El problema no eran las piedras, era dejarlos ser niños

columna de maternidad Paula



Este año la municipalidad puso carpas en la calle para vacunar contra la influenza, así que aproveché la instancia y llevé a mis tres hijos. Obviamente había una fila y teníamos que esperar. Entonces mis niños se pusieron a jugar, corrían, saltaban y después de un rato, vieron que un árbol tenía varias piedras chicas en su base. Empezaron a moverlas, a poner una encima de la otra, se les caían y volvían a armar sus torres.

En ese escenario un señor empezó a recoger las piedras y a ponerlas otra vez en la base del árbol y movía la cabeza diciendo no. Entonces mi marido se acercó y le mostró que estaban jugando, pero el señor le contestó que no podían jugar, que era peligroso que las piedras estuvieran ahí, que alguien se podía caer.

Empezó a subir la voz y nos dijo que teníamos que aprender a educar a nuestros hijos, que lo que hacían estaba mal. En ese momento intervine y le dije a mi marido que no valía la pena decir nada, los niños se habían asustado, así que nos alejamos.

Por más que quise que las palabras de ese señor no dieran vueltas en mi cabeza, quedé todo el día pensando lo que había pasado. Preguntándome si estuvo mal lo que hicieron mis hijos. Ver a niños jugando al aire libre, entretenidos con elementos de la naturaleza, ¿en qué momento se convirtió en algo incorrecto?

Repasé en mi cabeza las veces que vamos al supermercado y quieren tocar y tomar todos los productos, o cuando estamos en un restaurant y al terminar de comer empiezan a decir mil veces que quieren irse de la mesa a jugar.

Todo me hizo reflexionar y pensar ¿por qué esta sociedad espera que un niño de 4 años esté sentado en silencio? ¿Por qué se espera que en el auto un niño de 6 años no se queje, no llore o pregunte muchas veces cuándo falta para llegar? Y siempre la respuesta fue la misma: en nuestra sociedad, se espera que los niños se comporten como adultos.

Si el día que los fui a vacunar hubiera tenido a mis hijos sentados con un celular, calladitos y sin moverse ¿habría sido un ejemplo de que están bien educados? ¿Porque es considerado “mal educado” a los niños que se comportan como niños? No es más violento ver a menores en el parque con celulares, inmóviles y silenciosos. ¿Porque nadie se acerca a esos papás a decirle que exponerlos a pantallas es algo que va en contra de su desarrollo?

Me resisto a aceptar que les robemos una de las etapas más lindas que tiene el ser humano. Los niños son nuestro futuro. No podemos quitarles su momento de imaginar, de tener pataletas porque están aprendiendo a regularse, de manchar su ropa, escalar árboles, equivocarse y volver a intentarlo.

Me di cuenta de que tenemos que alzar la voz por ellos, debemos ayudarles a recuperar su lugar en esta sociedad. Por eso escribí ‘La Máquina Robapoderes’, un cuento para transmitir lo entretenido que es ser niño y que al estar expuestos a pantallas se duermen todos los talentos. Es una historia que invita a reflexionar sobre el uso de pantallas y el poder de la imaginación.

Busco despertar a todos esos niños alejados de la naturaleza y que cuando los adultos lean el cuento a sus hijos, recuerden todas esas veces que jugaron hasta quedar agotados, como los protagonistas de mi historia. Y es que no podemos dejar que una “maquina” se robe los talentos de nuestra futura generación. El juego es imperativo para el desarrollo cognitivo y si limitamos las instancias de exploración, curiosidad y tiempo al aire libre de los niños y niñas, estamos afectando su crecimiento.

Un niño que no juega lo suficiente tendrá mayores dificultades para interactuar con otras personas y entender el entorno que le rodea y ese efecto a nivel de salud mental es enorme. Nos vamos a arrepentir si no actuamos a tiempo.

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* Ximena Bancalari (@xbancalariescritora) es lectora de Paula. Nos escribió para compartir su reflexión con otras lectoras. Si como ella tienes una historia que contar, escríbenos a hola@paula.cl.

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