Si el sexo ya es un tema tabú para muchos, en la tercera edad lo es aún mas. Se suele creer que en la medida que envejecemos, nuestro deseo sexual es prácticamente nulo y que la vida sexual disminuye. ¿Cuál es la verdad respecto a este tema? ¿Estamos frente a un mito o una realidad? Para la psicóloga clínica y sexóloga, Carola Fernández, ciertamente tiene algo de ambas. Para comenzar, es necesario aclarar que el deseo sexual se entiende como la motivación que impulsa a una persona a tener un encuentro sexual, ya sea con alguien o con una misma.
Según explica la especialista, el deseo tiene dos grandes elementos. El primero consiste en un componente espontáneo más orgánico que genera un impulso fisiológico mayor. Un impulso que lo determinan las hormonas, pues sabemos que tanto la testosterona como los estrógenos cumplen un papel fundamental dentro de la vida sexual, responsables en gran parte del deseo sexual. Sin embargo, disminuyen gradual y naturalmente con la llegada de los años, razón por la cual se podría decir que el deseo sexual envejece.
Sin embargo, el otro elemento que genera el deseo sexual es determinante y tiene un lado motivacional, que es más bien cognitivo o emocional. Según describe Carola, la respuesta sexual humana se ha entendido de muchas maneras a lo largo de la sexología. La manera clásica es el modelo de Masters & Johnson, el cual establece cuatros fases principales en la respuesta sexual humana: excitación, meseta, orgasmo y resolución durante los cuales se producían diversas reacciones psicofisiológicas en el cuerpo.
“Es un modelo que actualmente se queda corto como teoría, porque tiene una respuesta lineal, es decir, se suponía que debíamos pasar por determinadas fases para llegar a otra o que la respuesta sexual ideal es la que termina en orgasmo. Es el modelo de respuesta circular lo que vendría a ser el gran paradigma significativo en la satisfacción sexual humana, que es el que plantea Rosamary Basson”, explica.
La investigadora contemporánea Rosamary Bansson propone en su modelo circular una respuesta sexual femenina que incluye aspectos físicos, emocionales y cognitivos. Las mujeres pueden tener un deseo espontáneo que provoque la búsqueda de una actividad sexual o también darse aspectos subjetivos como una buena comunicación, intimidad emocional, autoestima o sentirse deseada, y que den paso de la neutralidad a la excitación.
“A partir de este descubrimiento se ve que el deseo sexual también puede estar impulsado por elementos no sexuales. Es un modelo que no es tan fisiológico, sino que incorpora elementos subjetivo y contextuales y muestra una respuesta sexual integral que no es ajena a otros elementos del entorno. Quizás no se termine en orgasmo, pero puede ser satisfactoria porque hay otros elementos que pueden ser significativos en la respuesta sexual humana”, detalla Carola.
Es por esto, explica la psicóloga, que no necesariamente porque no haya deseo no se originan relaciones, ya que, aún cuando las hormonas no estén de nuestra parte, las relaciones sexuales adquieren otro significado y el deseo madura.
El escritor Pere Estupinyà, en su libro La ciencia del sexo, describe que el deseo disminuya no tiene por qué considerarse necesariamente un problema, pero que habiendo deseo falle la respuesta física, sí. Sobre todo porque si bien factores hormonales, psicológicos y sociales la libido puede disminuir con la edad, esto no afecta a todas las personas por igual ni hace que el sexo sea menos placentero o satisfactorio emocionalmente. De hecho, según especifica, varios estudios indican que las mujeres mayores conocen su cuerpo mejor y algunas alcanzan más fácilmente el orgasmo de adultas que cuando eran jóvenes.