El lado positivo de la ansiedad: Despierta, moviliza y activa
Dar una entrevista de trabajo o una pequeña charla. Tener que entregar un informe o rendir una prueba. Ver tele o leer noticias en internet. Incluso salir a la calle y sentir que te expones a la posibilidad de contagio. Los escenarios pueden ser infinitos, pero todos tienen un punto en común: ser una fuente de ansiedad. Este sentimiento desprestigiado, que no nos gusta sentir y del que evitamos hablar porque, es una especie de fantasma constante. Y uno que siempre vuelve.
El tema es que no podemos eliminar la ansiedad de nuestras vidas, ya que está diseñada para protegernos de situaciones de riesgo e incertidumbre que nos generan estrés. ¿La alternativa? redefinirla y cambiar lo que pensamos de ella.
Si bien como concepto es muy amplio y existen distintos tipos, es un sentimiento que tiene un factor protector, según explican especialistas. “Es como el centinela del peligro, quien nos dice ¡cuidado! Un correlato biológico que te avisa cuando hay alguna circunstancia que podría generar un daño”, explica Pamela Núñez, psicóloga clínica especializada en terapia cognitivo conductual. Su función es la de detectar situaciones de amenazas en el entorno, provocando en el organismo una reacción de alerta a nivel psicológico y corporal, como también nos prepara para una posible huida o enfrentamiento (conducta), enfatiza Francisca Olivares, psicóloga psicoeducativo.
En definitiva, la ansiedad te despierta, moviliza y activa para hacer frente a una situación de exigencia de manera óptima. Porque también nos moviliza a hacer cosas. Pamela Núñez en su libro Tu cabeza te engaña, lo ejemplifica así: “Estamos programados para dormir de noche, pero si tu hijo está enfermo o debes manejar, la ansiedad te permitirá estar despierto para hacer frente a la exigencia. Es decir, se potenciarán tus recursos cuando debes rendir bajo presión, pero después recibirás la cuenta”.
¿Se puede hablar de ansiedad positiva? La respuesta iría en la medida de cómo y cuánto afecta en la vida cotidiana de una persona. En este sentido, las especialistas hablan de dos expresiones: patológica y adaptativa. La primera “se puede identificar al haber claros cambios o señales psicológicas o corporales, las cuales, si son inhabilitantes de la vida cotidiana, deberían tener especial atención de parte de las personas, recurriendo en último caso a un especialista”, indica Olivares.
“Hay una sobrestimación del peligro y una infravaloración de la habilidad para enfrentar la situación. En estos casos, hay una percepción errada que desencadena un ciclo de preocupaciones y pensamientos catastróficos”, añade por otra parte Jeza Salvo, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Impacto positivo
Para redefinir la ansiedad, las especialistas plantean que es necesario educar a las personas acerca cómo funciona el circuito ansioso. “La primera arma para manejarla es poder entenderla y aceptarla. Hagas lo que hagas va a estar la incertidumbre. Por lo tanto, el objetivo no debe ser eliminar la ansiedad, sino conocerla y mantenerla en equilibrio. Usarla solo de vez en cuando para hacer frente a estresores reales y no agotarla con la fuente inagotable, que puede generar nuestra imaginación”, explica Núñez psicóloga clínica, especializada en terapia cognitivo conductual.
Según la especialista, las personas le atribuyen en modo automático una evaluación irracionalmente negativa a la ansiedad. Esto, según Núñez, es la antítesis de la solución, ya que al reconocerla y aceptarla podemos procurar mantenerla en equilibrio y, así, volver predecible lo que nos pasa.
El problema se desencadena cuando esta armonía se rompe, porque nuestros miedos se apoderan de nuestros pensamientos racionales. En Tu cabeza te engaña, lo ilustra con un ejemplo: una entrevista de trabajo. La ansiedad en un nivel deseado nos permitirá estar alerta para pensar y rendir bien. Pero en el proceso contrario, los días anteriores nuestra cabeza dramatizará escenarios en los que es probable que dudemos de nuestras capacidades generando que todo termine siendo un desastre.
“Este último tiempo ante el desconfinamiento muchas personas indican que se sienten ansiosas ante esta idea de salir y, si lo pensamos, es evidente que pueden expresarse sintomatología ansiosa al salir a la calle y verse expuestos y expuestas a un virus que aún no tiene cura. La ansiedad en este caso iría de la mano de un cambio psicológico, como lo es estar con preocupación e inseguridad, lo que llevará a señales corporales de estar más alerta, ya que nuestro consumo de oxígeno aumenta y prepara nuestro cuerpo a actuar rápido en caso de ver algo que nos ponga en peligro, como lo es mantener durante toda la estadía fuera del hogar una distancia prudente”, sostiene Francisca Olivares, psicóloga psicoeducativa PACE en Universidad Tecnológica Metropolitana.
Si bien no existen recetas mágicas para poder enfrentar de mejor forma este sentimiento que nos desequilibra emocionalmente, una de las claves está en cambiar nuestro estilo de vida.
La psicoeducación y la incorporación de técnicas de relajación como el mindfulness nos permiten tomar consciencia de nuestras emociones. “Estas herramientas nos enseñan a estar ubicados en el presente y no en el futuro catastrófico que la ansiedad nos empuja a querer controlar y predecir. Debemos aprender a auto monitorear nuestros pensamientos. También entender frente a qué circunstancias nuestro cuerpo manifiesta ciertas sensaciones que son en respuesta a la ansiedad y no de un peligro que la pueda desencadenar”, explica Salvo.
Las expertas concuerdan en que tener una buena higiene del sueño y descansar también son elementos muy importantes en este trabajo por incorporar hábitos saludables a nuestra vida. “La gente que recae en estas situaciones generalmente continúa manteniendo su estilo de vida, sin hacer ningún cambio. Pero para razonar bien, necesito dormir bien. Si todas las noches te duermes tarde, te tomas un trago, vez en exceso tu celular o comes a deshoras, se altera tu ritmo biológico. Hay que educar la cabeza para que pueda tomar buenas decisiones y con esas buenas decisiones llevar un estilo de vida saludable”, explica Pamela Núñez.
Según las especialistas, otras conductas que van en la línea de aliviar la ansiedad son la autodisciplina de ejercitarnos y hacer actividad física regularmente o practicar ejercicios de respiración. También recomiendan buscar actividades que nos distraigan y saquen de los momentos de agobio. Esto es cambiar de aire, espacio, darnos un recreo. Otro elemento que es importante tener en consideración es buscar cultivar relaciones y pertenecer a círculos sociales que promuevan nuestro bienestar.
Las especialistas enfatizan que tanto a nivel químico como físico los vínculos y las relaciones juegan un rol muy importante en proteger y hacer más feliz a nuestro cerebro por las hormonas que libera nuestro cuerpo al estar en contacto con las personas que queremos.
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