“Es una enfermedad prevenible, eso suena hermoso, pero la realidad es que la prevención aun es insuficiente en nuestra actualidad. La inmigración de mujeres que no han acudido a un servicio de salud, la sobrecarga en los consultorios y hospitales, la falta de acceso a todos los sectores en materia de educación en prevención y autocuidado en las etapas tempranas de vida, etc. se refleja en que mueren al menos dos mujeres diariamente por un enfermedad prevenible y potencialmente curable cuando se diagnostica precozmente”, dice la doctora Carolina Ibáñez apenas asiente a ser entrevistada para conversar sobre el cáncer cervicouterino.
Médico-cirujano de la Universidad de Concepción, especializada en medicina interna en la Universidad de Valparaíso y en hematología-oncología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, la doctora es también integrante del Centro para la Prevención y Control del Cáncer (Cecan), es directora del grupo Gine-Oncología de la Sociedad Medica de Cancerología y miembro SCOM. Para ella, esa palabra es clave: prevención. Solo así se podrán cambiar las cifras actuales.
“Según la OMS, en 2022 el 94% de las 350.000 muertes por cáncer cervicouterino se presentaron en países de bajos y medianos ingresos, y Chile no está lejos de eso: 11 casos cada 100.000 habitantes es su incidencia y su mortalidad es de 5.2 personas por cada 100.000 habitantes”, comenta la experta. “Y probablemente esta estadística va a aumentar” lamentablemente no tenemos registros fidedignos de nuestra realidad, pero es clara la impresión de los oncólogos a nivel nacional del importante incremento de este diagnóstico en nuestra población.
-¿Por qué?
-Porque las mujeres dejaron de hacerse su testeo, porque falta más información sobre cuál es nuestra población vacunada contra el virus del papiloma humano (VPH) y porque tuvimos una pandemia que nos cayó como piedra, brutal. Modelos estadísticos publicados en revista The Lancet donde se analizaron cinco cánceres, estiman que Chile enfrentará un exceso de 3.300 muertes por cáncer entre 2022 y 2025, que aumentarán a más de 3500 para 2030 como resultado de los retrasos en el diagnóstico, entre los cuales está el cáncer cervicouterino.
-¿Cuáles son los avances más prometedores en materia de cáncer cervicouterino avanzado?
-El advenimiento de alternativas terapéuticas como la inmunoterapia ha cambiado la expectativa de vida de las pacientes. La asociación de inmunoterapia con quimioterapia logró en estudios clínicos un beneficio en el riesgo de reducción de muerte de casi un 40%, lo cual antes no lo habíamos visto. Muchos de nosotros estamos viendo pacientes con largas sobrevidas sin vestigios de enfermedad tumoral visibles por PET (Tomografía por Emisión de Positrones) u otra imagen, llevando una vida normal, algo impensado hasta unos 5 años atrás.
- ¿En qué sentido cambio la visión?
- En el caso de las pacientes con cáncer cérvico uterino avanzado se ha mostrado un beneficio donde más del 50% de las mujeres sobrevivieron a dos años del cáncer, tuvieron una reducción del riesgo de muerte de casi un 40% y nos vimos enfrentados a pacientes que habiendo terminado el estudio aún siguen vivas sin enfermedad en sus exámenes de rutina. Estamos hablando de sobrevidas que llegan a 5 años o más. Eso antes era insospechado. Claramente, esto es algo que cambió la forma de ver a las pacientes con cáncer cervicouterino y es un cambio en el paradigma de tratamiento y pronóstico a largo plazo. Sin embargo, es necesario hacer pruebas para identificar a las pacientes que se beneficiarán con este tipo de terapias, es importante remarcar este punto, no todas se pueden beneficiar de este tratamiento.
- ¿Qué otros avances se han logrado en los últimos años?
- Hay actualmente otras terapias en desarrollo y dado los resultados obtenidos en las etapas avanzadas, el tratamiento con estos medicamentos está siendo enfocado hacia las etapas más precoces del cáncer. Por ejemplo, en aquellas pacientes que se tratan con intención curativa con quimio-radioterapia en una etapa precoz, hay estudios cuyos resultados revelaron una importante respuesta al agregar inmunoterapia a la asociación de quimio y radioterapia. Se intenta lograr una mayor curabilidad sostenida en el tiempo.
- ¿Cómo evalúa usted estos avances?
–Esto la verdad es algo alentador, beneficioso, muy bueno para nuestras pacientes: podemos mejorar las expectativas de vida, sobrevida global y con muy buena calidad de vida. En nuestro centro hemos vivenciado lo que significa ver pacientes haciendo una vida plena con su familia, han vuelto a trabajar y cuidar de los suyos, algo que hace 10 años era casi impensable. Es algo muy relevante, las nuevas terapias están cambiando el futuro de las pacientes con cáncer cervicouterino avanzado, metastásico.
- ¿En Chile disponemos de esas terapias que usted menciona?
- El acceso aun no es equitativo en el sistema de salud. Están disponibles para aquellos que tengan acceso a un sistema que la pueda cubrir. Es importante recordar que no todas las pacientes se beneficiaran de terapias específicas y pueden requerir pruebas complementarias antes de iniciar tratamiento.
- Finalmente, ¿qué queda por avanzar en el tratamiento del cáncer cervicouterino en el país?
-Dejando de lado la prevención y la educación, que es lo principal, si ya estamos frente a un cáncer, tenemos que avanzar en acortar los tiempos entre que se sospecha un diagnóstico y el inicio del tratamiento. Un número importante de pacientes están llegando tarde, muy tarde, y llegan con cánceres muy avanzados, por lo tanto, estamos teniendo una mayor incidencia de pacientes con cáncer cervicouterino en etapas avanzadas e incurables. También queda avanzar en mejorar los accesos a terapias básicas como radioterapia. Por ejemplo, algunas pacientes tienen que viajar de una ciudad a otra para recibir un tratamiento de ese tipo.
Tenemos que avanzar en los accesos a terapias más avanzadas que pueden cambiar la sobrevida de las pacientes y la calidad de vida se ve muy mejorada, considerando que algunas de ellas requieren seleccionar a las candidatas a recibirla.
Y, por último, tenemos que avanzar en los cuidados posteriores, en los acompañamientos, tenemos que avanzar en la manera como apoyamos a las pacientes que padecen un cáncer ginecológico. Pueden estar o sentirse muy solas, muchas de ellas son madres y el sostén de la familia, en ellas recae toda la responsabilidad de los hijos, el mantenimiento de la casa y además están lidiando con un cáncer que es muy dramático y muchas veces las hacen sentirse estigmatizadas y poco valoradas. Como sociedad tenemos el deber de ser una fuente de acogida para nuestras pacientes y sus familias, debemos trabajar como unidad y dejar de hacerlo en solitario.
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