Paula 1166. Sábado 31 de enero de 2015.

¿Qué le provoca la palabra amor a uno de los poetas más leídos de Chile?

Me piden una columna que hable del amor y ahora resulta, que yendo a Viña en micro a tomar mi cafecito donde la rubia Sandra, descubrí que tiraría la palabra amor en mi cabeza cual pelota de ping-pong y escribiría lo que saliera a ver si servía. Supongo que me llamaron porque escribo poemas como BOLERO: "/ cómo no voy a bailar como bailo / si no culeo hace un año /", o ese otro titulado HEMISFERIO: "/ ¿existe algo / más tierno / que un cachetito / de poto? /", o ese otro: UNA VEZ MÁS "/ es tan corta la minifalda / y tan largo el olvido /", o este último, también relacionado con la mini, MINIFALDA: "/ se le sube / y se la baja / se le sube / y se la baja / se le sube / y se la baja: / ¡pah que chucha se la pone! /". Y todo eso es sexo ladies and gentlemen, pero ¿quién sabe a ciencia cierta lo que el sexo es? Freud puso el dedo en la llaga y dejó la pelería, los celos vienen por ahí también, sin igual tortura de la que todos ríen pero nadie (casi) escapa / perder al ser amado porque su avión de pasajeros desapareció en las aguas del océano o, peor aún, desapareció en los brazos del vecino o vecina, o en los brazos del mejor amigo o mejor amiga, es la más horrenda de las catástrofes, la peor de las experiencias imaginables, por eso entramos al primer rascacielos que se nos cruza en el camino subimos por las escaleras sin cansarnos ni un poquito porque no nos damos cuenta de nada excepto de la llaga que nos roe las entrañas, llegamos a la azotea y sin pensarlo dos veces nos lanzamos al vacío cual buitres o colibríes pero al ratito nomás, como normales y peripatéticos seres humanos que somos, quedamos inevitablemente hechos huevos revueltos en la vereda, ¡pero en paz al fin! Todo desapareció para siempre y por toda la eternidad de nuestros poros de nuestras cabezas de nuestras memorias, de nuestras caricias y, por supuesto, de nuestro nunca exhaustivamente cicatrizado corazón / Ahora no sé muy bien qué decir todo se volvió tan dramático. Dostoyevsky opina que los varones se enamoran de pedacitos de la mujer, de una oreja, culos por supuesto, pestañas, bucles o gestos de acomodar un ricito encima de la oreja. Y por tenerla y poseerla y atraparla, hasta el más inofensivo y pacífico de los hijos es capaz de asesinar a su madre, lo mismo el honesto se transforma en una máquina de robos y engaños solo para tener siempre sus labios sobre la boquita de su amada, and so on diría Dostoyevsky si fuera norteamericano. Yo no soy norteamericano y aunque suene de teleserie o melodramático y confesional me doy cuenta que lo único que he tomado en serio en mi vida es a la palabrita esa, la palabrita más

traída y llevada y tergiversada del idioma: love en inglés. Y "Del amor, solo sabemos que es lo único que hay" dice Emily Dickinson. Y agrega Teresa de Ávila: "el infierno es un lugar donde no hay amor".

Y yo siento igual.