Patentado en 1904 por la estadounidense Mary Phelps Jacob, el sostén ha pasado por todas sus versiones, convirtiéndose verdaderamente en un símbolo cultural, que ha ido representando la figura de la mujer a lo largo de los años. Pasando por diferentes modas y estilos, se ha ido perpetuando el uso de esta prenda íntima. Desde un ideal de belleza con un busto voluminoso acompañado de los sostenes pushup, a un estilo más plano representado por los bralettes.

El sostén ha sido objeto de múltiples debates en torno a su utilidad y significado en la sociedad contemporánea, pasando de ser un símbolo de sensualidad a uno de liberación. Sin embargo, queda una pregunta dando vueltas. ¿Es realmente necesario para la salud de las mujeres o es simplemente una convención social impuesta por la cultura y la industria de la moda?

Perspectiva Médica: Beneficios y Mitos

El cirujano plástico, José Tomás Gantz, afirma que el uso de sostén no está asociado a ninguna enfermedad mamaria, incluido el cáncer, y derriba así uno de los mitos más comunes sobre esta prenda. Sin embargo, destaca la importancia de su correcto uso durante ciertas etapas. “No tendría ninguna diferencia usar o no usar sostén en términos médicos en general, aunque sí hay salvedades como el embarazo, la lactancia, al hacer deporte y tras una operación mamaria”, explica.

Fernanda Garrido, ginecóloga de Clínica Universidad de los Andes, aporta una visión desde el ámbito de la salud femenina destacando que, aunque no hay suficiente evidencia médica para respaldar su empleo generalizado en términos de beneficios para la salud, el sostén puede ser beneficioso para reducir el movimiento y el malestar en mujeres con mamas más grandes. La doctora enfatiza en la necesidad de un ajuste adecuado del sostén y la elección de materiales que no irriten la piel para evitar molestias y posibles alergias. Así, recomienda priorizar la comodidad antes que la estética. “En el fondo, el sostén tiene que ser un ‘sostén’, tal como dice su nombre. Entonces, para un adecuado uso, tiene que cubrir de forma completa la mama, sobre todo en la parte lateral e inferior”, recomienda.

Según el estudio Evaluation of professional bra fitting criteria for bra selection and fitting in the UK, entre el 70 y el 100% de las mujeres no saben cuál es su talla de sostén. Ante esto, el cirujano enfatiza la necesidad de una adecuada medición para elegir el correcto, así como la importancia de ajustar la prenda a medida que el cuerpo cambia con el tiempo, ya sea por cambios de peso, lactancia o envejecimiento. Ambos expertos coinciden en que es importante que el sostén quede nivelado tanto en la parte delantera como en la trasera y que se ajuste perfectamente en el primer broche. Esto permite realizar ajustes a medida que la prenda se desgasta con el tiempo para mantener un soporte firme. Además, se recomienda elegir modelos con tirantes anchos, centrados a la altura del pezón para una mejor sujeción, evitando costuras o encajes que rocen esta zona sensible del pecho.

José Tomás Gantz derriba el mito de que el uso del sostén previene la caída de la glándula mamaria, señalando que es un proceso natural relacionado con el envejecimiento. Aunque el sostén puede ayudar a mantener la elasticidad de la piel, no detendrá completamente la caída con el tiempo. Sin embargo, la doctora Garrido dice que este sí puede ayudar en cierta medida. “No digo que el sostén lo evite, pero de alguna manera el mantener la piel lo menos traccionada posible, daña menos los ligamentos de Cooper, encargados de sostener la mama. A su vez, daña menos la piel, evita la aparición de estrías y, teóricamente, también debería disminuir la caída de la mama”, informa.

Perspectiva cultural y de género: significado y evolución

El sostén: ¿Necesidad o convención social?

Ingrid Bachmann es doctora en periodismo y especialista en teorías feministas y aborda el tema del sostén desde una perspectiva social y de género destacando que esta prenda está cargada de significado simbólico y que ha ido influenciando la percepción de la feminidad y los estándares de belleza impuestos por la sociedad a lo largo de los años.Es un producto muy cultural, muy marcado. Por lo mismo se ha ido sexualizando y representando en todo tipo de cosas, desde el perfume de Jean-Paul Gaultier que tiene una forma muy definida de cómo debe verse un cuerpo, hasta en íconos de la moda como Madonna y Katy Perry”, ejemplifica.

El uso del sostén tiene un impacto cultural que busca definir cómo ha de verse una figura femenina. “Existe una búsqueda de resaltar ciertos atributos, a través de sostenes con relleno o sin relleno, con encaje o sin encaje. Claramente, va más allá del confort o del soporte adecuado”, explica Ingrid Bachmann. “Hay un afán de regular y controlar cuerpos, además de venderte que no eres perfecta y tienes que ser perfecta. Las mamas deben tener cierta proporción, tamaño, no pueden estar caídas y no se tiene que notar el pezón”, agrega.

La coordinadora de la Red de Historiadoras Feministas, Romané Landaeta, concuerda. “Si miramos las fotografías del siglo XX, vemos que todo lo que tiene que ver con la intimidad femenina de los cuerpos es muy rígida, como una ortopedia. Hay que enderezar el cuerpo para que quepa dentro de un corsé, dentro de un brasier, dentro de una pantimedia o dentro de un tacón. Dentro de toda esta narrativa de belleza, se decía que para ser bella había que ver estrellas, comer menos, caminar poco, hablar poco, es decir, sumamente restrictivo para las mujeres”. “Es como si nosotras desde que nacemos tuviéramos algo que corregir y no fuéramos suficientes tal como estamos”, reflexiona.

“La percepción del sostén como un elemento íntimo cambia según las nociones que se tiene de los cuerpos femeninos en las sociedades patriarcales. Es entendido como un cuerpo para un otro, una masculinidad hegemónica la mayoría de las veces, de tal manera que el uso de una prenda tan íntima y personal está en función de otros, además de un mercado que genera importantes réditos”, reconoce la historiadora feminista.

Bachmann explica que no fue hasta después del movimiento de los 60 en Estados Unidos que la mujer se empezó a liberar de las opresiones a través de la quema de sostenes, la píldora anticonceptiva y la minifalda. Se comienza a reconocer una mayor valoración de la comodidad y la individualidad, así como un cuestionamiento de los estándares de belleza convencionales. Romané Landaeta afirma que uno puede ver la evolución de este proceso en la actualidad, en su mayoría a través de jóvenes que desafían la forma ortopédica en la que vivimos, es más, “en las últimas marchas del 8M, las chicas marchan sin sostén, los llevan en la cabeza o los usan como banderas”, precisa. “El sostén pasa a ser una prenda mucho más amable y cómoda. Las mujeres estamos entendiendo que nuestro cuerpo está bien como es, que es suficiente, que somos suficientes”.

¿Necesidad o convención social?

El uso del sostén es una elección personal que puede estar influenciada por una variedad de factores, incluidos los médicos, culturales y de género. Si bien puede proporcionar beneficios en términos de soporte y comodidad, su uso también está marcado por convenciones sociales y estándares de belleza impuestos.

“Yo creo que es un círculo bastante vicioso que en su origen se planteó como una necesidad, y se ha ido normalizando hasta el punto de que lo tenemos muy incorporado, muy establecido”, explica Ingrid Bachmann. “Asumimos que hay solo una manera de ser y de hacer. Y no es tan así, hay diferentes realidades, pero muchas de estas experiencias ya están institucionalizadas y perpetuadas por diferentes espacios sociales, incluidos los medios”, remarca.

El cirujano José Tomás Gantz, coincide con esta visón, sin embargo, es firme al determinar que el sostén sí es una necesidad en ciertas circunstancias, especialmente al hacer deporte. “El sostén deportivo es crucial para prevenir el rebote de la glándula mamaria durante la actividad física y es el mejor ejemplo de un adecuado uso del sostén, es el ‘caballito de batalla’ para el confort de la mujer”.

Fernanda Garrido opina que el uso del sostén es una convención social desde el punto de vista que cuando aparece el botón mamario, probablemente, ninguna mamá le pregunta a su hija si quiere usar sostén o no, sino que simplemente le compran su primer peto. Después, al igual que muchas cosas, se hace costumbre por repetición. “Aunque sí veo que la mujer está empezando a cuestionarse cada vez más sobre si las cosas son convención o elección y que la mayoría de las mujeres usamos el sostén, fundamentalmente, porque es una comodidad. Es bueno hablar del sostén como una prenda más del vestuario femenino, sin darle connotación sexual o de ningún otro tipo”, concluye.

“Sigue siendo una convención social por la cantidad de ganancias que traen los senos en el ámbito erótico y comercial. Pero cada vez se instala más, por parte de las mujeres, que el sostén es para ellas y para su propia comodidad”, concuerda Romané Landaeta. “Lo relevante hoy día es que esa prenda se adapte a nuestro cuerpo y no que el cuerpo se adapte a la prenda, debemos tener la libertad de poder elegir lo que nos haga sentir más cómodas, ya sea con o sin sostén”, sentencia.