Poner un huevo en cada canasta es una recomendación popular que nos aconseja que no hay que descuidar ninguna opción, ninguna posibilidad, que debemos apostar por igual en distintos lugares, por si acaso. La frase no apunta a las gallinas, las principales proveedoras de huevos, sino a las personas que recogen esos huevos, pues si colocan todos en la misma canasta corren más riesgo de romperse o perderse que si, en cambio, se ubican en sitios o recipientes diferentes. Si le ocurre algo malo a una de las canastas, al menos tendremos el consuelo de haber resguardado los huevos que pusimos en las otras. La mayoría de las veces, se aplica a la economía, a la idea de invertir la plata en diversos proyectos, así si uno falla, no nos quedamos en cero. Pero ¿deberíamos también aplicarlo en el amor? ¿Está bien repartir el amor en distintas canastas por si alguna se daña?
Esta analogía no apunta a tener diversas parejas, sino que tiene que ver con no asignarle mayor importancia a un tipo de vínculo versus otros, en palabras simples, que la relación de pareja no sea lo único importante que tenemos en la vida, así, si ésta se quiebra, no nos quedamos sin nada. Carolina Aspillaga, doctora en psicología, académica e investigadora explica que lo ideal es que todos los elementos relevantes de nuestra vida se puedan distribuir en distintas áreas y ámbitos. “En el caso de nuestros vínculos, que nuestra familia sea relevante, como también nuestras amistades, nuestra comunidad y nuestras parejas. No está bien focalizarnos sólo en un tipo de vínculo. Así como también es importante relevar nuestros proyectos personales y las cosas que nos hacen felices. En el fondo, poder diversificar nuestros espacios vinculares y de gratificación”.
Según Aspillaga, históricamente, en la medida en que los vínculos comunitarios se han ido debilitando, la pareja ha tomado un rol mucho más importante, porque tenemos menos tiempo y espacios para compartir con nuestra comunidad, con los vecinos, con nuestras amigas y amigos y con la familia, y entonces en nuestras vidas, debido a la cantidad de horas de trabajo y traslado, nuestra gran relación termina siendo la de pareja y eso hace que muchas veces en esa relación pongamos gran parte de nuestras expectativas vinculares. “Así es como esperamos tener una pareja que sea también nuestro mejor amigo, compañero de deporte, compañero de series y el mejor o la mejor amante”.
Pero también tiene que ver con un relato que se ha instalado en la sociedad. “Nos han dicho que vamos a ser felices cuando estemos en pareja, que la pareja es el gran vínculo y el más importante; con ellas y ellos tenemos una intimidad que no tenemos con otras y otros, un cuidado y apoyo que no tenemos con otras personas. Y entonces bajo esta idea de que el amor de pareja es el más importante, dejamos de cuidar otros vínculos o no les damos la importancia que pueden tener”, agrega Carolina.
La psicóloga Alejandra González concuerda y dice que volcar toda la atención y expectativas en una sola persona puede ser complejo. “Muchas veces no se trata exclusivamente de la voluntad de dejar de lado otros vínculos, sino que tiene que ver con los apegos y la forma en que aprendimos a relacionarnos. A muchas personas les pasa que probablemente van a buscar en la pareja la figura de apego que tenían con sus padres cuando niñas y niños y que, en el fondo, es un vínculo que les genera cuidado y protección. Sobre todo ocurre en aquellas personas que desde la infancia crearon un apego inseguro y entonces, buscan constantemente espacios seguros, y la relación de pareja se transforma en uno de ellos”.
El problema es que si focalizamos nuestra energía sólo en los vínculos de pareja, hay consecuencias en distintos niveles. “Desatender a las amistades, la familia y otro tipo de vínculos puede ser peligroso cuando las relaciones de pareja entran en conflicto, se pueden generar situaciones de violencia, por ejemplo, cuando uno de los dos comienza a aislar a la otra persona del resto de su entorno”, explica González. “Es complejo primero porque ser el foco existencial de otra persona puede llegar a ser muy demandante y también porque cuando una pareja está ensimismada y no tienen espacio para sus proyectos y otros vínculos, muchas veces uno se mantiene en relaciones que no son satisfactorias bajo la idea de que si terminas con esa pareja, no tienen otros vínculos que pueden servir de apoyo”, agrega Carolina.
Además, aclara que cuando focalizamos nuestra energía sólo en la pareja se complejiza la relación, porque el deseo requiere de cierta distancia, las relaciones necesitan tener individualidades porque cuando hay una fusión no es posible separar lo que es tuyo y lo que es mío y se hace más difícil el deseo y la novedad.
Así, la recomendación de no poner todos los huevos en la misma canasta al parecer también funciona para los vínculos emocionales. “Pero yo pondría ojo en no aplicarla de una manera estratégica, es decir, pensando en tener un respaldo si mi relación de pareja no funciona. Lo ideal es no verlo como una estrategia, sino que lo pensemos considerando que todos los vínculos y proyectos son importantes. Es necesario quebrar la lógica de que existe una jerarquía que pone un vínculo en una posición más importante que otros y que, por tanto, requiere que pongamos en él todo nuestro esfuerzo”, concluye Carolina.