A estas alturas no es novedad que las personas pasamos varias horas pegadas al celular sin tomar en cuenta el tiempo que perdemos en ello. La mayor parte de la atención se la llevan las redes sociales, y no necesariamente porque se trate de contenido feliz e interesante. Es más, el 2020 fue un año en el que especialmente recibimos una afluencia de información deprimente que invadió todos nuestros feeds, ya sea por las actualizaciones de la pandemia del Covid, por imágenes de injusticias raciales o particularmente en Chile, la violencia post estallido.
¿Por qué queremos seguir viendo este tipo de información? Este hábito de ver un flujo constante de negatividad ahora tiene un nombre oficial, y se le llama doomscrolling. Básicamente se trata de la tendencia a continuar navegando o desplazándose por las malas noticias, aunque nos entristezcan, sean desalentadoras o deprimentes. “Es como cuando alguien tiene alergia al chocolate, sin embargo, aunque sabe que no es una buena idea comerlo, no puede evitarlo porque le encanta. Con la diferencia que en este caso, en vez de provocar un malestar físico, afecta la salud mental”, explica el psicólogo Fernando Duarte. Dice que también tiene que ver un poco con el morbo. “El interés por lo mórbido o por ese lado más oscuro de la conducta humana siempre ha estado presente en nuestro cerebro, y por lo tanto, es propio del ser humano”.
Nina Vasan, psiquiatra, fundadora y directora ejecutiva de Brainstorm: The Stanford Lab for Mental Health Innovation en Stanford University School of Medicine y director médico de Real, una plataforma de terapia digital, ha estudiado este tema y en un entrevista para el sitio shape.com, planteó que el doomscrolling “pone tu mente en un espiral descendente de ansiedad y negatividad, y este ciclo es difícil de romper”. Dice también que la gente se desplaza fatalmente porque actualmente están en casa, sin las actividades regulares que tienden a mantenerlos alejados de teléfonos y computadoras. “Hemos perdido nuestros medios habituales de conexión y apoyo social, y estar en las redes sociales se siente como la única forma de estar conectado con el resto del mundo”.
Además, muchos simplemente quieren mantenerse informados sobre la pandemia. “Buscamos más certeza y control en un momento que, para muchas personas, es el más caótico de sus vidas. Existe la sensación de que algo positivo está a solo un clic de distancia y tal vez te haga sentir mejor o te dé una sensación de control, por lo que estás constantemente buscando encontrarlo. Pero en cambio, te bombardean con más y más información negativa”, agrega la experta.
Según Duarte, lo más negativo de este hábito es que nos puede llevar a que veamos todo como mucho peor de lo que es. “Recibir muchas noticias malas, especialmente al partir el día, puede predisponernos a estar enojados e improductivos el resto del día. Si constantemente hacemos scrolling con el objetivo de ver algo lindo, pero en cambio nos encontramos con más y más noticias negativas, es frustrante y eso repercute en nuestro ánimo”, explica. Agrega que es aún más complejo en personas que presentan cuadros de depresión y ansiedad, porque están más vulnerables.
¿Se puede detener el Doomscrolling?
Como nuestros niveles de estrés colectivo ciertamente no necesitan aumentar en este momento, los expertos sugieren algunas estrategias para romper este hábito.
- Limitar el tiempo en redes: usando un temporizador o las funciones de tiempo de pantalla integradas en los dispositivos de Apple y Google, se puede intentar controlar el tiempo en pantalla. Hay varios experimentos de personas que han intentado partir con un día sin redes y hacer un registro de cómo se modifican sus emociones.
- Buscar sitios positivos para leer: estar atentos a lo que leemos también es una buena estrategia. Si notamos que cada vez que entramos a un sitio quedamos con una sensación negativa, es mejor bloquearlo o dejar de seguir esa cuenta. Por el contrario, si hay algunos sitios con historias inspiradoras podemos añadir marcadores para que sea lo que nos aparece de manera prioritaria. Tiene que ver con estar lúcidos y hacer hacer un análisis de nuestros contenidos. No sólo navegar por inercia.
- Reemplazarlo por otra actividad: El Doomscrolling es una tarea sin sentido. Para evitar caer en ese estado de trance, se puede establecer como objetivo ser más conscientes de nuestra rutina diaria. Claramente no es fácil detenerlo, porque la tentación está siempre presente, pero si buscamos otras actividades para el tiempo de ocio, puede aumentar la probabilidad de éxito. “Es un ejercicio interesante cuando nos hacemos conscientes de cómo nos afectan las actividades que son parte de nuestra rutina. Por ejemplo, sé que después de comer o de hacer ejercicio me siento feliz; se puede hacer el mismo ejercicio cuando estamos frente al teléfono, tomar consciencia de cómo me estoy sintiendo en ese momento. Si reconocemos que la emoción que nos surge es negativa, entonces es un indicador para que hagamos un cambio”, concluye Duarte.