Paula 1120. Sábado 27 de abril 2013.
El mundo de lo íntimo, lo doméstico y el trabajo manual ha estado siempre en la obra de Catalina Bauer (36), cuyo sello es el uso de la técnica del tejido, experimentando con diversos tipos de fibras y diferentes escalas que van de lo mínimo a lo monumental. En Ronda, la muestra que hasta el 18 de mayo está en galería Die Ecke, exhibe, entre otras piezas, un video que muestra cómo ella, junto a siete bailarines profesionales, realizan una danza que va armando un tejido colectivo.
Desde sus primeras exhibiciones, a comienzos de 2000, Catalina Bauer ha puesto en valor el proceso y el resultado de lo hecho a mano, cuestionando las jerarquías que suponen que el arte es superior y más noble que la artesanía. Mientras que en los 90 muchos artistas despreciaron la manualidad poniendo todo el valor en los aspectos discursivos y críticos de la obra, Bauer y otros artistas de su generación –como Gerardo Pulido y Tomás Rivas– reinyectaron a las obras cierta calidez perdida, realizando una exploración manual concienzuda y paciente, centrada en la factura y en los resultados visuales.
Egresada de la Universidad Finis Terrae y con un magíster en la Universidad de Chile, sus primeros trabajos se dedicaron a reinterpretar las redes y tramas –como cableados de luz eléctrica– que se expresan en el paisaje urbano. En eso estaba cuando fue madre de mellizas y empezó a elaborar una obra más acorde a la situación doméstica. El tejido urbano, entonces, se transformó en tejido doméstico, realizado con diversos materiales y fibras, con los que construía objetos de factura delicada.
La madurez de esta práctica y de su propio proceso biográfico, la llevaron a expandirse hacia grandes esculturas e instalaciones (como la que montó el año pasado, en el Mavi) y, en el último tiempo, a integrar la participación de otras personas a la obra. En Ronda, su actual muestra en la galería Die Ecke, exhibe un video que registra una coreografía diseñada por ella en base a dos "puntos" o movimientos que, al ser realizados por una ronda de bailarines profesionales que van cruzando hilos, dan como resultado un tejido colectivo. La acción se muestra en pantalla grande y al centro de la sala se exhiben tres objetos tejidos que son el producto de la danza. También hay otros trabajos asociados a la misma técnica: varios collages y un objeto hecho de crochet, a partir de fibras entrecruzadas. Este método de trabajo lo comenzó el año pasado, cuando obtuvo la Beca Ama, de Juan Yarur, para una residencia en Gasworks, espacio londinense que recibe extranjeros para que experimenten y desarrollen distintos aspectos que aplicarán a su obra personal. En ese periodo, experimentó con técnicas de tejido y también realizó una obra colectiva que, llegando a Chile, perfeccionó con bailarines profesionales. Lo que se muestra en la exhibición es un video del proceso y algunas piezas y collages ligados a la misma práctica.
Muchos relacionan tu trabajo con la valoración de labores femeninas domésticas. ¿Qué piensas?
Indudablemente, el hecho de estar en un espacio doméstico modifica la relación con el trabajo y eso influyó en que me pusiera a hacer cosas más caseras, como tejer. Tejer es interesante, porque es algo silencioso, meditativo, pero a la vez es algo productivo. Siempre me interesó el tema de las redes, de las relaciones, de cómo las cosas se conectan formalmente, entonces tenía sentido reflexionar desde la práctica del tejido. Pero no tengo un discurso de género, solo trabajo desde mi propia curiosidad. Mi trabajo es mucho más primitivo, es anterior a lo cultural.
En el centro de la sala se exhibe un video que registra una coreografiía diseñada por Catalina Bauer en base a dos "puntos" o movimientos que, al ser realizados por una ronda de bailarines que van cruzando hilos, dan como resultado un tejido colectivo.