“Es un momento horrible para ser adolescente, los niños están deprimidos”, dice la madre de la cantante Billie Eilish en el documental The World’s a Little Blurry. En este, el cineasta R.J Cutler sigue la vida de la adolescente de 19 años, que no solo se ha convertido en la primera mujer y la más joven en ganar siete Grammys, sino en una estrella pop que parece recoger en sus letras la irreverencia, desolación y angustia de toda una generación. Se ha caracterizado además por una brutal honestidad en sus entrevistas, donde confiesa con transparencia vivir constantemente batallando contra su salud mental; depresión, paranoia, dismorfia del cuerpo y pensamientos suicidas. La prensa la cataloga como la “princesa emo de la generación Z”, y en aquella frase que dice su madre para intentar explicarle al documentalista las canciones oscuras de su hija, se evidencia aquello que la conecta con millones de adolescentes en el mundo, que se han sentido en algún momento igual de deprimidos que ella.
En ninguna época la adolescencia ha sido una etapa fácil. Los jóvenes siempre han atravesado ese fin de la infancia, con el quiebre de la idealización de los padres, la extrañeza frente a los cambios que sufre el cuerpo y los inicios de la sexualidad, con cierta angustia e incertidumbre. Pero hoy, con los vertiginosos cambios sociales, políticos, tecnológicos y medioambientales, en medio de una crisis económica, cambio climático, y la pandemia que nos afecta, la frase de la madre de Billie Eilish nos deja dando vueltas una pregunta: ¿es esta una época particularmente difícil para ser adolescente?
Sebastián Rojas, psicólogo educacional y clínico, quien trabaja a diario con adolescentes, si bien reconoce que el contexto mundial está siendo complicado para todos, explica que lo propio de la adolescencia es que sea una etapa compleja en cuanto al desarrollo. “Ellos siempre van a tender a pensar que su realidad es compleja y difícil. Esta no es la primera ni la última crisis mundial que va a haber, otras épocas han tenido mayor tono político también, cada etapa ha estado marcado por un hito; hay que recordar que nuestros abuelos o bisabuelos vivieron una guerra mundial. Hoy ponemos el foco en los adolescentes porque es una etapa en el desarrollo que vemos con mayor complejidad, y eso nos genera incertidumbre de cómo acompañarlos”. Respecto a los cambios y particularidades que reconoce de esta generación, observa el hecho de que toda la información sobre el mundo está a la mano a través de las redes sociales, y aquello la hace más tangible. “Hoy los adolescentes se informan por Instagram o tiktok, y eso hace que las preocupaciones sean de muchos ámbitos: sociales, culturales, políticos. Esto se suma a que tienden a sentir angustia frente al mundo en el que viven, se sienten incomprendidos. Sienten que son los únicos que miran la realidad y no entienden cómo los adultos no han hecho nada”.
Según datos de la OMS, los trastornos mentales están presentes en el 20% de los niños y adolescentes de todo el mundo, y suponen la principal causa de discapacidad en la población joven. El suicidio, según este organismo, se levanta en el planeta como la segunda causa de muerte entre los 15 y 29 años. Asocian ese preocupante estado de la salud mental al uso excesivo de alcohol y drogas, a los trastornos alimentarios y los contextos de emergencias humanitarias, desastres naturales y epidemias. Pero sobre todo a un tema que surge a menudo al hablar con adolescentes y que la propia Billie Eilish dice haber sido el gatillante de sus pensamientos suicidas: la ansiedad que produce el uso excesivo de las redes sociales y la exposición al acoso y bullying que conllevan. Así también lo afirma Drina Infante, adolescente de 18 años que cursa cuarto medio en el Liceo Juan Pablo Duarte. “Para las generaciones de antes debe haber sido difícil, deben haber pasado sus propias cosas, pero antes no existía un lugar como Internet, donde todos están constantemente viendo lo que hace el otro. Yo me siento súper ansiosa por las redes sociales y mis amigos también dicen que los vuelve inestables. Hay mucha comparación de cuerpos y también de lo que están haciendo los otros y tú no. El hate, además, es muy grande, es un lugar donde se disfraza la discriminación de opinión. La gente cree que porque uno tiene una red social tiene que aceptarlo todo, los hombres te comentan cosas de tu cuerpo, te piden fotos tuyas por DM y te tiran comentarios que nada que ver”.
En relación a otros temas que inquietan a esta generación, como la crisis sanitaria actual, la psicóloga especialista en adolescentes Paula Barrera señala que ha significado para ellos un quiebre importante respecto de la salida al mundo, en una etapa en que este aspecto resulta crucial. “El confinamiento ha privado a los adolescentes de un sinnúmero de experiencias, las que son parte de su proceso natural de diferenciación y autonomía de la familia de origen y de búsqueda de su identidad en el encuentro con sus pares. Esto ha generado una pérdida del marco de referencia que permite ir construyendo las bases de la identidad, que va quedando suspendida y que es desde donde luego se configura la vida adulta. Por lo mismo, muchos de ellos han mostrado síntomas de ansiedad, obsesiones, depresión o estar más desafiantes en casa como única opción de autoafirmarse”. Así también lo observa Drina: “Nos sentimos abrumados por el encierro, porque uno no puedo seguir su vida como quería, sociabilizar no es lo mismo que hacer una videollamada. Entonces uno anda más triste, más bajoneado, también es difícil hacer clases, aprender”.
Pero los centennials no son únicamente desaliento y angustia, se avista en ellos la esperanza de que el contexto mundial se estabilice, y también una responsabilidad social, sobre todo a partir del estallido. “Se juntaron muchas cosas durante muchos años y justo ahora a nosotros nos tocó vivir la parte donde estallaron”, dice Drina. “Nos tocó ahora luchar a nosotros por lo que antes debieron haber luchado los adultos, pero tenían miedo”. Sebastián Rojas destaca como valor esencial en los jóvenes ese mismo afán de justicia y búsqueda de igualdad. “Los adolescentes siempre han sido un grupo etario que ha estado marcado por el valor de la justicia. Es algo que se ha manifestado en la historia, han sido los jóvenes y adolescentes los que han logrado los mayores cambios en cuando a poner ciertos temas en la mesa. Muchos de los liderazgos que ocurren hoy, con todo lo que está pasando, vienen de ellos. En la medida en que puedan siempre van a cambiar esquemas”. “Somos una generación súper activa en cosas sociales”, concluye Drina. “Con el estallido social, con el maltrato animal, con el feminismo, la igualdad, visibilizando a los LGTBI+… Creo que somos optimistas en que todo va a mejorar, no solo que ya no haya pandemia, sino que todo lo que estamos haciendo socialmente funcione y que haya un cambio de vida”.