“A comienzos de marzo, cuando recién se conocían los primeros casos de coronavirus, con mi ex marido -de quién me separé en 2010-, hablamos sobre la posibilidad de que nuestros hijos Tomás (14) y Santiago (12) se fueran a pasar unas semanas con él a Puerto Varas, donde vive con su señora desde el año pasado. El plan era que pasarían allá unas semanas, porque ya se empezaba a hablar de teletrabajo y de que los niños estarían sin clases por un tiempo. Lo vi como una excelente opción, porque tengo dos niñas chicas con mi pareja actual y los seis encerrados en la casa podría haber sido un poco estresante. Además, en ese momento, me imaginé que en mayo todo volvería a la normalidad y los tendría de vuelta. Un par de meses en el sur les haría bien, pensé, sin jamás imaginar que no los vería durante más de seis meses.

Partieron el 16 de marzo y desde entonces hablamos muy seguido. Ellos, en un comienzo, al igual que todos, empezaron a hacer su vida pensando en que estarían poco tiempo. Siguieron conectados con sus amigos de acá, incluso con sus mismas rutinas, pero el tiempo pasó y con eso se fueron adaptando a una nueva realidad. Allá están en una casa con un jardín inmenso, entonces salen a caminar tres veces al día. Como su papá y su señora siguen trabajando hay momentos en que se tienen que quedar solos y eso ha hecho que asuman responsabilidades que antes no tenían. De hecho, el otro día, mientras hablábamos por videollamada, me contaban que ahora hacen sus camas, que ayudan en la casa, que incluso cocinan.

Y es que finalmente este viaje que iba a ser por un tiempo corto, terminó modificando su vida y también la nuestra. Las mamás siempre queremos tener a los hijos cerca y antes de esto no nos habíamos separado nunca más de tres semanas, para las vacaciones. Pero esta vez decidí enfocarme en qué sería lo mejor para ellos y en un contexto de pandemia, estoy segura de que la mejor opción era que se quedaran allá. Además, si hubiésemos querido, tampoco se podrían haber venido. Tomar un bus era exponerlos a un contagio y había cordones sanitarios.

Creo que esta pandemia ha sido un aprendizaje para todos. Como un remezón fuerte a todas las rutinas. Es raro pensar que cuando los vuelva a ver, serán “otros” niños. No literalmente, pero esta experiencia también los ha hecho crecer. Tengo la suerte de que su papá es un excelente papá y eso me da la tranquilidad de que ellos están bien. Igual ya estamos planeando su regreso, que esperamos sea en un par de semanas. Estoy preparándome para ese día, de hecho les pregunté qué desayunaban allá, porque si es leche con chocolate, quiero comprarles lo mismo para no volver a cambiar sus hábitos.

Tenemos el plan de que el próximo año ellos vuelvan a vivir a Puerto Varas con su papá. Este proyecto estaba pensado desde antes de la pandemia. Incluso el plan era que en ese primer viaje ellos conocieran la casa, vieran colegios y luego volvieran a pasar este último año con nosotros. Pero el destino quiso algo distinto y finalmente estaremos solo un par de meses juntos antes de que se vuelvan al sur. Y aunque podría sonar triste, creo que por algo pasan las cosas. La pandemia me hizo “soltarlos” abruptamente y sin tanta preparación. Quizás de otra forma hubiese sido más difícil. Eso nunca lo sabré. Lo que sí sé es que, estando allá o acá, siempre seguiré privilegiando su bienestar.