“Estoy a un par de años de cumplir 60 y pienso que mi concepto del amor ha cambiado tanto durante mi vida. Me enamoré por primera vez en la adolescencia, después de una infancia cargada de responsabilidades, con esta idea de ser pareja o polola detonada al unísono con la idea de pertenencia e identidad. Eran los 80 en Chile, con todas sus implicancias, con la división política impuesta a fuego más el odio circundante y varios elementos más; arraigarse en la posible idea de pareja era acceder a un universo idílico excluido de un entorno desadaptado y humillado. Más tarde vinieron los viajes que me enseñaron la idea del compañero de ruta y más adelante el núcleo familiar impuso los roles de maternidad y paternidad. Es difícil para la pareja sostener todo aquello, sólo un gran deseo y compromiso te va enseñado lo que es relevante y lo demás se va soltando, hasta que te das cuenta que ya hace rato no eres tú, que has perdido tu individualidad. Ahí me di cuenta de que ya era creadora/a de una familia de la cual nunca dejaría de ser parte y que mi pareja podía también sería mi ex pareja.

Entonces entre tantas experiencia me permito preguntarte de verdad ¿quieres ser pareja de alguien más? … y si es así, bajo qué motivaciones, porque ya no hay necesidades reproductivas, afectivas ni materiales, casi todo tiene su vía de resolución independiente de un actor principal que no sea yo misma. Entonces pienso ¿y qué viene ahora?

Hoy hace años que estoy sin pareja y a veces me pregunto qué es realmente el amor para mí, donde está en mi vida. En los últimos años el amor se ha transformado para mí en algo abstracto y práctico, como respirar a todo pulmón, es todo y nada. A veces parece un fino hilo de oro resistente a todo y otras un gran cordón montañoso andino lleno de recovecos que inspira y demanda una gran fortaleza. La mayor fuente de amor hoy en mi vida es la inspiración para apreciar y rescatar en infinitas y eternas simplezas, gestos del día a día. Es un enorme collage en plena esencia y profundidad, sin pasado ni futuro, es sólo presente. Cosas simples, como el árbol y su virtuosa producción de oxigeno puro, el aroma de mi cocina, la creatividad de sabores resaltando la nobleza de la tierra. Bueno, y la compañía cuadrúpeda curiosa de mi gato, con su perfección real y natural.

¿Dónde esta el amor, a mi edad? En detalles y en la consecuencia de las ideas, pensamientos y palabras que se concatenan y se expanden en el deseo y acción de bienestar para lo colectivo, en la liviandad de lo importante e indescriptible, quizás imperceptible para algunos. Está lejos de la complejidad regalada al sin sentido y está muy cerca de los roles y actores que juegan el guion en mi teatro personal de vida de forma generosa y dolorosa e inconsciente para que despierte y saque el velo frente a los desafíos que me harán avanzar y crecer. En lo bellos momentos de logro en la terapia, orientada al desapego del dolor para aliviar el alma. ¿Acaso vivir no es amor? Cuando era chica un amigo jugaba con las palabras y decía: a - mor -ir, es decir irse en amor. Siempre encontré este juego de palabras lleno de sentido y profundidad.

Hoy disfruto mucho mi soledad, sin embargo, confieso que sí juego a anhelar a alguien. No me veo, eso sí, entrando a una relación para sostener a un alguien en cualquier punto de su línea biográfica. Me gustaría alguien independiente emocionalmente, que sabe quién es, qué quiere, conoce sus límites y está dispuesto a compartirse. Alguien que sobre todo comprende que la vida y el amor es en tiempo presente. Pero también recuerdo que me he enamorado anteriormente de hombres indebidos y que cuando te enamoras, lo haces y punto, el amor no te pregunta qué piensas o si está bien, sólo te arremolina y te atrapa. Lo único que sé es que si se presenta será distinto, porque hoy intuyo al amor de manera distinta, más calmo, dulce, risueño, contenedor, facilitador, con mucho humor, música aventuras y juegos, más libre. Con rollos bien sintetizados y bien atendidos. Mi capacidad de entrega y amor hoy es comprometida y firme. Mientras tanto, no me falta el amor, no me falta qué apreciar y agradecer; la música, la lectura, la conversación y las históricas y nuevas amistades.

Susana tiene 58 años y es fotógrafa.

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