El legado silenciado: Avatâra Ayuso trae a la luz la obra de Bronislava Nijinska en su nuevo ballet
La bailarina y coreógrafa española Avatâra Ayuso está por estos días en Chile, próxima a estrenar 'Nijinska: Secreto de la vanguardia' en el Teatro Municipal de Santiago. En este ballet hace un recorrido por la vida de la coreógrafa rusa Bronislava Nijinska(1891-1972), quien vivió y pasó a la historia –a la sombra de su hermano– en una decisión consciente y profundizada por los vientos del anonimato de aquella época para las mujeres. "Elegí hacer un ballet con su historia como homenaje, porque esta mujer hizo unas piezas del ballet clásico que cambiaron la historia de la danza".
“Chicas, vamos al centro que nos toca la siguiente escena”, dice la bailarina y coreógrafa española Avatâra Ayuso, quien por estos días se encuentra en Chile preparando el estreno mundial del ballet Nijinska: Secreto de la vanguardia, que se presentará entre el 22 y el 29 de julio en el Teatro Municipal de Santiago.
Esa escena –que dejan para el final de la primera parte del ensayo– no es cualquiera. En ella sólo hay mujeres. Al centro la protagonista Edymar Acevedo (54), ex bailarina del Teatro, representando a Nijinska, y alrededor, cuatro bailarinas que representan a sus musas, las mujeres que inspiraron su carrera.
“Esas cuatro musas representan cuatro décadas de la vida de Nijinska. Una de sus características como coreógrafa, fue el trabajo que hizo con la técnica de la mujer en el ballet, pues cambió los ritmos, saltos, velocidad de piernas, cosas que eran más asociadas a los hombres. Y estas cuatro bailarinas –que aquí están juntas, pero en la realidad nunca coincidieron– son las que ella empoderó técnicamente durante cuatro décadas”, dice Avatâra.
Y es que después de la muerte de su hijo, Nijinska decía que la danza, la coreografía y las mujeres alrededor suyo fueron las que la levantaron para seguir creyendo en el arte. “Esta escena representa esa sororidad entre mujeres. Es una metáfora: si trabajamos juntas, si nos apoyamos juntas, lo conseguiremos. Y ella siempre dijo eso”, cuenta Avatâra.
A la sombra de su hermano
Nijinska evoca el nombre de uno de los más grandes bailarines del siglo XX y cuya temprana demencia cortó su carrera: Vaslav Nijinski. Sin embargo, la coreógrafa rusa Bronislava Nijinska (1891-1972), vivió y pasó a la historia –a la sombra de su hermano– en una decisión consciente y profundizada por los vientos del anonimato de aquella época para las mujeres.
“Estuvo a la sombra de su hermano porque la historia de la danza la puso allí, no porque ella quisiese. Su hermano tuvo una carrera muy cortita, de 10 o 12 años, pero los críticos de danza lo elevaron al nivel de estrella, que es lo que fue, un gran bailarín, pero ella fue tan buena bailarina como él. Sin embargo, no recibió las mismas oportunidades”, dice Avatâra.
Los años mostrarían la genialidad de Bronislava Nijinska en el desarrollo de la danza. Por una parte, dejó obras señeras como Les Noces, Les Biches y Le Train Bleu; colaboraciones magníficas con personajes como Coco Chanel y compositores como Igor Stravinsky; e inspiró a los coreógrafos que tomarían el relevo de la creación en el siglo XX, como George Balanchine y Frederic Ashton.
Y fue justamente su genialidad y vanguardismo, los que motivaron a Avatâra a montar este ballet que resulta ser un homenaje a una figura ignorada por tanto tiempo. “Hizo unas piezas del ballet clásico que cambiaron la historia de la danza. Por eso decidí hacer un ballet con su historia. Porque es una gran bailarina, y al mismo tiempo una gran desconocida, y me parece que todos aquellos que son desconocidos y que cambiaron nuestra historia en cualquier ámbito, merecen ser reconocidos en vida. En este caso no ocurrió en vida, pues hagámoslo en muerte”, dice.
La protagonista
Para realizar este ballet Avatâra se reunió con muchos bailarines y bailarinas que trabajaron con Nijinska a lo largo de su vida. Algunos de ellos hoy tienen 80 o 90 años. “Muchos de los gestos que ves que hace Edymar Acevedo (la protagonista) son sacados directamente de estas entrevistas. Ellos me contaron que Nijinska se sentaba con la espalda recta, que siempre fumaba y corregía a sus bailarinas con el cigarro en la mano”, dice.
Por eso cuando tuvo que elegir a la protagonista, pensó que tenía que ser alguien que entendiera la relevancia de lo que estaba representando. “Yo quería que la protagonista fuese una mujer de más de 50 años, era un requerimiento. Estamos hablando de una mujer que tuvo una carrera de 60 años, este ballet recorre unos 30 años de esa vida que tuvo Nijinska y una chica de 22 años no lo puede hacer; necesitaba alguien que tuviese experiencia no sólo en el escenario –Edymar ha estado bailando 30 años–, sino las experiencias vitales que pudiesen usarse para construir el personaje y Edymar es perfecta para ello”, dice Avatâra.
Y es que el ballet no se trata simplemente de un salto a la derecha y uno a la izquierda, es una historia, al igual que escribir un libro. “Es un honor caracterizar a una mujer tan avanzada y evolucionada para su época porque, si ya ahora es difícil para una mujer ser coreógrafa, imagina lo que era en esos años. Para mí es un gran honor representar a esa mujer que se atrevió a usar roles diversos y que ya en esa época estaba luchando por ganar nuevos espacios para las mujeres, en la danza y en el arte en general”, reconoce Edymar.
“Volver al escenario de la que fue mi casa, el Teatro Municipal de Santiago, es realmente un sueño. Me retiré hace ya 15 años y estar de vuelta en un escenario, representando a esta gran artista, coreógrafa, mujer, madre, maestra y bailarina, es una emoción, un honor y una gran responsabilidad. Nunca pensé que a mis 54 años iba a tener un desafío como este, que me ha hecho rejuvenecer, volver a la vida y a lo mío porque, aunque te retires, la bailarina siempre queda contigo”, agrega.
Vanguardista y feminista
Además de la técnica, Nijinska fue vanguardista en los temas que trataba. En pleno inicio de siglo XX jugó incorporando roles andróginos, trató el amor lésbico, el drama de los matrimonios por conveniencia, entre otros. “En su pieza Les Biches salían mujeres fumando, mujeres con pantalones, cosas que hasta entonces prácticamente no se veían en el mundo del ballet”, asegura Avatâra.
Y luego Les Noces –agrega– con la mirada de hoy se le considera un ballet protofeminista. “En aquella época en la danza ni se hablaba de feminismo, para nada, pero el sacar esa temática y dar el protagonismo a la mujer, no como una entidad dependiente del hombre, sino hablar del drama de la experiencia de la mujer, finalmente es feminista”.
– ¿Al igual que tú, no? Que has dedicado tu carrera a promover los derechos de las mujeres y a realzar su voz a través de la danza.
– Yo soy muy comprometida con mis valores y creo en el potencial que tiene la mujer, como tiene el hombre. Es muy importante para mí hacerlo también en mi vida profesional, mis valores personales los meto en el estudio…
–¿Dirías que eres como una Nijinska de esta época?
–Sí, totalmente. Aunque Ella tiene más esa sobriedad rusa y yo la exuberancia mediterránea. Eso si es diferente.
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