“Sentí que les daría a las mujeres la confianza de poder solicitar ese permiso si sienten que lo necesitan, en lugar de obligarse a ser estoicas y seguir adelante con sus vidas. Se necesita tiempo para superar física o psicológicamente algo así”, dijo Ginny Andersen, miembro laborista del parlamento neozelandés, que redactó el proyecto de ley que entrega un permiso remunerado de tres días en casos de pérdida gestacional. A finales de marzo, el parlamento de ese país se convirtió en el primero en aprobar un proyecto así, dando un paso más en el reconocimiento y visibilidad de la pérdida gestacional. Y es que la legislación de este país ya contemplaba el permiso remunerado cuando la pérdida se producía a partir de las 20 semanas de gestación. No obstante, con esta nueva ley se ampliará dicha medida a cualquier persona que sufra una pérdida gestacional, sea cual sea el momento en el que suceda.
Actualmente todos los países que se pueden comparar con el nivel de desarrollo de Nueva Zelanda contemplan este permiso a partir de las 20 semanas, por lo que con esta ley, los neozelandeses se convierten en los primeros en ampliar dicho permiso en el mundo. Y es un paso importante, porque quienes han trabajado este tema coinciden en que la pérdida gestacional no solamente es un shock para la mujer, sino que también lo es para la pareja (en caso de haberla) independientemente del momento en que ésta se produzca. Paul Cassidy, sociólogo, antropólogo e investigador en Umamanita –una asociación española para el apoyo de madres y padres en la muerte perinatal y neonatal– explica en un artículo que cuando la pérdida se produce por debajo de las 20 semanas de gestación se trata como un hecho de categoría inferior o, directamente, se invisibiliza. Por este motivo, medidas legislativas como las adoptadas en Nueva Zelanda no solamente sirven para sentar las bases del reconocimiento de las pérdidas durante el embarazo antes del inicio del período perinatal, sino que también muestran a la sociedad que una pérdida gestacional es algo muy duro a nivel físico y emocional, por lo que se necesita espacio, tiempo y apoyo social para elaborar el duelo.
En Chile, pese a la importancia que tiene una correcta atención de salud para este tipo de duelos, hasta hoy no existían acompañamientos ni protocolos para las madres y padres que sufren la muerte perinatal de su bebé. La Ley Dominga –impulsada por Aracelly Brito Muñoz luego de la pérdida de su hija y de recibir, según sus propias palabras, “una cantidad de indolencias y falta de humanidad” en su proceso de duelo– es la única iniciativa que existe al respecto, la que hoy fue promulgada después de meses de tramitación.
“Esta ley pretende que todas las instituciones de salud, ya sean públicas o privadas, cuenten con un protocolo universal frente a la muerte perinatal, en donde haya un manejo médico y acompañamiento psicológico acorde para contener a la madre, principalmente, pero también al padre y al núcleo más cercano del nonato o neonato fallecido. Lo más importante para nosotras es que se reconozca a esas guaguitas; que las mamás no estén en las mismas salas que estén las mujeres pariendo; que la persona pueda tomar a su guagua, porque a veces a las mamás no las dejan tomarlas; que exista una instancia para despedirse a las familias que quieran hacer el ritual y que lo necesitan para poder comenzar el duelo”, dice Aracelly Brito. También se pide que independiente de las semanas de gestación –como en el caso de Nueva Zelanda–, las madres accedan a siete días de licencia para hijos en gestación y diez días para hijos nacidos.
“En la agrupación tenemos un lema que es Nunca más invisibles, porque muchas veces estos duelos son invisibilizados hasta por las propias mujeres que los sufrimos; muchas veces no contamos o no sabemos si está bien llorar, porque nos encontramos con comentarios como: ‘eran poquitas semanas’ o ‘ya vas a quedar embarazada denuevo’. Entonces lo que buscamos es poder reconocer esta muerte como tal, no hablar de pérdida, sino que muerte de un hijo, y tratarla como corresponde ya que, un duelo que no es vivido de la manera correcta, afecta a todo el núcleo familiar y también afecta el futuro si esa mujer quiere volver a embarazarse”, agrega Aracelly.
Duelo clandestino
Estudios que se han hecho en esta área –nuevos, porque recién en 1952 se comenzó a hablar y a estudiar el concepto de ‘duelo perinatal’– apuntan a que los tabúes que existen en esta área son parte de la invisibilización de los procesos biológicos y los ciclos reproductivos de las mujeres (así como la menstruación, la lactancia, entre otros), que se hablan dentro del ámbito privado, como si se tratase de un problema personal y no público o incluso político.
Esto último motivó un live que transmitió desde la cuenta del Centro de Formación en Duelo Gestacional y Perinatal @dueloyarcoiris en la que conversaron sobre este tema la psicóloga clínica perinatal Pamela Labatut con la psicóloga clínica Leslie Power. “Las mujeres quedan en shock y no encuentran un lugar o una persona que pueda poner en palabras las sensaciones que están sintiendo. Hay un vacío en la salud (mental y ginecológica), que hace que este proceso se viva en una clandestinidad emocional”, dijo Leslie. Agregó que hoy el duelo perinatal existe en una suerte de secretismo, que está en la misma línea del aborto, y que se vive clandestinamente. “Se puede vivir en una clínica, en un hospital o en la casa, pero en una clandestinidad emocional porque no encuentra cabida en nuestra sociedad”.
El problema es que si la sintomatología que genera una pérdida se prolonga en el tiempo, ocupa las mismas características de una depresión endógena, por tanto tiene que ser tratado de manera holística. “Frente a la pérdida quedamos en un estado de negación, luego viene el shock y luego se empiezan a desencadenar una serie de pensamientos y emociones que dependen de la cultura donde vivimos, de la estructura de personalidad de cada mujer y de la psicobiografía o historia de esa mujer”, agregó Leslie.
Pamela aclara que en ese sentido, es importante no normalizar una manera “correcta” de vivir las etapas y emociones de un duelo. “Después del shock inicial, los procesos se viven de manera diferente. Se genera una inestabilidad emocional en la que podemos sentir rabia en la mañana, pena al medio día y culpa en la noche. La gente a veces piensa que al mes no debería sentir pena, pero si esa mujer justo en su biografía personal tiene ciertos rasgos que hacen que se maneje mejor en la pena, o al contrario, tiene un tema con la pena y le cuesta, entonces hay que mirarlo desde ahí y no estandarizar el punto de que se crea que todas, pasado cierto tiempo, ya no deberíamos sentir esta emoción”.
Una pérdida y su duelo impactan no solo a nivel físico, sino que también a nivel emocional, mental y espiritual, y por ello es de vital importancia tomarse muy en serio que los trastornos psicológicos en el duelo existen y es tremendamente necesario visibilizarlos por parte de las y los profesionales que acompañan a las mujeres, sus hijas e hijos y sus familias.