“El aceite de oliva para mí es fundamental, es algo que no puede faltar en la cocina. Es de esas cosas que sí o sí tienen que estar, que no son gustitos esporádicos o de esos ingredientes que me da por usar en algunas épocas. Desde que me gusta cocinar que lo uso. Tanto, que si alguna vez voy a algún lugar en el que creo que podría no haber, llevo mi propia botella. Junto con mis cuchillos siempre va el aceite de oliva y la sal gruesa.

A mí me importa muchísimo el sellado en la cocina, si algo se dora, tengo que verlo realmente dorado. El dorado para mí es clave en la cocina y uno de los secretos que tengo es que si eventualmente uno quiere hacer sofritos o preparaciones que tengan como base un dorado de aceite de oliva o mantequilla -que es una combinación espectacular-, siempre el aceite de oliva tiene que ir antes que la mantequilla porque tolera mucho mejor las temperaturas y no se quema tan rápido, entonces protege lo que se va a cocinar.

Una de las cosas particulares que tiene el aceite de oliva es su versatilidad, finalmente va con prácticamente todos los ingredientes que uno quiera preparar. No solamente está en lo salado, tanto en comida caliente como fría, se usa también un montón en recetas dulces y eso lo hace ser muy adaptable.

Otra cosa que me fascina es que si bien es fundamental dentro de la preparación y en el proceso, tiene la propiedad de también lucirse mucho al final. Ese chorrito de aceite de oliva con un poco de sal gruesa hace que las preparaciones se vean más lindas y queden más sabrosas, atractivas. Es un ingrediente que se luce y aporta de principio a fin.

Mi familia es italiana y desde que soy chica me acuerdo que preparaban el típico platito con aceite de oliva, sal gruesa y aceite balsámico. Sopear un pan rico o una buena focaccia en esa piscina de aceite de oliva es delicioso. Eso con un buen vino es suficiente”.

Virginia Demaria, chef.

Instagram: @virginiademariaoficial