El cáncer de mama es una enfermedad que nos puede tocar a todas. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, a lo largo de la vida, 1 de cada 12 mujeres tendrá esta patología, la más frecuente de su categoría en el mundo. “Es tan frecuente, que es muy probable que no conozcamos a nadie que no haya tenido cáncer de mama”, asegura la ginecóloga oncóloga de la red de Salud UC Christus, Elisa Orlandini. La buena noticia es que si esta enfermedad se detecta en etapas tempranas, tiene una alta probabilidad de cura, en torno al 95%.

Pero la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, dejó un vacío importante a la hora de detectarlo y tratarlo a tiempo. Al llamado de los centros médicos a evitar las consultas que no fueran urgentes, se sumó el miedo colectivo al contagio, algo que tuvo como una de las muchas consecuencias, el hecho de que miles de mujeres dejaran de hacerse los chequeos de rutina. Y los necesarios para detectar este tipo de cáncer, que sigue siendo la primera causa de muerte entre las chilenas, no fueron la excepción. “La pandemia produjo que se disminuyeran de manera importante las mamografías y exámenes que están hechos para un diagnóstico precoz de la enfermedad”, explica Orlandini.

En 2021 en Chile, detalla, se realizaron 60% menos exámenes para la detección de este tipo de cáncer. “Muchas mujeres consultaron cuando ya tenían síntomas o sígnos de cáncer de mama que representan etapas más avanzadas”, dice Orlandini.

Esto también se ha visto reflejado en el sistema de salud público: actualmente hay  2.380 pacientes en espera de ser atendidos por esta patología, un alza del 254% con respecto de hace dos años.

La Organización Mundial de la Salud proyectó que para el 2040 las muertes por cáncer de mama en Chile superarán las 2.600, una cifra preocupante, sobre todo al compararla con los 1.600 decesos registrados en 2020.

Algunos de estos signos que se presentan con la enfermedad son bultos en la mama o axila, aumento del grosor o hinchazón de una parte de la mama, irritación o hundimientos de la piel en esta zona. También cambios de tamaño o forma de la mama, enrojecimiento o descamación en la zona del pezón y secreción.

Ana Cox, presidenta de la corporación Yo Mujer insiste en la importancia que tienen las mamografías a la hora de detectar este tipo de cáncer. “Cuando detectas un tumor porque te lo tocas, ya no se trata de detección precoz. Muchas campañas van dirigidas a eso, pero cuando se palpa, ya tienes un millón de células, porque tus dedos no son capaces de detectar lo que detecta la mamografía. La forma de detección precoz es la mamografía”, asegura.

Siguiendo los protocolos americanos, la experta asegura que lo ideal es realizarse una mamografía anual desde los 40 años. Y si se tienen antecedentes cercanos de esta enfermedad, lo ideal es partir realizándose los exámenes diez años antes de que a ese familiar se le diagnosticara la enfermedad.

La falta de controles, asegura Cox, también viene muchas veces asociada a un tema educacional. “Hay gente que teniendo acceso, sin problemas económicos, no se hacen los chequeos. Muchas veces piensan que porque tienen buena salud no es necesario. Pero una mamografía a tiempo te puede cambiar radicalmente el devenir de la enfermedad. También en términos de costos económicos y emocionales”, dice.

“El llamado es a hacerse la mamografía, a no seguir postergando y olvidarse del mito de que se trata de una enfermedad genética”, agrega.

Ambas expertas son tajantes en decir que ahora que la pandemia parece estar llegando a su fin, es clave que se retomen las consultas, controles y estudios que contribuyan a una detección temprana de este tipo de cáncer. Será un factor clave para mejorar las probabilidades de éxito de los tratamientos.