"Muévete como una persona real y vístete como quieras, porque no hay plata para vestuario", fue la primera instrucción que Woody Allen le dio a una treintañera Diane Keaton (70) cuando en 1977 la fichó para la película Annie Hall. Casi cuatro décadas más tarde, no solo ha sido el Oscar que Keaton ganó como mejor actriz lo que ha permanecido en la retina pública: con el personaje instaló un estilo muy neoyorquino, construido con una precisa mezcla de piezas del guardarropa femenino y masculino. El resultado: la exacta representación de las mujeres que entonces circulaban por el Soho y que a Keaton le sirvieron de referencia.

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Uno de los looks que Keaton ocupó en Annie Hall: traje de sastre blanco, probablemente masculino u oversize.

Las prendas fundamentales del look Annie Hall son el pantalón abombado color beige, el modelo cargo verde oliva combinado con blusa escosesa y chaqueta sastre, el gilet negro, la corbata anudada de distintas formas y el sombrero fedora, guiño a la actriz francesa Aurore Clément.

La diseñadora de vestuario de Annie Hall, Ruth Morley, responsable del vestuario de la serie Kojak y las películas Taxi Driver y Kramer Vs Kramer, emblemas setenteros, intervino muy poco en el look de Keaton. Woody allen le dio toda la libertad para vestir como quisiera.

Lo interesante aquí es que todos esos ítems usados para construir a la disfuncional Annie, siguen vigentes en el clóset de Keaton, aunque reversionados, especialmente en lo que respecta a las siluetas, que se han ido ajustando. Un buen ejemplo fue el impecable y a la medida traje sastre negro, con camisa blanca y corbata negra que vistió en los Globos de Oro 2014.

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Look de Diane Keaton para su personaje en Annie Hall.

Junto con influenciar la forma de vestir de toda una generación, la actriz instaló un discurso: "Diane Keaton es una feminista que desarrolla su mundo intelectual. Para ella es una postura política ser femenina sin destacar los atributos típicos del cuerpo de una mujer, como busto y caderas", dice a revista Paula Jessica Meza, curadora el Museo de la Moda de Santiago. Y agrega: "En su manera de vestir hay un mensaje que ha mantenido con el tiempo y que reivindica la idea de sentirse cómoda y linda con lo que uno elige y no con lo que el mundo de la moda te impone".

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Pantalón y blazer Topshop; blusa Paula Cahen D'Anvers; reloj Guess; sombrero H&M.

Esa actitud la ha llevado a ser catalogada como la "antimusa de Hollywood", asunto del que se hace cargo en el libro Let's just say it wasn't (2015, aún no disponible en español), donde reflexiona sobre los cánones de belleza establecidos que insegurizan a las mujeres (confiesa que fue bulímica por cuatro años) y en el que hace un llamado a mantenerse fiel a uno mismo, sin importar lo que piense el resto. También cuenta lo difícil que es envejecer en la gran industria del cine y sobre sus elecciones de moda, como el uso de grandes sombreros y chalecos con cuello alto, que viste en el día a día y en la pantalla, como se ve en Alguien tiene que ceder (2013).

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El tartán en trajes y gilet es otro favorito de la actriz dentro y fuera del cine. 

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Pantalón Armani en Montemarano; blusa H&M; gilet y corbata Nostalgic.

La predilección por esos modelos en negro, gris y blanco llegaron incluso a disparar rumores respecto de una supuesta afección a la piel y la intención de la actriz de ocultarla. Keaton no tardó en aclarar que mientras algunas mujeres tienen un little black dress, ella tiene cientos de cuellos de tortugas de distintos colores.

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Keaton en Annie Hall, con un lazo, pieza icónica de los 70, reversionado por Chloé en 2015, en varias pasarelas del otoño-invierno 2016/17 y replicado hasta el infinito por el retail.

Respecto a la ropa como herramienta para atrapar la atención de los hombres, en el mismo libro opina que "siempre en la historia cuando la mujer se libera es porque deja de vestirse para los hombres y se viste para ella, lo que no significa dejar de ser sexy".

Recién cumplidos los 70, Keaton ha recorrido cada una de sus décadas luciéndose con su particular sello, pero sin olvidar jamás que ninguna mujer con sentido común puede vestirse a los 80 como lo hacía a los 20.