Estilos diferentes de criar en la pareja
Las vacaciones y el pasar más tiempo juntos, en familia, hace que comiencen a aflorar diferentes problemas que tenemos en la pareja relacionados con la crianza. Y algunos otros. Siento que aparecen todos esos muertos que no queremos ver durante el año, cuando estamos con una rutina tan estricta que tampoco alcanzamos a hacernos cargo del problema y buscarle una solución.
Siempre ocurre que en una pareja criando hay uno más estricto que el otro. Uno más relajado y otro súper estructurado y rígido. Uno que no respeta ni los límites que él o ella puso, y el otro que se desvive por aplicar la disciplina que cree correcta. Otras veces ocurre que él o la que está más horas en la casa, a cargo de los hijos, tiene reglas consistentes y lleva un funcionamiento estructurado. Pero luego llega el otro y quiere aprovechar ese poco tiempo que queda después del trabajo, no siendo el que hace cumplir las reglas. Y con toda razón; quiere disfrutar ese poco tiempo junto a sus hijos, pero a costa de hacer vista gorda de las reglas determinadas. Porque convengamos que es una tarea pesada y tediosa el tener que hacer que los niños sigan la estructura planteada. Obviamente es aburrido tener que decirle a un niño, veinte veces, que ordene sus juguetes, cosa que sabemos es parte de las reglas de toda casa. Y es por esto mismo que debe ser de a dos, gracias a un alineamiento entre la pareja y todos los adultos encargados de la crianza. No puede darse la dupla: "el bueno y la bruja" o "la buena onda y el estricto".
Cuando los estilos de crianza dentro de una pareja se desalinean, o nunca estuvieron alineados ni concordantes, comienzan las frustraciones y nos distanciamos como pareja. En casos graves, es incluso destructivo. Para los niños, se genera un ambiente disonante. Y nos pasa a muchos. Al criar con estilos diferentes a los niños les llegan mensajes confusos. Se preguntan cuáles son realmente las reglas y cuáles son las importantes. Ya que, por ejemplo, lo que para la mamá es muy importante, al papá parece no importarle nada. Y de paso, ellos rápidamente aprenden a manipular la situación y ver con quién les conviene hacer cada cosa. Además, para los niños, estos estilos diferentes y muchas veces opuestos, generan mucha ansiedad y sensación de inestabilidad.
Pare, mire, escuche y encuentre las ocho diferencias fundamentales en su team de crianza. Es interesante pensar cómo hemos construido al padre o madre que somos. Qué tomamos y qué dejamos de lado de nuestra propia crianza. Qué decisiones son completamente conscientes y cuáles son solo casualidad. Y luego, intercambiar todo esto con la pareja.
Es importante saber qué cosas para nosotros no se pueden transar, y qué se puede negociar y ceder. Por ejemplo, para un integrante de la pareja puede que el estilo de crianza sea basado en el premio y el castigo, y así opera en cada situación. Pero para el otro, este estilo no tiene sentido y no se siente cómodo usándolo. El desafío ahí está en encontrar un intermedio entre los dos. Y llegar a tal nivel de ser consecuentes con nuestras mismas reglas, que si el hijo hace algo que sabe que no es aceptable o no está bien, sabe además cuál va a ser la reacción de ambos padres, como bloque.
Es impensable esperar que los estilos sean idénticos, y en la variedad también hay muchos aprendizajes, pero tienen que haber una cierta cantidad de reglas, las básicas, fundamentales y cotidianas, en donde ambos adultos criando reaccionen igual y refuercen las mismas cosas. Cuando los niños nos ven alinearnos, cuadrarnos y actuar como un bloque, y no como islas independientes, inmediatamente se ordena todo. Les da seguridad, estabilidad y calma. Llegar a estos niveles de coordinación, conciencia y entendimiento de cómo criamos no pasa de un día para el otro y requiere de esfuerzo y trabajo, además de muchas horas de conversación y organización. Si hay más de un hijo, esto se complica más, porque si bien ley pareja no es dura, esto no necesariamente se aplica en un contexto familiar, ya que hay que tener en cuenta las necesidades de cada uno, sus temperamentos y sensibilidades, lo que no es tarea fácil.
Les propongo tratar de criar en conjunto, como unidad. Conversemos en pareja cuáles son nuestras metas al momento de criar y cómo las alcanzamos para luego trabajar en equipo y de forma individual en diseñar límites, estructuras, compromisos. Esto para poder entendernos, adaptarnos y movernos en un bote donde todos rememos para el mismo lado. Las vacaciones son un buen momento para atravesar por esta conversación y empezar marzo alineados.
María José Buttazzoni es educadora de párvulos y directora del jardín infantil Ombú. Además, es co-autora del libro "Niños, a comer", junto a la cocinera Sol Fliman, y co-fundadora de Soki, una plataforma que desarrolla cajas de juegos diseñadas para fortalecer el aprendizaje y la conexión emocional entre niños y adultos.
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