“Llevo 15 años felizmente casada, como dice la gente. Pero cada vez que digo en voz alta ese ‘felizmente’, me pregunto si realmente entro en esa categoría o solo me estoy engañando. No es que no sea feliz, no es eso.
Con mi pareja nos conocimos en el trabajo. No fue un amor a primera vista, fue un amor lento y estable, hasta que después de dos años decidimos irnos a vivir juntos, luego casarnos y tener hijos. Estos 15 años con él han sido vertiginosos, se han pasado muy rápido entre crianza, cambio de países, enfermedades y planes laborales. Nos ha pasado de todo y lo hemos sobrevivido. A veces todo ocurre tan rápido, que nunca nos detenemos a pensar cómo estamos. Y quizás de ello va un poco esta reflexión.
Con mi marido somos muy partners, nos reímos juntos, conversamos, tenemos los mismos valores, miradas sobre la vida muy similares. Cuando pienso en él me proyecto hasta que seamos viejitos, viajando juntos, arreglando la casa, haciendo fiestas, disfrutando con nuestros hijos, quizás nietos. Todos planes que supongo las generaciones más jóvenes deben considerar una lata. No sé, ahí va mi tema, porque con mi marido, salvo en los dos primeros años de la relación, nunca hemos sido de esas parejas expresivamente enamoradas y apasionadas, exploradoras de la sexualidad, que tienen sexo cinco veces a la semana o ya no sé cuál será el parámetro que se espera. No. Más bien nuestra vida sexual es bastante monótona y escasa.
Desde que nació mi primera hija (tenemos 4) mi deseo sexual bajó muchísimo. Luego vinieron los otros y siento que jamás fue lo mismo, yo no volví a ser la misma. Aunque nunca fui la gran bomba sexual, por supuesto que en mis 20 era más activa y el sexo me preocupaba más. Hoy, todo lo contrario, no es una prioridad para mí. Cada vez pienso más que el sexo está sobrevalorado, que no es tan importante en la vida y tampoco en una relación de pareja. Pero no es algo que lo comente con mis amigas, porque de seguro me dirán que estamos mal. ¿Será? No lo sé. Solo sé que si me dieran a elegir entre tener una vida sexual apasionada y activa con otro o quedarme como estoy ahora, prefiero quedarme aquí. Estoy bien así, no necesito más. ¿Estará mal eso?
Yo no me siento mal por eso, de hecho estoy bien. Pero no sé si mi marido está conforme realmente. Una siempre tiene ese temor con los hombres, que ‘necesitan’ del sexo, como si tuvieran un impulso incontrolable que si no lo tienen en su pareja, lo buscan en otra parte. Él al principio se la sufría bastante, tenía como una ansiedad de mucha frecuencia sexual y yo me sentía siempre agotada. Teníamos varias peleas por el tema. Decía que lo había dejado botado y solo me preocupaban nuestros hijos, y es probable que tuviera razón. A veces yo lo hacía solo para cumplir, sin muchas ganas, pero después pensé ‘esto no está bien’ y dejé de hacerlo.
Al pasar de los años creo que a él también le fue bajando el deseo sexual y ahora estamos en ese punto en que disfrutamos mucho la vida que tenemos juntos, hemos creado un núcleo muy bello, pero no tenemos una vida sexual así wow, despampanante. De hecho la frecuencia de nuestros encuentro sexuales es muy poca, como una vez cada dos o tres meses o así.
Mi miedo es que la idea de lo que nos muestran que se supone es estar ‘felizmente casada’, o al menos lo que veo en las películas románticas, es esas parejas que se despiertan dándose besos y que a pesar de los años tienen sexo de manera pareja y sostenida. Y, al contrario, cuando muestran en las películas una pareja que está mal o va a separarse, los muestran monótonos sexualmente.
¿Será realmente necesario tener una vida sexual así espectacular y frecuente para ser feliz en pareja? A veces lo converso con mi marido y también nos preguntamos si esto es normal o no, pero seguimos juntos, adelante. Lo único que me da miedo es que nos pase lo que también pasa en esas películas románticas: que un día llegue ‘otra’ más joven, que sí sea una bomba sexual, y hasta ahí llegue este sueño, nuestro proyecto juntos y nuestra vida juntos. Espero que no sea así”.
Karol tiene 47 años y es enfermera.