“Solo los tontos se aburren” es una frase que más de alguna vez hemos oído. Y es que el aburrimiento en el mundo adulto se asocia a una condición fastidiosa provocada por la falta de diversión, pero se desconoce que es crucial para la creatividad, el aprendizaje y la imaginación, especialmente en los niños.
El aburrimiento en niños es uno de los escenarios más temidos por los padres porque es un panorama no fácil de manejar. Según explica la psicopedagoga clínica especialista en neuropsicología infantil, Mariajosé Lahsen Martínez, en su mayoría, los niños tienden a frustrarse rápidamente cuando no están divertidos en algo, lo cual provoca llantos, gritos y enojos, lo que finalmente genera un clima intenso y complejo de tratar en el hogar. “Y con tal de no aumentar el aburrimiento en sus hijos, buscan alguna actividad para hacer con ellos o mantenerlos ocupados o entretenidos con aquellos instrumentos de más fácil acceso: tablets, televisión, celulares, computadores, etcétera”, comenta.
Mariajosé también explica que por lo general los niños tampoco tienen mucho tiempo para el aburrimiento, ya que los padres ejercen un mayor control de sus actividades. “Está todo establecido, hay mucha estructura con sus horarios, es decir, las actividades escolares, extraescolares, los deportes, los talleres, entre otros. Demasiadas cosas que deben soportar en el día porque ya está todo programado, entonces no hay tiempo para el aburrimiento, para criar, para dar espacios a la imaginación”, explica.
Pero en el último tiempo, el aburrimiento ha tomado otra arista que no debería ser una razón de espanto, especialmente en estos momentos de pandemia donde el ocio se hace frecuente. Según algunos estudios, se ha comprobado que el aburrimiento es fundamental para desarrollar la creatividad infantil. Uno de ellos, elaborado por la Universidad Central de Lancashire en Reino Unido, indica que cuando los niños están aburridos ponen a prueba nuevos desafíos y dan rienda suelta a su imaginación y creatividad. Cabe destacar que ese momento debe ser real, alejado de las elementos pasivos (como pantallas), para que tengan un tiempo real que active su imaginación.
Desde una mirada de la neurociencia, a través del aburrimiento se genera un mundo de información rica en aprendizaje. De acuerdo a la especialista, la fantasía y la creatividad llevan a realizar asociaciones cognitivas superiores que generan más aprendizajes. “Cuando hablamos de asociaciones nos referimos a relacionar una idea con otra y que esa idea forme otra mayor. Por ejemplo, un suceso del fin de semana probablemente se puede asociar con algo que se abordó en el colegio. Esa enseñanza el niño la relacionará con la experiencia personal ya vivida. En el fondo, el cerebro asocia y en base a eso, realiza conceptualizaciones, las cuales a su vez, generan campos en los sistemas de memoria de tal manera que cada vez que al niño le hablen de un tema particular, ya tendrá información en esos campos de memoria específicos y podrá aprender fácilmente”, explica.
Es por esta razón que el aburrimiento no debería ser visto como un momento de terror, ya que los ayuda a desarrollar su autonomía e independencia, así como también desenvolver habilidades cognitivas y resolutivas. La recomendación para los padres es dejar a sus hijos que ellos solos investiguen cómo combatir ese aburrimiento. Ahora, a modo de ayuda, se puede dejar en su entorno diversos estímulos a su alcance, como juguetes, lápices, piezas de construcción, puzzles, entre otros. Así como también, regular el tiempo que se le dedica a la tecnología.
La especialista también considera un aspecto que resulta muy reparador y terapéutico para un niño -especialmente hoy en donde el tiempo parental escasea- y es ponerse a su altura y jugar con ellos. “Cuando los padres se ponen al nivel de un niño, y disfrutan los momentos y de lo que se genera ahí, es muy enriquecedor, porque es a través de las interacciones personales que se genera el aprendizaje. Recomiendo crear un espacio seguro de tranquilidad, sin miedos y libertad para el niño. Eso es lo que tenemos de alguna manera que favorecer; dedicar ese tiempo que muchos papás llaman hoy en día tiempo de calidad”, concluye.