Paula.cl

"Desde muy niña he estado rodeada de música. Mi mamá fue folclorista –era música y compositora– en el grupo Chilhué, que dejó después de que yo nací. Hay una anécdota de esa época: yo durmiendo en el estuche de una guitarra mientras ella grababa canciones.

Mi mamá fue pareja de Jorge Guerra (Pin Pon), así que la música infantil también me ha marcado. Pero, como no fue una relación tan duradera, no tengo muchos recuerdos de él, salvo que siempre llevaba maquillaje frente a los niños porque no le gustaba la idea de que vieran a la persona detrás del personaje.

Todo el estímulo musical que recibí en mi infancia caló hondo. Hasta el día de hoy tengo muchas melodías folclóricas en la cabeza que no encuentras en Youtube y que 'saco' en guitarra. He pensado en grabar un compilado de esas canciones porque me da terror que se me olviden, significan mucho parar mí.

A los 12 años empecé a escuchar a Coeur de Pirate y quise tocar piano. Ahí nació mi amor desenfrenado por las melodías dulces y a los 13 empecé a maquetear y a grabar canciones. Estaba en el colegio y todos encontraban raro que tuviera tan claro lo que quería hacer con mi vida, sobre todo los adultos, quienes me retaban por no pescar el colegio. Y, como no me gustaba ir, hacía de todo para esquivarlo. Por eso, en esos años armé mi primera banda: No te Dispares en los Pies. Estaba decidida a ser músico. Lo hablé con mi mamá y en ese entonces ninguna de las dos sabía mucho lo que significaba, solo recién ahora, con 19 años, sé los esfuerzos que implica, lo que tengo que sacrificar y el tipo de vida que me estoy edificando.

A los 17 me di cuenta de que mi banda era un espacio que me daba herramientas para hacer música pero que limitaba mis intereses personales. Y fue ahí cuando decidí formar mi proyecto personal: Dulce y Agraz, espacio en el que puedo hacer la música que quiero. Igual debo reconocer que tanta autonomía me sobrepasó siendo tan chica, y aún me pasa, porque la mayoría de las personas con las que comparto escenario son mucho más grandes que yo. Pero me lanzo a la piscina igual.

No hay algo específico que me inspire. Pero si algo me llama la atención lo escribo y las melodías vienen por defecto, porque para mí hacer canciones es una manera de hablar con uno misma. Y si hay algo con lo que me conecto es con el folclore, porque desde ahí llegué a la música. Hay algo en la lírica del folclore que me apasiona mucho y que tiene que ver con que no se encierra en la intelectualidad, es libre y si no encuentra palabras para describir algo, lo inventa; lo mismo con los acordes y con los ritmos.

Los dos años que llevo en mi proyecto personal han estado marcados por el lanzamiento de mi EP, Dulce y Agraz de 5 canciones– con Javier Barría, a quien admiro profundamente y dos singles aparte que trabajé con un nuevo equipo: Más (octubre de 2017) y Ruido (enero 2018). Asumo que mis primeras canciones hablan de relaciones amorosas, pero tengo un mundo interior mucho más grande que eso. Creo que con el tiempo he ido construyendo una identidad lírica y sonora que de a poco se concreta.

Desde los 8 años viví en Concepción junto a mi mamá, pero desde hace unos meses me vine a Santiago porque creo que acá las posibilidades de aprendizaje musical aumentan: puedo tomar clases de lo que sea todas las semanas, además de poder tener una sesión semanal en los estudios de grabación Triana y así poder concretar mi disco, el que pretendo lanzar a mediados de este año. Además, estaré tocando en el festival Ruidosa el 7 de abril en Matucana 100, lo que me tiene muy contenta".

Aquí el video clip de Ruido, su más reciente single.