Estoy aprendiendo a amar y ser amada
“Y aquí estoy, sin poder dormir, pensando en si me quieren como amiga, amante o compañera.
El cariño y las muestras de cariño han sido una dificultad en mi vida, mi familia no es de acariciar o abrazar, demuestran el amor de otras formas y yo era así hasta que me crucé con gente que me abrazó tanto que despertaron en mí esas ganas de acariciar y abrazar fuerte a quien amo, y quien a veces no amo tanto. Eso también lo estoy aprendiendo, porque a veces amo demasiado, a cualquiera, y me desbordo y no controlo eso que a puro abrazo despertaron.
Es difícil para alguien como yo y sus relaciones amorosas pasadas distinguir algo que para otros es tan natural y simple. Me he equivocado y repetido la escena frustrante de volver a escuchar que no me quieren como yo quiero, varias veces con el mismo personaje en un afán de grabarme bien la materia del curso de “amiga date cuenta” .
En mí hay un problema gigante con las expectativas, quizás es porque soy piscis, una diva de la fantasía, o simplemente, si lo llevamos a tierra, me faltó adolescencia. Muchas veces vi las muestras de cariño y atención por parte de los hombres como una señal de querer conseguir sólo algo sexual y ya, estaba condicionada a que las relaciones eran sólo sexo y así se sostenían, y mi forma de relacionarme me traía eso, hombres pasajeros que venían sólo por sexo y luego desaparecían dejándome frustrada y dolida en una fantasía amorosa trastocada por situaciones de “cariño” que no eran tal y que yo normalizaba.
Me enamoraba fácilmente, de cualquiera que mostrara el más mínimo interés. He ido mejorando el ojo, en cada curso intensivo de relación que me ha tocado, algunos algo así como un 2x1, dónde tuve que aprender rapidito y de porrazo hartas cosas de mí, e ir matando la fantasía que Disney y sobre todo, Candy Candy, generaron en mí.
Mi última “relación” hasta hoy ha sido con un hombre cariñoso, atento y en un principio evidentemente interesado, es precisamente por lo cual hoy no puedo dormir, porque estoy en esa dinámica de soltarlo, porque mi cabeza me dice “sal de ahí, este tampoco siente nada por ti ni le interesa seguir viéndote”, porque ya no siento ni veo sus ganas de hablarme por chat ni sus me gusta en mis publicaciones y sus respuestas virtuales son frías y cortantes la mayor parte de las veces. Pero lo sigo buscando y lo sigo visitando, como esa palomita en la plaza que va por las miguitas de pan. Y debo ser sincera, cuando estamos juntos yo me siento querida y bien tratada, y saco todo mi arsenal de cariño y todos mis dotes y me muestro tal cual soy (porque eso me dijeron en terapia); divertida, linda, cariñosa, con un montón de talentos en la cocina y el hogar, como jugando a la mujer que es amada y ama con locura y que por supuesto, esta vez, es correspondida. Y es divertido, porque al menos, en vivo y en directo, me tratan muy bien.
Hoy no sé dónde o con quién terminaré o empezaré algo, pero me permito ir paso a paso, siempre atenta de cómo me voy sintiendo en la dinámica con el otro, no importa si lo que tengo no tiene nombre. Estoy en un momento en el que me doy el tiempo de conocerme a mí y encontrar dentro la forma de comunicarme mejor y dosificar ese amor del que estoy llena y se desborda; de descubrir cómo ponerle valor y no desparramarlo frente a cualquier muestra de cariño en una relación con otro (pinche, pareja, lo que sea). Y en virtud de que no fui muy “cariñosamente” tratada por “ellos” anteriormente, hoy me toca aprender a diferenciar cariños, a conocer y descubrirme en situaciones en donde soy querida y correspondida, a diferenciar, en esa dinámica, si soy querida como amiga, amante o algo más.
Aún hay noches en que me atormentan los malos pensamientos y quizás siempre habrán, pero ya soy una mujer que puede sostenerse y contenerse, hoy me doy mis tiempos para soltar, quedarme o salir de ciertos lugares donde aún quiero desbordarme. Sé que llegará el momento en que pueda equilibrar el amor que hay en mí y que le doy al otro y transitar, amorosamente, los lugares donde ya todo me muestra que no son para quedarme”.
Macarena Salazar, Diseñadora, 41 años
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