El playlist de mi hija me salvó
María Fernanda fue por un control de rutina y descubrió que uno de los mellizos que esperaba no tenía latidos. Quedó hospitalizada y todos los esfuerzos se concentraron en que su hija naciera bien. Y lo lograron. Pero luego vino un posparto que, además de ser difícil como en la mayoría de los casos, incluía el dolor de la pérdida. En ese contexto, la música se transformó en lo que ella define como "un salvavidas emocional".
El sábado 10 de diciembre del 2023 a las 8:00 a.m. le pedí a mi marido que me llevara a la clínica. Tenía 30 semanas de gestación de mellizos, Luciana y Benicio. Hasta ese momento todo iba bien, sólo quise descartar algún problema, ya que no sentía los mismos movimientos en el vientre que semanas antes. Pensé que iba a volver a casa diciendo ‘mejor exagerada que después lamentarse’, sin embargo, en este caso, pasó lo contrario: el niño no tenía latidos y la niña sí.
Fue tan intenso todo en ese momento, recuerdo estar en shock y solo escuchar a mi doctor diciendo, ‘vamos a hacer todo para que salgas de aquí con Luciana’. Eso fue lo que me mantuvo enfocada durante las cinco semanas que estuve internada en la clínica, pensar que podríamos llevarla sana a casa. Los días se hacían eternos, un paseo sinfín de enfermeras y especialistas, a todas horas, día y noche.
Casi siempre estuve acompañada, pero también hubo días más solitarios. Entre medio me contagié de Covid junto a mis padres, que viven en Valdivia y estaban de visita por las fiestas de fin de año. Así que me aislaron y no pude verlos. Al volver a Valdivia, a mi papá le dio una peritonitis sorpresiva que nos golpeó más a todos, y mantuvo a mi mamá cuidándolo debido a su gravedad.
Hasta que llegó el día que nacieron nuestros bebés, a las 35 semanas. Estuvimos los cuatro juntos por unos segundos y después nos subieron a la pieza. Acompañados por nuestros familiares más cercanos, dimos una bienvenida y una despedida. Al mismo tiempo. Pocos son los momentos tan contradictorios y antagónicos en la vida que te hacen sentir así. La vida y la muerte juntos.
Me dieron el alta aunque no me quería ir. Tenía miedo de volver a una casa que no había alcanzado a preparar. Los colores se veían diferentes; la densidad del aire, el calor, volver al mundo con uno menos.
Lo que vino fue aprender a tener una niña en casa; conocernos, alimentarla, cuidarla. Sentir cansancio, mucho cansancio, y también angustia por el peso y la alimentación de Luciana. Dolor en mi cuerpo, intensidad a mil.
La neonatóloga no me soltó la mano (y todavía no lo hace) para ayudarme con todas las preguntas que tenía y siempre me dio los consejos para prevenir y estar atenta a una depresión post parto; tenía que salir a tomar aire con la bebé, que viera caras diferentes dentro de lo posible. Recordé que en la clínica, cuando le ponía música, Luciana respondía con movimientos dentro del vientre.
En el colegio yo participaba en coro, como todas mis amigas, además de tocar piano, y me encantaba. Sentía que tenía oído musical y aprendíamos canciones en alemán, inglés y español principalmente. Una carpeta con mucho repertorio que se perdió cuando partí a la universidad.
Algunos recuerdos y algunas letras se quedaron en mi cabeza. Estuve en casa buscando varios días esas canciones de mi infancia, hasta que encontré un playlist llamado ‘Niños felices y conscientes’; melodías y canciones orientadas a acompañar a los niños y niñas, estimular su imaginación, reconocer sus sentimientos, con historias sobre la naturaleza y los animales. Me encantó.
Progresivamente me las fui aprendiendo y notaba cómo Luciana reaccionaba ante algunas, se emocionaba al escucharlas o fijaba su vista en la mía. Esa música comenzó a relajarla y a mí también. Fue así, cómo este playlist me empezó a acompañar en el auto, donde mi hermana y a todas partes.
En los momentos más oscuros y dolorosos después del parto, a veces cuando sentía que se me acababan las fuerzas y que se me volvía a quebrar el corazón, este playlist y sus canciones me acompañaron con letras tiernas, abrazos imaginarios y música para mi alma. Es que nadie nos recomienda una terapia específica para ayudarnos en este momento, solo buscar lo que nos haga sentir bien de una manera saludable. A veces no lo vemos, pero cantarle a mi hija me ayudó, pensaba que le cantaba a los dos y que Benicio me escuchaba en otro tiempo y espacio.
Hasta el día de hoy, algunas de mis amigas también lo incorporaron en su día a día y lo seguimos escuchando. A veces pienso que podría darle las gracias a la persona que creó esta maravillosa lista de música, que se dio el tiempo para recolectar y seleccionar estas letras y autores. A veces también me dan ganas de dibujar las canciones, a esos personajes que se transformaron en mis compañeros cercanos, que hicieron mis días más alegres y suaves, y que de alguna manera me rescataron del sufrimiento abismal que cada tanto me venía a visitar.
Ahora que Luciana tiene un año y medio, seguimos escuchando música juntas. Hemos sumado otras playlists, aunque la primera siempre será mi favorita. Es la que tarareo en mi mente y me lleva a esos primeros meses cuando les cantaba a mis hijos y también a mí, a mi niña interior que sigue en mi corazón.
* María Fernanda Montecinos tiene 39 años y es diseñadora Industrial y Lighting Designer.
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