Paula 1192. Sábado 30 de enero de 2016.
No me gusta el desierto. Prefiero lo verde, el sur. Y eso que soy del norte, de Antofagasta.
Mi padre es minero. Tiene 61 años y sigue trabajando. Es un hombre con mucha vitalidad. Después de trabajar en un turno que termina a las 9 de la mañana, llega a su casa, toma desayuno y sale a correr o a nadar. Lo admiro mucho.
De niño vendía leches en polvo y jaleas. Me las pasaba un tío y yo instalaba un negocio en el pasaje donde vivía en Antofagasta, en el sector de Puerto Natales. Aunque no tengo muchos recuerdos de mi infancia allí, sí me acuerdo que en el barrio tenía muchos amigos y todos nos conocíamos. Eso es bien bonito, jugar sin miedo, ahora ya no se da tanto.
Tuve más regalías por ser el menor de tres hermanos. Soy el regalón y me permitieron hacer más cosas, como por ejemplo, venir a estudiar Teatro a Santiago, con todo lo que eso implica: arrendar un departamento, comida, estudios.
Entré a la actuación a cambio de puros sietes. Es una historia tonta: estaba en primero medio y un día un profesor ofreció sietes en algunas asignaturas a quienes se inscribieran en el taller de teatro. Lo hice porque en esa época me importaban las notas para entrar a la universidad. En el taller empecé a experimentar un gusto por las tablas.
Pablo Larraín lo eligió para actuar en la aplaudida película de Neruda y el cineasta Christopher Murray lo puso de protagonista en su largometraje El Cristo ciego, que se estrena este año. Además, estuvo nominado en dos categorías en los premios Caleuche, compitiendo con grandes de la actuación, como Daniel Muñoz.
A los 18 años me vine a Santiago a estudiar teatro al Arcis. Creo que la actuación tiene directa relación con tus experiencias. Si no me hubiese dedicado al Teatro, no sé cómo habría decantado todo lo malo que me ha sucedido. Me ha ayudado a liberar el dolor.
Me gusta Santiago porque mi trabajo está acá. Sé que es una ciudad violenta, pero es aquí donde quiero estar.
No me mueve la plata. Me basta tener un lugar para dormir, comida, poder pagar las cuentas y que mi familia esté bien.
Mientras más tienes, más poseído estás por lo material. Intento vivir con pocas cosas. De lo contrario, te pasas la vida tratando de tener un estatus, que no siempre puedes mantener.
¿A qué aspiro como actor? No me interesa llegar a Hollywood. Quiero ser creíble, trabajar en proyectos con buenos guiones, poder asumir riesgos y no hacer siempre el mismo papel.
En la primera temporada de la serie de Sudamerican Rockers lo hice pésimo. En los últimos capítulos hice algo más digno. Nunca había actuado con cámaras, me sentía muy empaquetado. La televisión ha sido una escuela. Ahora cometo menos errores.
No conocía mucho a los prisioneros antes de hacer la serie. Hoy, me gustan harto y admiro el contexto donde empezaron a hacer música: dictadura, sin tantos medios para grabar, poca difusión y ¿lograr ser quienes fueron? Es para aplaudirlos.
Hoy admiro a Jorge González por todo lo que hizo en la música y también porque me parece honorable que accediera a tocar en su tributo. No debe ser fácil exponerse frente al público con dificultades para hablar. Él lo hizo sin miedo.
Para el segundo semestre estoy armando una obra con la actriz Luna Martínez sobre el cuarto disco de Los Prisioneros, Corazones, que quedó fuera de la serie. Quedé con ganas de actuar esa etapa de la vida de Jorge.
Tengo un grupo de música, Los Pepperutis. Soy el vocalista y los demás integrantes son amigos de Antofagasta con los que jugaba tenis cuando chico. Amor y desamores es el nombre de nuestro primer disco, que tiene 10 canciones que hablan del amor, los celos, las rupturas y las pérdidas. Se puede escuchar en Youtube.
Soy cristiano. Para mí, Jesús fue un revolucionario que invita a vivir de una forma que en los tiempos de hoy, es difícil lograr. Saber perdonar, no pasar por sobre otros para conseguir algo, no ser egoísta, sacrificarte, en resumen, dejar de pensar en ti. No encuentro una mejor manera de vivir que esa.
Me gusta estar solo, lo paso muy bien. Leo, escucho música o voy al teatro. Trato de estar donde hay pocas personas.
Me casé a los 27 años. Para mí el matrimonio es importante, creo en el resguardo que entrega a las dos partes. Para mí separarse no es una opción, haré todo lo que está en mis manos para que eso no ocurra.