Seis años antes de que Fito Páez lanzara el disco El amor después del amor, un sujeto entró a su casa de infancia, en Rosario, y asesinó a sangre fría a las dos mujeres que lo criaron: su abuela y su tía abuela. También a la asesora del hogar, que estaba embarazada de siete meses. Quedó la bolsa de compras tirada en el suelo; la radio encendida. Y las heridas violentas, sanguinarias e innombrables de las tres víctimas.
Fito Paéz, por supuesto, quedó destrozado, y sin familia. Su padre había muerto un año antes y su madre había muerto cuando él era apenas un bebé de 8 meses. Cuando Páez se enteró de los crímenes, estaba en la habitación de un hotel en Río de Janeiro -andaba de gira- que dejó destruida. El dolor, diría más tarde, se lo bancó con whisky y lexotanil.
Era 1986 y Páez estaba en una franca carrera ascendente, que quedó suspendida tras la tragedia. Por esos días sonaban en las radios sus hits 11 y 6, Giros o Yo vengo a ofrecer mi corazón, y se proyectaba que comenzaría a tener éxito en Latinoamérica; pero el artista necesitaba exorcizar sus demonios primero. En junio de 1987, poco más de medio año después de los asesinatos, lanzó uno de sus discos más rabiosos y oscuros, que comienza con una pompa fúnebre y que incluye el single principal Ciudad de pobres corazones: En esta puta ciudad / todo se incendia y se va / matan a pobres corazones.
“Se volvió casi anticomercial (...). Se mostraba ante la prensa irónico, escéptico y desesperanzado”, escribió el periodista argentino Federico Anzardi, sobre los últimos años de la década del 80. Tiempos de angustia y tormento, que vivió acompañado de la cantante Fabiana Cantilo, su pareja de entonces, con quien tenía una relación intensa y conocida por los excesos. “Nos peleábamos, nos amigábamos. Yo pintaba la casa, después me iba. Él me dijo que le hice componer unos temas divinos (...). Yo no me podía relacionar con el amor en las parejas. Me conectaba con los celos y la posesión. Con Fito me volvía loca, todas las minas lo perseguían. Y yo quería matarlas con una ametralladora o un bate de béisbol. No se puede vivir así”, revelaría Fabiana décadas más tarde. La pareja rompió definitivamente en 1990 y ese mismo año el músico rosarino compuso Fue amor, inspirado en ella.
En 1991, las cosas comenzaron a ir mejor para Fito, cuando conoció a la actriz argentina Cecilia Roth, musa de Almodóvar, en una fiesta en Punta del Este. Roth llegó con un traje despampanante y emparejada, es decir, llegó con un vestido y un amor. Momento que sería recogido por Fito en una de las canciones más románticas de los 90 (reversionada luego por Caetano Veloso, Mercedes Sosa y Ana Belén) llamada precisamente Un vestido y un amor: Te vi / Juntabas margaritas del mantel / Ya sé que te traté bastante mal / No sé si eras un ángel o un rubí / O simplemente te vi.
Cecilia Roth y Fito Páez se enamoraron perdidamente y la relación lo inspiró y lo devolvió hacia su centro. O más bien lo llevó hacia otro lugar; un amor que no había experimentado antes. Tiempos luminosos en los que compuso El amor después del amor, disco que vendió en solo dos días más de 30 mil copias y que terminó siendo el más vendido de la historia de la música argentina. Las canciones sonaban todo el día en la radio y Páez hizo más de 120 conciertos entre 1992 y 1993, presentando el álbum.
“Me hice fuerte ahí / Donde nunca vi / Nadie puede decirme quién soy / Yo lo sé muy bien / Que aprendí a querer / El perfume que lleva el dolor”, cantaba en los escenarios, casi a gritos, declamando que estaba de pie, que ya había exorcizado los demonios, que estaba enamorado. “Conocí a una mujer maravillosa que me cambió la vida. Como yo no hago los discos aparte de mi vida, quedó todo el colorido de esta relación en mi último LP”, dijo Páez, cuando lanzaba el álbum a la venta.
Además de la canción El amor después del amor que abre el disco, una clara alusión a la ruptura pero también al nuevo comienzo, la placa incluye éxitos como la mencionada canción Un vestido y un amor; Tumbas de la gloria; Rueda mágica, donde canta con Charly García y Andrés Calamaro; A rodar mi vida, y Brillante sobre el Mic, dedicada a Fabiana Cantilo y a los buenos recuerdos que guardó por ella: Hay cosas que no voy a olvidar / La noche que dejaste de actuar / Solo para darme amor.
Fito Páez estuvo 11 años con Cecilia, en los que lanzó probablemente sus discos más aplaudidos, además de El amor…, como Circo Beat, Enemigos íntimos y Abre. El rompimiento con Cecilia lo dejaría plasmado en su álbum de 2003, Naturaleza sangre, donde cantaba: Estoy tragándome el dolor / Mordiendo el polvo del amor / Vivo solo y encerrado en una gran habitación / Esperando una maldita decisión.