El asesor de imagen del poder
Es el responsable del comentado estilo del ministro Rodrigo Peñailillo y en febrero cumplirá 10 años a cargo de los trajes de los animadores del Festival de Viña. Aquí, este "esteticista" y "asesor de imagen", como prefiere catalogarse antes que diseñador, cuenta por qué la ropa y el poder son una misma cosa.
Paula 1156. Sábado 13 de septiembre de 2014.
Eres relacionador público de profesión. ¿Cómo llegaste a la moda?
Mi primera aproximación es biográfica. Fui hijo único hasta los 10 años y, como tal, mis padres me cuidaban como niño de cristal. Eso incluía que me cambiaran de ropa cuatro veces al día y eso me afinó el ojo y sensibilidad respecto de la ropa. Ya de adulto me hice cargo de la apertura de Christian Dior en Chile, lo que significó que me fuera a París por tres meses a aprender sobre la casa. Allí estudié Diseño intensivamente, la estética de la marca y el negocio de la ropa de hombre. Con esa visión de la importancia del corte perfecto y los materiales de excelente calidad es que años después armé las marcas Casale Monferrato y Ziano Montello, y en 2013, cuando ya mi nombre tenía un peso, abrí mi atelier donde trabajo, solo con materiales italianos, colecciones prêt à porter que confecciono en Italia, además de trajes, pantalones, camisas y chaquetas a medida.
¿Te autodefines como diseñador?
No. Me considero un esteticista y asesor de imagen, porque me preocupo del look completo de mis clientes, ya sean personajes públicos o gente anónima como empresarios y novios. Desde los zapatos, hasta el pelo. No vendo trajes, visto a los hombres. Por eso armé mi atelier; un espacio cómodo y privado, en el que mis clientes pueden estar una hora y más dejándose asesorar.
"Las mujeres, a diferencia de los hombres, son infieles al comprar, compran donde esté la oportunidad. Pueden comprar un abrigo de piel en febrero y un traje de baño en julio por el simple hecho de querer ser las primeras en tener la novedad".
En estos más de 25 años en el rubro, ¿qué cambios de comportamiento han experimentado los hombres frente a la ropa?
Viajar al extranjero, que antes era una cosa muy rara, les ha permitido a los ejecutivos de las empresas entender finalmente que la ropa comunica y que andar mal vestido habla mal de ellos y de la organización a la que pertenecen. Y como te ven, te tratan. No es banal. Por otro lado, si hace unos años un hombre preocupado de su vestuario era catalogado de "gay", hoy ese prejuicio no existe. Tal vez se le tilde de "pretencioso" o "macho alfa". Ahora bien, en Chile un hombre bien vestido sigue llamando la atención, justamente porque está bien vestido y aún no estamos acostumbrados a eso.
¿Qué es vestirse bien?
Tener un estilo. Por eso, a los hombres que van a mi atelier, los miro, les pido que se paren frente al espejo, que se miren y aprendan a apreciar los detalles.
¿Cuáles son los errores más frecuentes de los chilenos?
Andar con los pantalones, mangas de camisas y de chaquetas largos; y los pantalones muy anchos. Andan todos con los pantalones por allá abajo y eso acorta las piernas y desarmoniza el cuerpo.
¿Qué diferencia hay entre vestir a un animador como Rafael Araneda y a un ministro como Rodrigo Peñailillo?
Son dos mundos distintos, aunque la palabra que los une es poder. Un animador debe tener glamour y sofisticación y sentirse seguro para enfrentar la cámara. Un ministro debe comunicar autoridad, sencillez. El glamour debe estar fuera de sus códigos. Ahí debe existir un excelente corte y una bonita tela que comunique seguridad, pero de manera seria y austera.
¿Qué poder tiene la imagen que proporciona el vestuario?
El poder de la imagen lo es todo, especialmente en un cargo público y en televisión. Y en todos los planos, el poder que logras cuando te ves bien es impresionante. El chileno no es un tipo que ande seguro por la vida, entonces si está bien vestido es capaz de revertir esa inseguridad y proyectar algo distinto.
A la hora de decidir qué comprar. ¿Se ponen nerviosos los hombres?
Mucho menos que las mujeres. Ellas tienen muchas más alternativas y compran por impulso. Pueden comprar un abrigo de piel en febrero y un traje de baño en julio por el simple hecho de querer ser las primeras en tener la novedad. La mujer es infiel al comprar: compra donde esté la oportunidad. Hay una cosa histérica ahí, ya que la moda femenina evoluciona mucho más rápido que la masculina, entonces en una misma temporada hay varias colecciones y ellas compran, compran y compran. Los hombres son más fieles y una chaqueta puede durarles tres años.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.