Cincuenta pacientes que tienen entre 33 y 68 años acuden periódicamente al tercer piso de un moderno edificio de Alonso de Córdova en busca de la eterna juventud. Es el Palm Springs Life Extensión Institute Chile, una oficina de consultas ambientada con sillas Wassily blancas y una luz celeste que cae del cielo. Allí los pacientes comienzan su tratamiento con un chequeo médico para determinar su edad biológica, que no necesariamente coincide con la cronológica. Es el primer paso para someterse a una terapia llamada Balance hormonal total, cuyo objetivo es detener el envejecimiento del cuerpo. Los pacientes pagan hasta 640 mil pesos mensuales por un cóctel hormonal cuyo ingrediente básico es la hormona del crecimiento.

La terapia fue inventada por el doctor estadounidense Edmund Chein, dueño de una clínica antienvejecimiento ubicada en Palm Springs, California. De allí el nombre de la filial chilena, que es una franquicia de la estadounidense, según explica el doctor Jorge Fernández, director médico de la sede de Santiago, titulado de la Universidad de Chile y especialista en medicina familiar.

"Aunque se mantengan en rangos normales, las hormonas tienden a declinar con la edad. El doctor Chein postula que al recuperar los niveles que uno tenía a los 20 años mejora la energía, la concentración, la memoria", dice el doctor Fernández. "Baja el porcentaje de grasa y sube el de tejido muscular. Aumenta la fuerza. Los pacientes bajan de talla y notan su cuerpo más duro, más compacto. La terapia con hormona del crecimiento también mejora la densidad ósea y la piel, disminuye el grosor de las arrugas y ayuda a regenerar células de los órganos vitales y el cerebro", enumera.

La terapia de juventud llegó a oídos de Sergio Avendaño (58), empresario dueño de un laboratorio de prótesis dentales donde trabajan 100 empleados. Sergio siempre ha sido alto, delgado y bueno para los deportes. Empezó la terapia de balance hormonal hace dos años. Sentado en una cafetería toma jugo natural de piña mientras asegura que les ha recomendado el tratamiento a todos sus amigos. "Es la plata mejor gastada del mundo", asegura. Le preguntamos a la mesera que lo atiende qué edad le calcula a Sergio. "Cincuenta", contesta ella. Sergio sonríe. Dice que le han echado 45.

"Dejaron de salirme canas apenas empecé con el tratamiento, pero lo que más ha mejorado es mi energía. Me siento fantástico. Salgo a trotar cada vez que puedo y tres veces a la semana hago pesas, bicicleta y abdominales en un gimnasio que monté en mi casa. Siempre he sido deportista, pero ahora me siento mejor. Como de 45 años. Se supone que en un año más me voy a sentir como de 35", dice Sergio.

"Al principio mi señora no quería que me hiciera el tratamiento porque pensaba que yo iba a rejuvenecer y ella iba a quedar atrás. Pero le expliqué que esto no es una cirugía plástica. Es un lifting por dentro", cuenta. Sergio se inyecta hormona del crecimiento dos veces al día. Lo hace solo, sin ayuda, como requiere el tratamiento. Aunque se siente más joven, no ha visto que su grasa corporal baje ni que su tejido muscular suba. En realidad, no ha visto ningún cambio que se pueda medir objetivamente.

Cáncer en la mira

En Chile no está autorizado el tratamiento con hormona del crecimiento en adultos sanos. "Sólo se puede prescribir en niños con deficiencia de esta hormona o en púberes que padecen el síndrome de Turner, que limita su estatura", explica el doctor Luis Eduardo Johnson, jefe del departamento de Control Nacional del Instituto de Salud Pública (ISP). "Si un médico quisiera usarla en otros casos –en adultos sanos, con fines de detener el envejecimiento, por ejemplo– tendría que solicitar una autorización al ISP y adjuntar su petición con estudios clínicos serios que avalaran los beneficios de la terapia y descartaran los riesgos. Esto no ha ocurrido. Si hay pacientes bajo este tratamiento son conejillos de indias de un experimento médico no autorizado", advierte.

La hormona del crecimiento que se inyectan los pacientes de Palm Springs Chile proviene de un laboratorio que tiene el doctor Chein en Estados Unidos. "Si quisiéramos vender masivamente esta hormona deberíamos hacer tramitar el permiso en el ISP", dice el doctor Jorge Fernández. "Pero lo que ofrecemos es un programa antienvejecimiento, que incluye la prescripción personalizada de los medicamentos. Este trámite lo realizamos directamente con la aduana y el Servicio de Salud respectivo", dice.

La Food and Drug Administration (FDA) también prohíbe el uso de la hormona del crecimiento con fines rejuvenecedores en Estados Unidos, pero como no existe un control estricto el tratamiento igual ha ganado popularidad entre los pacientes. Ante este fenómeno, dos investigadores de la Universidad de Stanford revisaron los estudios que se han hecho al respecto. En enero de este año publicaron sus conclusiones en Annals of Internal Medicine, una prestigiosa revista científica. En resumen, dicen que la administración de hormona del crecimiento en adultos sanos, es decir, sin déficit hormonal, además de ser extremadamente cara, implica beneficios limitados y riesgos altos. Entre los beneficios que se pudieron comprobar se cuentan la reducción de dos kilos de grasa abdominal y el incremento de masa muscular. Iguales resultados se logran con un programa regular de ejercicios, según los investigadores. Entre los riesgos figuran retención de líquido, edema, dolores similares a los de la artritis, hipertensión y diabetes, porque la hormona del crecimiento altera la glucosa de la sangre. "Desde los años noventa han surgido abundantes investigaciones científicas serias que señalan los beneficios de reponer la hormona del crecimiento en adultos que presentan niveles por debajo de lo normal, por ejemplo, porque han sufrido un accidente y se les ha dañado la glándula pituitaria, que es la que produce esta hormona", dice el doctor Enzo Devoto, endocrinólogo.

"Pero no hay que confundir estos casos con los de adultos sanos, que tienen sus niveles hormonales dentro de un rango normal y usan la hormona del crecimiento para ganarle a la vejez", agrega Devoto. "No se conocen las complicaciones que podrían surgir a mediano y largo plazo. Entre otras funciones, la hormona del crecimiento favorece la multiplicación de células. Es legítimo preguntarse si su uso en personas sanas podría agravar un cáncer existente o incluso gatillarlo si es que el paciente está predispuesto genéticamente a ello. Mientras no haya estudios científicos serios, a largo plazo, con muestras importantes y metodologías adecuadas que demuestren que los beneficios superan con creces los riesgos, no es recomendable gastar dinero para someterse a este tratamiento con el fin de revertir la vejez. Es mejor no arriesgarse", advierte el doctor Devoto.

Como las gaviotas

A diferencia del doctor Chein, quien se inyecta hormona del crecimiento todos los días, el doctor Jorge Fernández, que se empina en los 40, no se ha sometido al tratamiento, aunque asegura que cualquier persona sobre los 35 años es candidata en potencia para comenzar la terapia. Le preguntamos si les puede asegurar a sus pacientes que a mediano o largo plazo la hormona del crecimiento que se inyectan no les va a gatillar un cáncer. "No hay evidencia de que lo cause ni de que no lo cause", responde. "Al paciente le hacemos la recomendación y es él quien decide", agrega.

En abril de 2005, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios decidió frenar el uso de la hormona del crecimiento como terapia contra la vejez y restringió su distribución a las farmacias hospitalarias de España. La agencia advirtió que el tratamiento en adultos que no presentan un déficit hormonal puede producir, entre otras enfermedades, hiperglicemia, hipotiroidismo, diabetes e hipertensión intracraneal, que se manifiesta en cefaleas, náuseas, vómitos y edema en la retina, lo que puede ocasionar problemas a la vista.

La Junta Médica de California acusó a Edmund Chein de negligencia, de prescribir medicamentos sin indicación médica y de deshonestidad, entre otros 10 cargos. En 2005 la junta obligó al doctor Chein a cumplir ciertas condiciones durante cinco años –como seguir un curso de ética y abstenerse de publicitar su terapia si no tiene respaldo científico–, o le quitarán su licencia médica.

Mientras tanto, Chein, quien obtuvo su título de médico en una universidad de las Antillas Holandesas, sigue inyectándose diariamente la hormona del crecimiento. En Chile, además de Palm Springs, hay endocrinólogos que en sus consultas recetan esta hormona a pacientes que quieren bajar la grasa abdominal y mejorar su musculatura. El objetivo principal de Sergio Avendaño, en cambio, es tener energía para trabajar hasta los 85 años. "¿Sabías que las gaviotas no envejecen?", pregunta mientras termina su jugo. "Crecen, se convierten en adultas y desde entonces se mantienen inalteradas toda la vida, con la misma energía de siempre. Hasta que un día, pum, se mueren de golpe. Yo quiero ser así. Quiero ser como las gaviotas".