies lustrosas y brillantes para destacar las formas y movimientos del cuerpo al interactuar con las luces de las salas de fiesta. El término deriva del francés discothèque. Es empleado en ese país, durante la Segunda Guerra Mundial y en plena ocupación alemana, para denominar a aquellos clubes nocturnos que -en un contexto de dispersión de los grupos- reemplazan la música en vivo por melodías grabadas. La cultura disco se vincula a un modo de una vida glamoroso fundado en la evasión y la idea del baile como espectáculo.
Origen
La emergencia del disco se remonta a comienzos de los 70, momento en que el funk negro estadounidense, su antecedente inmediato, ocupa un lugar destacado en la oferta de música popular. Hacia 1973, los conjuntos de tops cortos de lúrex con escote halter y los pantalones pata de elefante provistos de detalles brillantes, acompañados de sandalias con plataformas, plateadas o doradas, y melenas afro constituyen el look predilecto de las cantantes asociadas a dicha estética. Adoptan, asimismo, vestidos largos de lamé estampados con motivos psicodélicos cuyas mangas amplias incorporan largos flecos de pedrería.
Tendencia
El estilo disco se integra a las tendencias de moda luego del estreno, en diciembre de 1977, de la película Fiebre de Sábado por la Noche. Por otra parte, la inauguración de la emblemática discoteca Studio 54, en Nueva York, favorece su difusión entre la elites blancas y su rápida inclusión en las colecciones de diseñadores. Abundan los vestidos de jersey de seda o de punto sintético, con el talle marcado y una falda amplia hacia el ruedo. La mayoría suma un escote que descubre parte de los hombros y remata en un gran volante. Otros strapless se afirman gracias a un elástico que recoge el contorno a la altura de las sisas o bien mediante finos tirantes de strass. Sin embargo, el vestido disco por excelencia es el modelo envolvente, escote en V, creado por Diane von Fürstenberg.