“El órgano sexual más poderoso es el cerebro”, dice Tamara Villanovoa, educadora sexual y fundadora de la plataforma Regina Educa. Y es que ahí se produce el deseo. Porque cada vez que tenemos fantasías, hablamos o practicamos sexo, hacemos que nuestro cerebro se active. “No es por nada que uno incluso durmiendo puede tener sueños eróticos y súper realistas”, agrega.

Nuestra sexualidad no está reducida exclusivamente en los genitales o zonas erógenas, sino también se genera y se alimenta en nuestra imaginación, la cual puede generar instancias exclusivas que ayuden alcanzar el autoconocimiento y conocer nuestros deseos. ¿Cómo? A través del imaginario erótico.

El imaginario erótico tiene que ver con el pensamiento ligado al placer y al erotismo que sobre todo a las mujeres se nos ha ido negando y reprimiendo, porque desde chicas nos dijeron que no debíamos tener esos pensamientos. El imaginario se ha llenado con situaciones, acciones, sentimientos, sensaciones, aromas, lo que se te ocurra que te cause algún tipo de placer”, dice Tamara.

Muchas mujeres no tienen claras sus preferencias y se quedan con una idea especifica de sus relaciones, pero los seres humanos estamos en constante cambio y aquellas cosas que nos gustaron en el pasado, no son necesariamente las que nos gustan ahora ni las que nos van a gustar en el futuro. De esta forma, cuando exploramos con los sentidos y mantenemos imágenes o pensamientos en nuestra imaginación, logramos una mayor conexión con nuestro propio erotismo, mejorando nuestra vida sexual.

Este placer, describe Tamara, no debiese ser entendido como algo exclusivamente erótico, sino también como algo que provoca bienestar: aromas, temperaturas, sabores y texturas. Aspectos que pueden ir de lo más básico hasta cosas más sexuales. “Es una herramienta que es muy sencilla, porque no tiene ningún costo y ninguna limitante. Entre más lo hagas, más fácil se vuelve. Conectas con el placer y la sensación de bienestar, lo cual sirve a la larga no solo para masturbarte o tener sexo placentero, además para identificar la sexualidad y lo que erotiza a esa identidad. Todo se reconoce con más facilidad”, especifica.

De acuerdo a la educadora sexual, para desarrollar esta práctica se debe vincular primeramente con las cosas más sencillas que envuelven nuestro día a día: desde que una se levanta hasta cuando se acuesta. Y descubrir aquellos aspectos que nos atraen cuando caminamos, respiramos, sentimos. La invitación es a explorar con los sentidos y deleitarnos.