Paula 1083. Sábado 19 de noviembre de 2011.
Se crió en Rancagua y estudió Arte en la Universidad Católica. Al egresar sus padres le regalaron su primera cámara –una Nikon D50– que no soltó más. Hoy, con una Nikon D90 y una Hasselblad análoga, no hay fiesta o lanzamiento ondero que Andrés Herrera (27) se pierda. A todos llega con doble militancia: como invitado y fotógrafo de vida social contratado por diferentes agencias de comunicaciones que luego diseminan sus fotos en las sociales de diarios y revistas. El año pasado lanzó la página www.lamuerte.in, donde despliega las imágenes que captura en esos mismos eventos y matrimonios; una galería que da cuenta de su idolatría por la belleza y la moda. Su más reciente proyecto se llama El Anuario (www.elanuario.cl), que armó junto a María Paz Rodríguez, en el que publica retratos y entrevistas a chilenos de distintos ámbitos, como la dramaturga Elisa Zulueta y el DJ Camilo Castaldi.
¿Por qué la vida social genera esa irrefrenable curiosidad?
Es la necesidad de mostrarse y un morbo por ver en qué está el resto. Una hoguera de las vanidades. Pero ha cambiado. La vida social perdió lo que tenía antes, en la época de Zig-Zag, que mostraba estilos de vida de una cierta clase o de un cierto grupo cerrado. Hoy se asocia a vender un producto, a que determinada marca hace una fiesta y la gente que va a esa fiesta ayuda a que la marca venda. Y, por otro lado, está ligada a la masificación de las herramientas para sacar fotos –camaritas, celulares– y de las plataformas para mostrarlas. Facebook y twitter permiten que todos tengan un minimedio para mostrar sus vidas. Y la vanidad ahí es muy importante.
¿A quiénes te interesa fotografiar?
Gente linda, ridículamente linda. Se nos educa para que sepamos reconocer a la gente linda desde que somos chicos. Cuando estoy fotografiando, no lo pienso, me sale instintivo.
¿Qué te motivó a hacer La Muerte?
Me di cuenta de que cuando subía fotos a facebook la difusión era rápida y masiva. Pero quería tener un espacio separado de Mark Zuckerberg, donde no existiera el "me gusta", por ejemplo.
¿Por qué ese nombre?
Me pareció una buena frase, se la comenté a mis amigos y todos pensaban que era por la expresión "te morí como salí" o "me muero lo linda". Y aunque al principio eso no me gustó, terminé por convencerme de que estas frases frívolas derivan de la vida social.