Ansiosa, inteligente y un poco obsesiva de niña, es como se describe a sí misma la periodista norteamericana Maia Szalavitz en su libro Unbroken Brain. En la publicación habla de los mitos en torno a las adicciones que le resultaron muy perjudiciales en su camino hacia la recuperación y propone un nuevo paradigma para analizar esta enfermedad basado en su propia experiencia.
Según relata la propia Szalavitz en un texto publicado en Scientific American, los rasgos de personalidad de esa niña que alguna vez fue, probablemente no hicieron a nadie sospechar que años más tarde, cuando era una estudiante en la Universidad de Columbia, se convertiría en adicta a la heroína y la cocaína.
La tesis que propone Szalavitz en Unbroken Brain y que, al momento de la publicación del libro era una postura revolucionaria respecto de las nociones imperante sobre adicción, es que no existe una personalidad del adicto o una personalidad adictiva. Y es que, tal como pudo observar en su propia trayectoria de vida, su personalidad, su caracter y su experiencia poco tenían en común con el estereotipo de un adicto que la mayoría tiene en la mente.
La Organización Mundial de la Salud define la adicción como un síndrome que interfiere con las funciones y la vida de las personas y que se desarrolla como resultado de consumo repetitivo de sustancias que inducen la dependencia. El punto clave —y que es transversal a todas las definiciones del concepto— está en la persistencia de la acción a través del tiempo. El individuo cae una y otra vez en la misma acción a pesar del daño que le genera. Y eso, influye en el que asociemos la adicción con un tipo de personalidad que está determinando este comportamiento incesante.
La autora de Unbroken Brain explica en su columna para Scientific American que esta supuesta personalidad adictiva está claramente definida en el inconsciente colectivo. “Débil, poco confiable, egoísta y fuera de control”, describe en el texto. Se trata de personas defectuosas que no son capaces de resistir la tentación. Sin duda cuando pensamos en adictos no imaginamos personas felices sino todo lo contrario. Asociamos una serie de rasgos y cualidades negativas a aquellos individuos a pesar de que la ciencia no ha podido comprobar que efectivamente los adictos compartan estas características.
El psicólogo clínico especialista en el tratamiento de adicciones y Director Ejecutivo Instituto Médico Schilkrut, Andrés Borzutzky explica que los Trastornos por uso de Sustancias (TUS) o adicciones son una enfermedad compleja, que implican una serie de cambios en el cerebro y que pueden afectar a cualquiera, independiente de su personalidad. “Hoy se entiende que los TUS son una enfermedad que involucra cambios en los circuitos cerebrales que procesan las recompensas, el estrés y el autocontrol”, explica el especialista. Y sin embargo, a pesar de que el consenso en la comunidad médica está en que la adicción es una enfermedad, todavía existe la creencia de que hay personalidades que nos predisponen a desarrollarla. “Existe el mito desde hace mucho tiempo de que algunas personas tendrían una personalidad adictiva. Es decir, que un tipo de personalidad o de personas tendrían mayor riesgo de desarrollar adicciones”, explica Andrés Borzutzky. “Muchos factores pueden aumentar el riesgo de adicción, pero no hay evidencia que confirme que un tipo específico de personalidad cause que las personas desarrollen un trastorno por uso de sustancias”.
Si el mito de la personalidad adictiva fuese real, sería difícil explicar por qué hay personas alcohólicas que no consumen drogas como marihuana o cocaína incluso cuando han estado expuestas a ellas. O por qué un individuo se vuelve ludópata pero no adicto al tabaco.
La ciencia no ha podido demostrar que todos los adictos compartan rasgos comunes de personalidad pero sí ha demostrado que la adicción es multifactorial. “Ningún factor por si solo o ningún rasgo de personalidad es conocido como el causante del desarrollo de una adicción”, aclara Andrés Borzutzky. Agrega que uno de los mayores riesgos del concepto de Personalidad Adictiva es que nos deja con una mirada individualista y determinista del desarrollo de los trastornos por uso de sustancias. Algo así como que es la persona quien desarrolla su propia adicción y lo hace porque tiene una personalidad específica. Entonces se culpa al individuo. “Esto contribuye al estigma de las personas con adicciones y peor aún, afecta nuestra mirada como sociedad sobre la prevención, tratamiento y mejoría de las personas con adicciones, comenta el psicólogo.
Según un informe sobre el uso de drogas publicado por la Organización de Estados Americanos, Chile es el país que registra la tasa más alta de consumo de drogas como marihuana y cocaína entre la población juvenil en toda la región. Ante este escenario, romper con esos prejuicios sobre quiénes son y quiénes pueden llegar a desarrollar una adicción es un paso crucial para prevenir y combatir esta enfermedad.
Y es que la noción de la personalidad adictiva no solo es dañina porque contribuye a fortalecer el estigma que las personas con TUS son individuos que recurren frecuentemente a la mentira, la manipulación, las relaciones utilitarias, el engaño. Sino que, además, según explica el Director Ejecutivo del Centro Médico Schilkrut, nos hace creer falsamente que muchos de nosotros no estamos en riesgo de desarrollar una adicción porque no tenemos ninguna de las características que se le atribuyen a la caricatura del adicto. “La realidad es que cualquier persona puede desarrollar un trastorno por uso de sustancias, incluyendo personas que tienen amistades profundas, personas honestas, íntegras. Incluso siendo un aporte significativo para nuestra sociedad”.