Divorciada, decidí ser madre mediante fertilización in vitro

columna de maternidad Paula



“Tu hijo se llamará Santiago”. Ese fue el pensamiento que tuve 15 días antes del procedimiento. Implantaron el embrión el 7 de mayo. El 17 de mayo, ya estaban tomando la muestra de sangre para llamarme más tarde y decir: “Catalina, ¡estás embarazada! Tienes 4 semanas”. Y así, empecé esta aventura que ya lleva 26 semanas contigo en mi barriga.

Te mueves como un atleta en plena competencia y no me dejas comer demasiado, porque me provocas náuseas 24/7. Me haces dormir también muchísimo. Ya espero con gran alegría verte. Tenerte en mis brazos será como un viaje a otro planeta. ¡Alucinante!

Tu papá es el donante 07156 del California Cryobank. Supongo que tampoco fue fácil para él tomar esa decisión. Aunque no lo conozco, lo escogí porque sus características físicas se asemejan a las mías, sus intereses intelectuales también, y sus valores personales y morales parecen haber guiado su vida de manera positiva. No sé si los valores se heredan de esta forma, a través de un in vitro, pero si algún día tuvieras interés en conocerlo, ya siendo mayor de edad, pensé que eso sería importante. La expresión artística en su perfil me dio esperanza; es el boceto de un cohete despegando hacia el espacio, un símbolo que resume toda la magia y dificultad de este proceso.

A los embriones congelados a veces los llaman “niños del hielo”. Escuchar ese término me hizo esperar más de un año antes de tomar la decisión de partir con este camino in vitro. Viniendo de una familia tradicional católica y siendo una romántica, siempre pensé que tendría un niño producto del amor, no del hielo.

Estuve más de un año indecisa entre elegir un donante en la web del banco de esperma o seguir buscándote un padre en aplicaciones de citas. Esta última opción me llevó a dar muchas vueltas y experimentar un verdadero golpe emocional. Me hizo cuestionar si tal vez no querías venir al mundo, o si tal vez, las circunstancias no eran las adecuadas para que llegaras a mi vida.

Después de estar casada por 12 años, ya había olvidado la dinámica de la conquista. El divorcio a mis 38 años me dejó con menos confianza en el amor. ¿Qué es el amor, realmente? ¿Un pensamiento, un sentimiento, una decisión? Seguramente, cuando te vea, será todo el universo comprimido en tu sonrisa, un recordatorio de que el amor verdadero puede surgir en las circunstancias más inesperadas.

Tengo claro es que cada patadita tuya me confirma que valió la pena cada obstáculo y cada paso de este camino, y que, sin importar cómo llegaste, serás profundamente amado.

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* Catalina es lectora de Paula y nos compartió su historia a través del mail hola@paula.cl. Si como ella tienes una historia que contar, escríbenos, ¡queremos leerte!

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