Paula 1129. Sábado 31 agosto 2013.

Lo que una ama es el título de la primera novela de Salvador Young Araya (32), una pasional historia amorosa de un grupo de chicas lesbianas del barrio alto. Aquí, el autor se refiera a las motivaciones tras su tema: Antígona, Safo, la feminidad y el feminismo.

Salvador Young Araya pertenece a una familia de escritores. Es nieto de Marta Rivas y de Enrique Araya, y hermano por parte de madre de Rafael Gumucio. Fue este último quien lo introdujo en clásicos –como Baudelaire y Proust– y le recomendó integrar, hace unos años, el taller de Mauricio Electorat. Aunque fue la lectura de Antígona, la tragedia de Sófocles de la que se declara fan, lo que más lo marcó. "Me gustó esa literatura protagonizada por una figura femenina en la que más allá de las leyes, se desafía lo racional y se reivindica lo contradictorio. El campo nutriente de la literatura es precisamente lo contradictorio", dice.

Lo que una ama (Chancacazo) narra la apasionada relación de Solana y Madeleine, junto a la aparición de otras jóvenes lesbianas del barrio alto-burgués-santiaguino. Chicas más conectadas con lo que pasa en Nueva York y Berlín que con cualquier tipo de chilenidad.

El título de tu novela es un verso de Safo.

Sí, y la novela es una suerte de homenaje. Ella, griega y pre-socrática, es la _primera poetisa que se registra en Occidente, la primera que firmó como mujer. Es muy llamativo lo poco que hay sobre lesbianas en la literatura, considerando que Safo lo era. Y, en Chile, hay muy pocos escritos sobre el amor entre mujeres. No es menor tampoco que nuestro primer Premio Nobel, Gabriela Mistral, tuvo una relación con una mujer y expuso una corporización muy masculina.

¿Por qué te interesó ficcionar sobre las relaciones amorosas entre mujeres?

Es un mundo que me ha tocado conocer y del cual me interesó escribir justamente porque no es un tema abordado en la literatura chilena. Me llamó la atención lo apasionadas y fantasiosas que son esas relaciones. Mientras en los hombres la figura del objeto de deseo es muy clara, entre mujeres hay un relato más desarrollado, se enamoran de detalles: de cómo se movió o cómo miró y eso, además de femenino, es muy literario.

Tu novela es también muy femenina y erótica.

Sí, me interesa la feminidad, en el sentido de que las mujeres, educadas con más libertad emocional, pueden nadar en ese mundo sin ser reprimidas, aunque sí lo sean en el poder y en su libertad para decidir sobre muchos temas. Y lo erótico, está inspirado en los poetas pre-socráticos y su estética apasionada y corporal.

Te declaras feminista. ¿Por qué?

Chile es un país injusto socialmente y en temas de género. Si solo consideras las AFP e isapres, ya basta como para decir que las mujeres viven una situación de injusticia diaria e institucionalizada. Todos tenemos al menos una mujer, tu propia madre, por ejemplo, que sufre esa injusticia. Más aún en Chile que hay muchos hogares en los que solo hay una madre que tiene que asumir todos esos costos. Eso me parece vergonzoso y ya es un argumento suficientemente sólido como para llamar a reivindicar los derechos de las mujeres. Después están todos los temas de la píldora del día después y el aborto. Y la invisibilización de los derechos de la mujer es aún más evidente en las lesbianas.