Álvaro Renner / Fotografía: Juan Pablo Fabres / Maquillaje y pelo: Elisa Broussain
Detrás de casi toda la ropa que compramos hay un uso agresivo del suelo, huellas hídricas y de carbono, y aplicación de tintes y/o químicos de lavado que generan desperdicios tóxicos. A eso se suma la basura: ya sea por su calidad o por los nuevos hábitos de consumo, las prendas tienen un ciclo corto respecto de décadas anteriores. La ropa usada, entonces, empleada de pie a cabeza en cada una de las tenidas de esta moda, es uno de los caminos para darle respiro al planeta.