Agosto es el mes de la minería y si bien los últimos años se han publicado artículos que hablan de una mayor incorporación de la mujer en este rubro, e incluso de que se han roto barreras, lo cierto es que las cifras dicen lo contrario. En el ámbito laboral, la participación femenina en el país en la industria minera está entre un 8 y un 9%, a diferencia de Canadá o Australia que rondan sobre el 19,6 y 13,2% respectivamente. Así lo señala la última medición hecha en julio de 2020 por el Consejo Minero que no solo revela esto, sino además, si se desglosa ese 8%, solo el 9,4% de las mujeres que están en la industria lo hacen en cargos en los que se permita la toma de decisiones como dirección, gerencias, sub gerencias, superintendencias y jefaturas. Esto en un contexto en el que se ha establecido –y así lo dijo la Comisión Nacional de Productividad– que el avance de la igualdad de género en Latinoamérica en minería promovería un incremento del 14% del PIB.
Según la vicepresidenta de la ONG Women in Mining Chile, Carla Rojas, si bien la desigualdad de género está presente en todas las áreas de la sociedad, hay ciertos sectores donde la brecha es aún más notoria. “Las carreras en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son uno de los ejemplos más claros donde las mujeres han tenido menos oportunidades y más barreras”, dice. Y agrega que “actualmente se pronostica que con la digitalización se crearán más de un millón de empleos en los próximos cinco años, de los cuales un gran porcentaje será para profesiones basadas en habilidades STEM. Pero según el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, en Chile solo 1 de cada 4 matrículas en esta área en 2018 son de mujeres”.
La baja participación femenina tiene que ver con algunas variables como los estereotipos dado a que es una industria que históricamente se ha asociado a los hombres. El machismo, producto de lo anterior, la escasa red de apoyo de las mujeres, la sobreprotección del trabajador minero hacia la mujer, la invisibilización de acciones de las mujeres y la responsabilidad femenina en la maternidad. Según algunos estudios que se han realizado entre las principales barreras a la incorporación de la mujer en la minería están la discriminación en las etapas de reclutamiento y selección, la falta de infraestructura básica, la subestimación de aspectos físicos de la mujer en las labores habituales, la falta de desarrollo de carrera al interior de la organización y la ausencia de mujeres en cargos de operación y mantenimiento minero.
“Muchas veces cuando hemos realizado estos informes lo primero que nos dicen es que las mujeres no estudian estas carreras, pero hicimos un recorrido por las universidades y vimos que, en promedio, hay un 25% de mujeres que estudian carreras relacionadas, porcentaje que está lejos del 8% de participación femenina, y que por tanto no está representado”, dice Rojas. “Conocemos casos de mujeres que terminan estudiando otra carrera porque no ven la posibilidad de ingresar. Recuerdo una que estudió Ingeniería en Minas, pero como nunca la ascendieron a supervisora, decidió estudiar Ingeniería Civil Industrial para cambiarse de industria. O pasa también con las practicantes, que salen de la carrera y no encuentran práctica, experiencia que es muy distinta en el caso de los hombres y que hemos observado desde la ONG. Hay una discriminación de genero que es bastante explícita”, agrega.
Pero para Carla hay otro tema que es aún más complejo y que tiene que ver con el acoso. “En la industria minera un 98% de las mujeres de entre 25 y 35 años dice haber sufrido algún grado de acoso sexual. Así lo confirmamos en un reciente estudio en el que también se determinó que el 20% de las mujeres percibe que el saludo ha sido de un modo en que ellas nos están de acuerdo, un 45% comenta que le han hecho bromas de doble sentido; un 41% que le han silbado o le han dicho piropos y a un 29% le han hecho comentarios de su cuerpo”, dice.
“Hay un tema cultural importante ya que el acoso además suele ir acompañado de otros tipos de violencia, como la violencia física, verbal y otro tipo de humillaciones”, agrega Carla, quien además señala que cualquier tipo de acoso, desde un piropo hasta la violencia física trae consigo un daño importante en la dignidad de la persona que está siendo abusada y es el causante de que muchas mujeres abandonen sus trabajos y este rubro.
Según Rojas, la promulgación de la ley 20.005 que tipifica y sanciona el acoso fue un avance, pero al menos en esta industria queda mucho por hacer en prevención. “El sistema cultural tiende a naturalizar las situaciones de acoso sexual y en minería, al ser una industria muy machista, es común que las mujeres frente a una situación se acoso se encuentren con respuestas como que están exagerando”, cuenta. Por eso –agrega– es importante que se visibilice este punto, porque sin duda será un gran aporte para que más mujeres se atrevan a hacer carrera en la minería.
Hay empresas multinacionales que han hecho esfuerzos por aumentar la participación de mujeres en la industria y que están marcando tendencia. Carla cuenta que uno de los avances es que hasta 1996 por ley las mujeres no podían entrar a las minas subterráneas. “Existían mitos también arraigados en la cultura también, como que las mujeres traían mala suerte en la mina. Pero pese a que las mujeres ingresaron hace poco, para un estudio que hicimos encontramos que en el Censo de 1920 ya 33 mujeres se declaraban mineras”, cuenta. Por eso insiste en que los desafíos deberían estar puestos en sensibilizar a las escuelas, institutos técnicos y universidades, y en materia pública trabajar en una ley de incorporación de mujeres en la minería. “También podríamos partir por cambiar el “mes del minero” por el “mes de la minería”. El lenguaje también es un aporte”, concluye.