Hace algunas semanas mientras Carolina (26) estaba en el baño, notó que tenía un flujo vaginal distinto al de semanas anteriores. Tiene 18 semanas de embarazo y lo primero que hizo fue buscar en Internet qué podía estar pasando. Ahí se encontró con muchísima información, pero lo que la alarmó fue la posibilidad de tener una infección vaginal que –según leyó– es uno de los riesgos en el embarazo. Lo primero que pensó fue en partir a una urgencia porque faltaba por lo menos un mes para su próximo control, sin embargo, el miedo a contraer coronavirus en una urgencia la paralizó.
Aunque finalmente logró contactarse con su matrona, quien con algunas preguntas logró aclararle que se trataba de un cambio fisiológico normal del embarazo, Carolina siguió sintiendo ansiedad. “Soy primeriza y estoy llena de dudas. Me embaracé en medio de esta pandemia y por eso he tenido la mala suerte de que mis controles son menos frecuentes, lo que me tiene muy nerviosa, porque no sé si mi guagua está bien o si cada cosa nueva que me pasa es normal o no”, cuenta.
Así como Carolina, son muchas las embarazadas que se sienten poco contenidas en este proceso. “El embarazo en sí es un periodo bien ansiógeno, en general las mujeres están optimistas, pero a la vez preocupadas de su salud y de la salud de sus hijos ya que al no poder verlos se generan muchas más dudas que con los hijos ya nacidos”, explica Andrea von Hoveling Schindler, ginecóloga de Clínica Santa María y Hospital El Carmen de Maipú y directora de la Sociedad Chilena de Endocrinología Ginecológica (SOCHEG). La doctora cuenta que el control prenatal suele ser una instancia para preguntar. “Las mamás le escuchan los latidos a la guagua y te preguntan si la frecuencia es normal; las primerizas llegan con un listado de preguntas a cada consulta o ecografía, ya que es una instancia que les permite bajar los niveles de ansiedad”, explica.
El tema es que durante la pandemia dichos controles se han visto reducidos, tanto es su frecuencia como en su duración. “Se han mantenido los controles más importantes ya sea porque es momento de una ecografía fundamental o porque se acerca el momento del parto, y estamos trabajando para que no se vea ningún impacto en las cifras de salud materna y perinatal, que en Chile son buenas hace mucho tiempo”, explica Andrea. Sin embargo, reconoce que esa reducción ha tenido un impacto en el rol de acompañamiento y contención que necesitan las embarazadas. “El tiempo de conversación libre se reduce y estamos viendo a embarazadas más ansiosas por no tener espacios para aclarar dudas, lo que ha repercutido en que los síndromes depresivos posparto hayan aumentado”, agrega.
Esto también lo ha observado Magdalena Sanfuentes, psiquiatra perinatal del centro Ser Mujer. “El embarazo es una etapa de sensibilidad única en el ciclo vital de una mujer, que especialmente en el caso de las madres primerizas les genera una sensación de extrañeza y novedad y pueden ser vividos con una percepción de mayor o menor disfrute, sobre todo determinado por el contexto en el que se encuentra. En este sentido, la pandemia ha presentado un cambio radical en el escenario al que se ven enfrentadas las embarazadas, en donde han tenido que vivir más solas este proceso desde el punto de vista médico, por la disminución de los controles y el temor a que algo importante no sea detectado a tiempo, y también menos acompañadas por otras mujeres –la propia madre, hermanas o amigas–, que suelen apoyar y ayudar a entender los cambios propios del embarazo”. A esto se le suma la sensación de miedo al contagio y la incertidumbre por lo que pueda ocurrir en el parto, ya que en muchos casos aún hay lugares que no están permitiendo acompañante durante el nacimiento y la estadía en las maternidades.
Magdalena dice que en tiempos normales 1 de cada 3 mujeres desarrolla síntomas de depresión posparto y que la situación actual puede tener una incidencia mayor. “Cómo se vive el embarazo repercute en el parto y en el posparto, por eso es importante que las mujeres busquen el acompañamiento y la contención que necesitan en este periodo”, explica. Y agrega: “Han aparecido grupos de madres que de manera virtual hacen ese trabajo de acompañamiento. Es bueno que estén apoyados por un terapeuta y lo que hacemos es poner énfasis en potenciar los recursos que les permitan sentirse contenidas y que a su vez logren interpretar la situación actual como un espacio nuevo, pero no necesariamente más amenazante para tener una guagua. Que lo vean como un momento igualmente seguro y se conecten con esa sensación de tranquilidad que es importante para el desarrollo del embarazo, un parto normal y salud mental del posparto”.
Andrea concuerda con que aunque sea de manera no presencial, es bueno que las mujeres aclaren sus dudas respecto de los cambios fisiológicos que están viviendo, porque eso les permite sentirse seguras y bajar la ansiedad. “Para eso hay dos instancias importantes: una es asesorarse en su consultorio o en su clínica en cuanto a las políticas y protocolos de control prenatal en pandemia, porque no son antojadizos. Es decir, si se privilegiaron ciertos controles o ecografías por sobre otros, es porque es fundamental hacerlos durante esas semanas. En ningún caso está recomendado dejar de controlarse el embarazo ni tener los partos en la casa, porque ese control es lo que nos ha permitido bajar las tasas de mortalidad en niños y en madres. Y por último, si tienen dudas, buscar información. Hay gran actividad en redes sociales de parte de matronas, asesoras de lactancia, ginecólogas y organizaciones. Buscar información confiable les permite a las madres sentirse más tranquilas y vivir un embarazo seguro y placentero”, concluye.