Paula 1198, Especial Madres. Sábado 23 de abril de 2016.

Aunque hoy es una de las documentalistas más aclaramadas de Canadá, Noemí Weis -nacida en Argentina, pero radicada desde niña en Toronto- trabajó 20 años como productora de publicidad. Su vida profesional dio un vuelco, cuando quiso emprender un proyecto que le permitiera ahondar en temáticas sociales y derechos humanos y en 1998 montó la productora de documentales FilmBlanc. Allí su tarea era gestionar el financiamiento para otros directores. Pero en 2002 decidió convertirse ella misma en documentalista. Desde entonces ha rodado siete cintas, entre ellas Let's talk about it (Hablemos) sobre la violencia doméstica bajo la óptica de los niños crecidos en Toronto, y Abuelas, sobre el movimiento Abuelas de la Plaza de Mayo, en Argentina. Milk, su filme más reciente, que se acaba de presentar en el Festival Cine de Mujeres en Santiago, nació de su interés por averiguar cómo hoy llega un nuevo niño al mundo. Para ello viajó a 11 países y 35 ciudades y entrevistó a médicos, matronas, parteras y sobre todo a muchas mujeres embarazadas, recién paridas y en periodo de lactancia.

En Milk muestras cómo las empresas de leche de fórmulas se han ido infiltrando en la lactancia.

Si bien en 1981 la OMS estableció una convención que limita la promoción de alimentos para bebés solo para casos realmente necesarios, hay muchos arreglos de las compañías de fórmulas con los hospitales. El marketing es sutil, muchas veces a través de regalos que les mandan a las madres antes de que el bebé cumpla seis meses, cuando ellas deben volver a trabajar, porque son productos que buscan suprimir la leche materna.

También denuncias el problema con las donaciones de fórmulas en situaciones de emergencia.

Las compañías de fórmulas hacen donaciones a zonas de catástrofe, pero son por un tiempo muy limitado. Entonces, cuando la mamá no tiene más dinero para comprar esa leche, y tampoco tiene leche en su cuerpo, porque ha dejado de amamantar, viene el problema de desnutrición. Es algo serio y está generando una mortalidad infantil muy grande en el mundo. Hay casi un millón

de muertes de bebés por no ser amamantados.

Viajaste a 11 países para hacer el documental. ¿Por qué?

Tenía ciertos temas que abordar y fui adonde me llevó la historia. Pero hubo lugares clave como Brasil, donde fui porque quería contar la historia de los bancos de leche que funcionan desde 1943. Allí, las mujeres que tiene sobreproducción de leche, llegan a donar para ayudar a otras madres que no pueden amamantar. Era un modelo que existía en muchos lugares, pero que cerraron cuando las compañías de fórmulas les dijeron a los médicos "acá tienen algo sin riesgo" y todos se lo creyeron. Kenia aparece porque es un país con gran mortalidad infantil y recursos muy limitados, donde diseñaron un plan para aumentar el porcentaje de lactancia materna, que ha permitido reducir el nivel de mortalidad infantil. A Francia fui porque si bien ha sido un país pionero en el desarrollo de la mujer, existe un gran conflicto cultural en torno a la lactancia, porque se piensa que la mujer tiene que estar trabajando para ser alguien en la sociedad, lo que ha llevado a que solo el 5% de las mujeres mantenga lactancia exclusiva hasta los 4 meses.

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Para demostrar cómo las donaciones de fórmulas en situaciones de emergencia terminan generando un problema de desnutrición en muchos recién nacidos, Weis viajó hasta Filipinas donde entrevistó a mujeres que recién habían dado a luz para el tifón que afectó al país en noviembre de 2013.