En el Archipiélago Patagónico Sur de Chile, rodeado de una vegetación y una fauna endémica, se encuentra la localidad de Puerto Edén. Emplazado en la isla Wellington, dentro del Parque Nacional Bernardo O’Higgins, esta pequeña villa, además de preservar uno de los entornos más vírgenes de nuestro país, resguarda un valor cultural importante ya que alberga una de las comunidades kawésqar más antiguas. Pero que hace algunos días sufrió la pérdida de una de sus últimas mujeres hablantes del idioma: Ester María Edén Wellington.
Justo cuando se conmemoraba el Día Internacional de las Mujeres Indígenas, el pasado 5 de septiembre, Ester murió a sus 85 años, dejando una huella importante en nuestro país ya que esta activista luchó gran parte de su vida por la recuperación de la cultura kawésqar.
Desde joven, Ester se dedicó a la recolección marina, la agricultura y la artesanía. En 2009, su comunidad en Puerto Edén fue reconocida como un Tesoro Humano Vivo por sus conocimientos ancestrales. “Ella era una de las pocas mujeres que buceaba a pulmón. Desde muy joven realizaba los tejidos y navegaba por los canales, recolectando mariscos. Todas estas cosas ellas las vivió y las mantuvo, le encantaba su cultura”, cuenta su hija Felicia González Edén, quien se ha dedicado a aprender sobre su cultura y transmitir de la misma forma sus conocimientos como educadora tradicional en Punta Arenas.
Y es que en la localidad de Puerto Edén, solo existen unos pocos que aún conservan su lengua originaria, y una de ellas era Ester Edén. Al mismo tiempo, muchas de sus costumbres se han perdido y la cantidad de individuos que la conforman ha disminuido drásticamente, en comparación al pueblo mapuche.
Los kawésqar forman parte de uno de los diez pueblos originarios de Chile y descienden de bandas de cazadores recolectores que recorrían en sus canoas los canales del extremos sur de nuestro país. En la actualidad, se encuentran acreditadas alrededor de 536 personas como kawésqar en la región de Magallanes, quienes fueron migrando a las ciudades por las precarias condiciones de vida en Puerto Edén. La principal fuente de trabajo de estos pueblos es la confección de artesanía, la pesca y la recolección. Sin embargo, la explotación por parte de cazadores y pescadores no indígenas de especies vulnerables ha llevado a una mayor fiscalización de los recursos, limitando las actividades de los kawésqar.
El rescate de esta cultura está en manos de sus descendientes y la organización Pueblo Kawésqar es prueba de ello. Esta fundación nace como un proyecto que reúne a una treintena de participantes que pertenecen a distintas comunidades de la cultura, con la idea de querer trasformar la vida del pueblo originario, ampliando su desarrollo cultural, social y humano a través del turismo.
“Como fundación tenemos desafíos la valorización y la salvaguarda del patrimonio cultural y despertar entre las comunidades y las personas kawésqar el interés de lo anterior. Antes de que el resto de la población en Chile se de cuenta de que existimos, estamos concentrados en que los mismos kawésqar sepan de la cultura y la valoricen. Nuestros pilares son la lengua, la artesanía y el reconocimiento del territorio”, comenta Francisco González, director ejecutivo de este proyecto desde puerto Natales.