¿Existe realmente la generación de cristal?

generación de cristal



“A ustedes no se les puede decir nada”, “yo nunca fui al psicólogo y estoy perfectamente bien”, “es que están acostumbrados a que les den todo”. Probablemente hemos escuchado frases como estas en conversaciones entre padres mayores de 50 e hijos que hoy rodean los 20 o 30 años. Frases con un mensaje implícito que se esconde detrás de declaraciones como estas es claro: nosotros fuimos fuertes y ustedes no lo son. Porque según percibe la generación de quienes hoy son los padres de adultos jóvenes que pronto pasarán a ser el segmento de la población que lidera la sociedad actual, para ellos, todo fue cuesta arriba. Y en oposición a esto, para la nueva generación todo les ha sido fácil. La consecuencia inevitable de una vida sin dificultades ni desafíos, es la poca capacidad de resiliencia, la falta de un carácter firme y que no se deja abatir frente a la adversidad.

La filósofa española Montserrat Nebrera en 2012, acuñó un concepto que hasta hoy es ampliamente utilizado para describir a esa generación nacida entre los años 90 y el 2000. Se trata de la llamada Generación de cristal. Según explicó la autora, en ese entonces era un concepto inédito, un nombre que buscaba condensar muchas de las características que se le atribuyen a la generación Millennial. “Frágiles, inestables o inseguros, pueden llegar a tener poca tolerancia a la crítica, al rechazo y la frustración”, explicó la filósofo en su texto.

Según un estudio publicado en el Journal Psychological Bulletin que incluyó a más de 40,000 estudiantes universitarios, los Millennials —que coinciden precisamente con la llamada Generación de cristal— son un segmento de la población que sufre de perfeccionismo multidimensional. Es decir, son personas que establecen expectativas inalcanzables en diversas áreas de sus vidas y que, en consecuencia, se sienten constantemente frustradas cuando no logran cumplirlas. Y este sentimiento de no ser capaces de alcanzar sus metas y de nunca ser lo suficientemente buenos en aquello que se proponen, puede ser una de las causas por las cuales esta generación es una de las más afectadas por problemas de salud mental. Y como consecuencia, según información recopilada por la agencia Statista en 2018, los jóvenes de cristal son los que con mayor frecuencia recurren a la ayuda de profesionales de salud mental. Todo esto, sin duda, contribuye a la percepción generalizada de que son efectivamente, un grupo de la población frágil y que se quiebra frente a cualquier golpe que les da la vida.

Sin embargo, la propia Montserrat Nebrera en su definición de los jóvenes de cristal habla de que uno de los factores determinantes en la fragilidad de esta generación tiene que ver con su predecesora y la forma en la que fueron criados por ellos. Y es que, según la española, la inestabilidad, la poca tolerancia a la frustración y el carácter de cristal responde a un estilo de crianza sobreprotector. “Es en consecuencia de que son criados por personas que vivieron épocas de carencia y han trabajado por darles todo para que no les falte nada como a ellos en su momento”, explicó la filósofo en su texto.

La doctora y coach Josefa González quien se ha especializado en medicina holística y antroposófica concuerda con el diganóstico de Nebrera respecto de los padres y la influencia que ejercieron sobre estos niños aparentemente de cristal. Explica que, esta idea de que se trata de una generación particularmente débil en el ámbito emocional, es una percepción más bien relativa. Y depende del punto de vista desde el cual se observe. “Las generaciones anteriores vivían en modo de supervivencia. Porque experimentaron muchos más conflictos a nivel global”. La especialista agrega que los niveles de escasez y por lo tanto de exigencia en términos de necesidades físicas y carencias, eran mucho más altos. “La lucha era del día a día. Las guerras mundiales son cosas que pasaron hace menos de 100 años entonces era otra la forma de vivir. En cambio esta generación que, entre comillas, lo ha tenido todo, no ha tenido que experimentar esas cosas”, aclara. En su experiencia clínica ha observado que, el ser personas que han crecido con las necesidades básicas cubiertas ha sido un factor determinante para ellos. Porque ha implicado el poder llegar a la siguiente fase. “Ya estamos en el siguiente escalón que es hacernos cargo de la forma en que vivimos y de la vida que queremos tener”, comenta. “Es preocuparnos del manejo emocional y del manejo de pensamientos. Entonces, evidentemente, como es otra la forma en la que fuimos criados, le damos mucha más importancia a cosas que, generaciones pasadas no consideraban porque estaban preocupadas de necesidades más básicas”.

Y es que finalmente la clave está en la diferencia. Se trata dos grupos de personas que se han desarrollado en contextos radicalmente diferentes y que han enfrentado desafíos completamente distintos. Mientras unos vivieron con la estabilidad material y financiera como horizonte, la generación de cristal ha crecido en un universo digital en el que, el mundo emocional ha sido sido el aspecto de sus vidas que más se ha visto golpeado. Y así lo demuestran las estadísticas. La doctora Josefa González explica cómo hoy la Generación de cristal pone su desarrollo emocional por sobre otros objetivos y están dispuestos a arriesgar aspectos como la seguridad laboral en pos del autoconocimiento, lo que para sus predecesores era algo impensado. “Sus conductas son un intento por ser felices. Todo lo que buscamos en la vida es ser felices”, comenta. “Lo buscamos de diferentes formas. Entonces quizás antes la felicidad era una una familia, tener un hijo, casarse. Quizás para esta generación es diferente. Es trabajar en lo que amas o poder viajar con libertad. Los intereses cambian totalmente, las perspectivas y las formas de vivir”.

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