Hace algunos días me encontré en Twitter con una discusión que se generó por un reportaje publicado en esta misma revista. Hablaba de las mujeres que no quieren ser madres nunca. Aunque no suelo entrar tanto a esta red social, ese día me pasé prácticamente todo el día actualizando la aplicación porque me llamó profundamente la atención la cantidad de mensajes ofensivos hacia esas mujeres que decidieron dar su testimonio y contar que, para ellas, la maternidad no era un tema en sus vidas.

Algunos decían cosas como “me parece genial que las feministas no se reproduzcan” o “morirán tristes y amargadas”. Y entre ellos apareció un meme con la imagen del personaje de Los Simpson, Eleanor Abernathy, más conocida como ‘La loca de los gatos’, intentando hacer una comparación entre ese personaje y estas mujeres que decidieron no tener hijos, parangón que me pareció muy fuerte y violento. Primero, porque ese personaje representa a una mujer con aspecto y comportamiento de una enferma mental y por lógica entiendo que quienes compartieron la imagen creen que aquellas mujeres que no quieren ser madres, están un poco locas. Pero también porque me quedé con la sensación de que esta es una creencia que está bastante más normalizada de lo que habría pensado.

De hecho –y aquí hago mi propio mea culpa– siento que el estereotipo de mujer solterona es tan potente, que todos de alguna manera lo hemos perpetuado. Inmediatamente se me viene a la mente una vecina de la casa de mis abuelos que vivía sola con su gato y que mis tías pelaban frecuentemente. “Pobrecita”, decían cada vez que hablaban de ella, y pensaban que si estaba sola era porque ningún hombre nunca se fijó en ella. Todos teníamos la certeza de que no era una mujer feliz porque no había seguido el patrón “normal” de casarse y tener hijos y que había buscado en un gato, su única compañía. Y es lo que yo también creí hasta hace poco tiempo.

Y así, tengo varios ejemplos. Y es que está tan profundamente marcado el estereotipo de que una mujer soltera no está completa o no es feliz, que hasta se hacen caricaturas de ellas. Como cuando decimos “le faltan los puros gatos”, dando a entender que con esos animales de cierta manera suplen el cariño que podría darles una pareja e hijos. En esta sociedad una mujer soltera se representa –como en el personaje de Los Simpson– como una mujer enferma, incompleta y desequilibrada. Pero, ¿por qué creemos que una mujer soltera no puede ser feliz? Evidentemente tiene que ver con nuestra cultura, en la que la maternidad está arraigada como una norma y por tanto a las que se salen de ella se les mira como personas extrañas. Tiene que ver también con que por mucho tiempo efectivamente las mujeres nacíamos solo para ser madres, porque socialmente no había otras posibilidades. No teníamos mucho espacio en esta sociedad salvo dentro de nuestras casas, criando.

Por suerte las cosas comienzan a cambiar. Así como las mujeres de ese reportaje, hoy hay cada vez más que se atreven a decidir lo que quieren para su vida. Y si es la maternidad, excelente. Porque –a diferencia de lo que creyeron los que dejaron comentarios ofensivos en Twitter– aquí la idea no es que ninguna mujer nunca más quiera ser madre. La lucha feminista no es contra la maternidad, sino contra la imposición de un tipo de vida como lo único permitido y aceptado. Si una mujer decide tener diez hijos está bien, como también está bien aquella que decide no casarse, vivir sola y tener diez gatos. Ninguna de las dos debería ser mejor o peor por eso. Porque la clave está ahí, en tener la libertad para decidir lo que a cada una le hace feliz y por sobre todo, que ninguna valga más o menos por eso.

Constanza Ulloa tiene 37 años y es enfermera.