Doctor Who: Una invitación a conocer a las personas
Doctor Who es un alien quien, con la compañía de compañeras y compañeros humanos recorre el tiempo y el espacio dentro de la Tardis, su nave con apariencia de caseta policial sesentera. Es todo un referente de la cultura inglesa, pues existe desde 1963, pero gracias a la capacidad del Doctor para regenerarse en un nuevo cuerpo, se ha podido mantener en el tiempo personificado por distintos actores y, más recientemente, una actriz.
Su raza, los Time Lords, ya no existe, está solo en el mundo, y su motivación en la vida es ayudar a los humanos y demostrar que, aunque ni nosotros mismos lo creamos, valemos la pena ser salvados.
En su tercera encarnación, el Doctor pasó mucho tiempo exiliado en la Tierra, tiempo en que nos pudo conocer más en profundidad. Pero más allá de eso, ve como constantemente los humanos no nos estamos haciendo cargo de nuestro potencial, y que en vez de construir destruimos. Para él, somos inherentemente buenos y luchamos cada día por sobrevivir, pero en el intertanto arruinamos nuestras oportunidades.
Al mismo tiempo, la serie da cuenta de la complejidad humana ¿Somos tan simples como nos vemos? En uno de sus capítulos más lindos, Doctor Who y su acompañante Amy Pond viajan al pasado para conocer a Vincent Van Gogh, poco antes que se suicidara. Ven su alma atormentada por el rechazo de su comunidad y su incapacidad de vender su arte, por lo que lo traen al presente, a un museo donde en un tour se habla sobre su genio y su aporte a la cultura mundial. Aún así, a las semanas de haber vuelto a su propio tiempo, se suicida.
Doctor Who aborda temas como el envejecimiento, pérdida de seres queridos, amor y desamor, inequidad y muchos otros, que pareciera que son más fáciles de digerir cuando se nos presentan a través de la ficción ¿A qué se debe el éxito de este doctor sin nombre? Precisamente a eso.
Siento que algunas personas formamos en nuestros cerebros mecanismos de defensa, que actúan como filtro a la hora de enfrentarnos a situaciones difíciles. Mientras hay quienes prefieren que se les explique todo de frente, existimos otras que tenemos más problemas a la hora de pararnos ante una realidad adversa y rehuimos de ella.
Y en Doctor Who, una serie con alienígenas, robots amargados, viajes en el tiempo y el espacio y rostros estirados que deben ser humectados cada minuto, todos estos temas de los que escapamos están presentes, pero de una forma que no asusta. No es que se trate de una forma inmadura de ver el mundo o que necesitemos que nos endulcen todo. Pero me pasa que a veces la ficción ha resuelto de mejor manera lo que en la realidad se ve más enredado.
Doctor Who nació como una plataforma para enseñar a los niños sobre las ciencias naturales y la historia, pero hoy es un producto para todo espectador. El doctor aparece en su Tardis en el patio, en el parque o tocando la puerta de la casa de sus acompañantes, quienes hasta ese momento jamás habrían sospechado de su existencia ni de todo el universo infinito que trae detrás. Y siento que darle una oportunidad a esta serie, que ha cautivado a miles de personas alrededor del mundo, es como abrirle la puerta al doctor, o salir a encontrarlo en la terraza. Todos y todas tenemos algo que aprender, no creo que haya una edad en la que ese sentimiento expire.
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