La infertilidad nunca fue tema para Patricia. Fue madre muy joven, primero de un hombre que hoy tiene 24 años y luego de una mujer que ya tiene 22. Casi diez años después vino su tercer embarazo. Todo estaba perfecto, eligió la clínica y el doctor con quien se atendería, pero al nacer su hijo se contagió una infección que no resistió y murió cuando solo tenía cuatro días de vida. "Me vino una depresión horrible, por mucho tiempo recriminé contra Dios, me enojé con todo el mundo", recuerda. Por eso, dos años más tarde, cuando sospechó que estaba embarazada nuevamente sintió que le volvía el alma al cuerpo. "Era como si mi hijo hubiese vuelto", dice. Buscó el mismo doctor que la había atendido en su último parto, quien, dice, se había portado muy bien cuando falleció su hijo. "Pedí hora y llegué a la consulta contándole que estaba embarazada, y él me miró como si hubiese visto un fantasma. Yo, inocente, pensé que me miraba así porque se acordaba de mi caso, pero estaba equivocada". Los síntomas que ella había reconocido como de un embarazo en realidad eran por un desorden hormonal. Pero la noticia más dura no fue esa. "En ese momento el doctor me dijo que no podía estar embarazada porque el día del parto me habían esterilizado", cuenta. Después de investigar mucho, se enteró de que el día del parto había otra mujer con un embarazo de alto riesgo, a la que realmente tenían que esterilizar. El equipo médico se confundió de paciente y por error le ligaron las trompas, sin que se enterara y menos consintiera.

Después de vivir el nuevo duelo, Patricia con su pareja de ese momento, y actual marido, decidieron intentar ser padres. Se operó para revertir la cirugía y comenzó un largo tratamiento de fertilidad. "Lo hicimos en una clínica, nos tuvimos que endeudar, pero no queríamos perder la esperanza. Un día, por cosas del azar, llegué tarde a la ecografía y el doctor ya se había ido. Lo llamé y me dijo que me fuera al hospital donde atendía. Mientras estaba en la sala de espera vi a una mujer que lloraba desconsoladamente. En ese hospital, en el mismo piso donde está la sección de medicina reproductiva, está la sala donde atienden a los bebés que vienen con algún problema. Reconocí en el llanto de esa mujer el dolor que había sentido al perder a mi hijo y sin preguntarle qué le pasaba asumí que estaba viviendo lo mismo. Me acerqué y le ofrecí mi ayuda, pero cuando comenzamos a hablar ella me contó que estaba desesperada porque la opción de ser madre estaba ahí, en sus dos embriones congelados, pero que no podía acceder al tratamiento (para implantárselos en el útero) porque no tenía la plata para hacerlo". La mujer vivía en un campamento, apenas tenía para comer, pero tenía el sueño de ser madre. "Conocer a esa mujer y su historia me removió completamente. Yo estaba ahí luchando por tener a mi cuarto hijo y ella ni siquiera tenía la posibilidad de tener uno. Ese día entendí que no tenía que preguntarme más por qué me había pasado todo lo que me había pasado, sino que para qué".

Queremos ser padres

Patricia terminó pagando de su bolsillo el tratamiento de esa mujer que conoció en el hospital. Meses después nació Patricio, un niño que le cambió la vida a su madre. Por él salió adelante, estudió, pudo acceder a un subsidio con el que se compró un departamento y hoy trabaja como secretaria en una municipalidad. "Muchos me decían para qué vas a ayudar a esa mujer que apenas tiene para comer, ese niño va a venir a sufrir al mundo. ¿Sabes qué les respondía? Lo que un niño necesita para vivir es amor. De ahí, cómo lo haces para darle de comer es otro cuento, lo más importante es el amor. Cuando un hijo es tan esperado, cuando las mujeres que se han hecho un tratamiento paren a un hijo, paren también el amor más grande, uno incondicional", explica.

Así lo ve a diario con todas las mujeres que apoya en la corporación Queremos Ser Padres, que creó en 2010 cuando decidió renunciar a su trabajo con el objetivo de hacer visible el problema de la infertilidad y el bajo acceso que tienen miles de familias a tratamientos por su alto costo (entre 3 y 8 millones de pesos en promedio por intento). "Es muy injusto. ¿Por qué algunas mujeres tienen más derecho que otras a ser madres? En Chile está garantizado que si tú puedes tener hijos, pero no quieres, vas a una farmacia y puedes acceder a distintos métodos anticonceptivos. Si no tienes plata, vas a un consultorio y te los dan gratis, y se invierten millones en eso. Me pregunto, entonces, ¿por qué del otro lado no? ¿Por qué en el caso de las que sí queremos y no podemos no se invierten los mismos recursos? La OMS declaró que la infertilidad es una enfermedad, como padecer de cáncer o VIH por los altos costos físicos, económicos y emocionales que implica, entonces el Estado debe hacerse cargo", dice.

Un tema de salud

El 90% de las causas de infertilidad en Chile son por la edad de la mujer que quiere embarazarse. "Las mujeres no nos preocupamos de cuándo vamos a querer ser madres. Por eso cuando voy a dar charlas a las universidades siempre digo, imagínense que van a hacer un viaje en auto a Puerto Montt. ¿Qué es lo primero en que se fijan? Si les alcanza la bencina. Bueno, por qué entonces en el viaje más importante, que es la vida, no toman este tipo de precauciones. Se trata de pensar, quiero ser mamá después de los 30 años y tengo 25, ¿me alcanza la bencina de aquí a los 30? Hay exámenes que te permiten saber si vas a tener suficientes óvulos en equis años más. Con eso puedes decidir, ¿soy mamá ahora o criopreservo mis óvulos y me embarazo más adelante?", dice. Y agrega: "Se trata de medicina preventiva. Eso es salud. Que hoy se esté hablando de codificación, de infertilidad, eso no es salud, eso es un problema de salud. Salud es prevenir, es enseñarles a los niños y niñas desde el colegio a conocer su cuerpo. Que desde cierta edad en adelante los huevitos empiezan en descenso y que se pueden tomar medidas".

Hace unas semanas se anunció que Fonasa abrirá sus coberturas para fertilización in vitro en clínicas y hospitales ¿Qué opinas de ese anuncio?

Por estos días tienen que salir las normas de este nuevo anuncio, porque esto se difundió, pero ahora hay que ver cómo está normado. En el gobierno anterior de Sebastián Piñera se lanzó el PAD (Pago Asociado a un Diagnóstico, que garantiza el monto a cancelar, desde un principio, por cualquiera de las cirugías o procedimientos incluidos en el tratamiento) de baja complejidad, pero con el cambio de gobierno no se continuó. Entonces hoy una mujer infértil se va a una clínica cualquiera para hacer un tratamiento y pide usar el PAD y le dicen "no trabajamos con PAD". Fonasa tiene pocos prestadores porque los otros no se quisieron sumar. Para que este tipo de normas funcionen correctamente hay que sumar a todos los actores, entregarles información, invitarlos a participar, hacer mesas de trabajo. Es la única manera de llegar a acuerdos.

La información es clave entonces.Como en todo. Cuando una pareja se enfrenta a la infertilidad tiene que saber exactamente lo que le pasa y las posibilidades que tiene. Que por más cariño que le tengas a tu gineco-obstetra de la vida, él no tiene por qué saber de medicina reproductiva, y especialistas en Chile hay pocos. Entonces si Fonasa ahora me está dando la posibilidad de hacer dos intentos, tengo que saber con quién, cuándo y dónde hacerlo. Necesitamos empoderar a los pacientes. Que no les importe que alguien venga y les diga ¿por qué mejor no adoptas? Porque ese es otro tema. A mí muchas veces me han hecho esa pregunta, y yo les respondo, ¿y tú tienes hijos? ¿Cuántos de esos son adoptados? Yo no tengo por qué verme como la solución a un problema país que es la falta de parejas que adopten o el engorroso proceso para adoptar. No estoy desvalidando esa opción, muchas de las mujeres que apoyamos en la corporación adoptan, pero esa tiene que ser una decisión y no una obligación.