Paula 1170. Sábado 28 de marzo de 2015.
Fuiste a aprender inglés. ¿Lo conseguiste?
La verdad, pensé que iba a tener una exposición al inglés más profunda y no la tuve: me pasaba la mitad del día en la casa limpiando, cocinando. Pero algo aprendí. Ahora leo mejor en inglés y hablo un pelito mejor. Pero sigo en el modo Tarzán.
¿Pero hiciste un curso de inglés?
Sí, y tenía muchos compañeros árabes y chinos, que allá hay miles. Me hice muy amigo de un ruso y un kazajo (de Kazajistán). No sé cómo, pero nos comunicábamos.
¿Cuál es tu expresión favorita que aprendiste en inglés?
It doesn't work, que en chileno sería como se me cayó el sistema, esto no está funcionando. Me gustó, además, porque la entendía y mi universo de elección en inglés era muy bajo.
Describe tu partida de Chile.
Fue heavy, tuve que firmar papeles, abrir cuentas, buscar colegios, entender el sistema de impuestos de otro país. Metí harto las patas también. Cuando nos fuimos éramos como los Cárcamo: llenos de bolsos, bolsitos, mochilas, muñecas.
¿En qué metiste las patas?
Pagué 500 dólares solo en multas de tránsito. Aprender es caro.
Viviste en Brookline, un barrio pituco de Boston.
Sí, era pitucón. Vivimos en un departamento exquisito, en un edificio de más de 100 años. Se quebró un vidrio y la dueña del departamento, que vive en Portugal, estaba muy preocupada de cómo conseguir un vidrio parecido a los de 1900. Me salió 300 dólares arreglarlo.
¿Qué fue lo más estresante de esos meses sabáticos en familia?
Mantener la casa limpia y habitable. Acá uno sale de la pega y cree que por arte de magia la ropa está en su lugar y eso es porque tenemos la suerte de tener a alguien que nos ayuda, pero allá no. Volvía a la casa y el pantalón estaba en el mismo lugar donde lo había dejado en la mañana. Por otro lado, con siete meses sin producir, la bicicleta pierde vuelo. Ahorré harto para ese viaje, pero igual pasé angustias.
O sea, allá aprendiste que en Chile tienes una vida privilegiada.
Por eso fue una experiencia tan chora. Allá no pertenecíamos a ninguna red social. Fue, guardando las proporciones, como vivir la vida del inmigrante: ponerte a la cola. Eso es bonito porque tienes que usar todas tus herramientas, lo que en Chile no haces porque hay cosas que vienen predeterminadas según donde naciste.
¿Qué observaste de los colegios donde tus hijos estudiaron allá?
Vi a mis hijos leyendo tres libros a la vez, preparando presentaciones y escribiendo ensayos todo el día y ¿sabes? No los vi estresados, por el contrario, estaban muy entusiasmados. Allá saber no es nerd, es cool. Los cabros hacen voluntariado desde muy jóvenes porque las universidades les piden, aparte de las notas y las pruebas, que cuenten quiénes son. Entonces desde muy jóvenes dejan de tener vacaciones para crear una biografía, y se van de voluntariado a hacer clases de violín o a trabajar con los refugiados.
¿Qué más aprendiste en Boston?
Yoga. Y eso que no entendía todas las instrucciones y tenía que sapear a mis compañeros antes de levantar una pata. Pero igual me estiré. Y estoy seco para la cocina. Hacía unas carbonadas exquisitas y descubrí que si las reduces las transformas en charquicán.
¿Cómo veías a Chile desde la distancia?
Veía un ánimo generalizado de esperar con la chela en mano quién cae hoy y disfrutarlo, como si fuera un espectáculo sangriento, romano. Cayeron tres grupos empresariales importantes: Luksic, Penta y SQM. Y capaz que caigan más. Pero ¿por qué hay gente que goza con eso?¿Por qué te gusta que haya caído Sebastián Dávalos? Porque es hijo de la presidenta, ¿verdad? Y lo cierto es que tenemos una presidenta que se ha sacado la cresta dirigiendo el país, pero no, quieren verla caer y de manera oprobiosa, y eso es inaceptable.
La gente está indignada, pues.
Estas hordas con vocación de linchamiento son otro poder al que hay que mirar con cuidado. Lo que nos pasa es dramático, pero a nadie le preocupa la descomposición social, que tarde o temprano nos va a pasar la cuenta. Hay que reconstruir. No digo que haya que parar las investigaciones, por el contrario, que caigan todos los que tengan que caer porque necesitamos justicia, pero eso es la justicia, el resto es festín. Eso me jode porque yo quiero vivir acá siempre.
¿Ah sí?
Totalmente, me encanta Chile. Es choro viajar, pero me siento identificado con Chile.