Hace unas semanas una mujer en sus cuarenta y pocos, casada hace una década, compartió conmigo una pregunta que me pareció muy lúcida: ¿Te ha pasado alguna vez que estás en una relación de pareja y, sin darte cuenta, empiezas a preguntarte si estás siguiendo el guion que la sociedad escribió para ti?

Esta pregunta despertó la idea sobre las expectativas sociales en las relaciones de pareja, sobre ese “deber ser” a veces muy sutil, pero que influye profundamente en nuestras decisiones, nuestros sentimientos y en la manera en que nos relacionamos con quienes amamos.

Las relaciones de pareja son una de las partes más importantes de nuestra vida, pero también un reflejo de las expectativas que la sociedad ha construido sobre cómo deberíamos vivir el amor. ¿Cuántas veces nos hemos sentido presionados por la idea de lo que “debería ser” en una relación? Desde el momento en que entramos en una, el ruido de las expectativas sociales comienza a interferir con lo que realmente queremos.

Desde chicas, (al menos en occidente) las mujeres hemos crecido con imágenes de películas y cuentos que nos prometen un “final feliz”, donde una pareja ideal nos llevará a una vida perfecta. También hemos crecido con frases como “algún día te casarás y serás feliz”, “el amor todo lo puede” o incluso, “si no encuentras a alguien, algo está mal contigo”. Nos enseñaron que debemos encontrar a “esa” persona especial, formar una familia y vivir una vida que sigue un molde predeterminado. Con tantas voces diciéndonos cómo vivir el amor, es posible cuestionarnos si lo que queremos en realidad es lo que se espera de nosotras o lo que verdaderamente deseamos. Pero, ¿qué pasa cuando esa historia de amor no sigue el guion?

En psicología, entendemos que nuestras creencias sobre el amor y las relaciones se forman desde edades muy tempranas y están fuertemente influenciadas por la cultura en la que crecimos. No sólo las películas y las redes sociales, sino también nuestros padres, amigos, e incluso las experiencias que observamos a nuestro alrededor van formando un “ideal” de cómo debería ser nuestra vida amorosa.

Un concepto clave  es la “disonancia cognitiva”, que ocurre cuando sentimos un choque entre lo que realmente deseamos en una relación y lo que creemos que debemos hacer para cumplir con las expectativas sociales. Este choque nos genera incomodidad, ansiedad, y a veces hasta culpa. Por ejemplo, si deseas una vida de pareja más libre o sin los compromisos tradicionales, podrías sentirte en conflicto porque eso no coincide con el modelo que la sociedad dicta, que parece ofrecernos un catálogo infinito de cómo debe ser la relación “perfecta”: romántica, estable, con proyecciones a futuro, y que cumpla con las expectativas de nuestros círculos sociales y familiares. A veces, estas expectativas pueden ser tan fuertes, que nos olvidamos de escuchar nuestras propias necesidades y deseos. A veces nos pillamos pensando en cómo nuestra relación debería verse en lugar de cómo realmente se siente.

En el momento en que entramos en una relación, no sólo lidiamos con nuestras emociones, sino también con las expectativas de la familia, los amigos y la sociedad. Pero, ¿cómo aprendemos a distinguir entre lo que queremos y lo que otros esperan de nosotras? ¿Estoy en una relación para cumplir con los estándares de los demás? ¿Estoy ajustando mis sueños y metas para encajar en la narrativa social de lo que “debería ser”?

No es fácil escuchar nuestras propias respuestas. Sin embargo, me gustaría compartir algunas ideas en torno a las expectativas.

El primer paso es reconocerlas, evaluando si esas expectativas nos están dictando cómo vivir. Por ejemplo, la presión de casarse en cierta etapa de la vida o la creencia de que una relación sin hijos es incompleta, pueden ser fuentes de ansiedad más que de felicidad.

Cada pareja es única, y sin duda no hay una sola forma de ser pareja. Quizá tu relación no sigue los pasos “tradicionales”, tal vez has decidido vivir sin casarte, o priorizar tu carrera y dejar la maternidad en un segundo plano y eso está perfecto. Lo importante es que estés construyendo un amor que te haga feliz a ti y a tu pareja, no con los ojos puestos en los demás.

Hay un pelo más en esta sopa, que son las redes sociales. He escuchado mucho la idea que mientras más fotos subas a tus redes con tu pareja, peor está la relación. Cierto o no, las redes sociales han exacerbado estas expectativas. El desfile de fotos perfectas, de parejas felices puede hacernos sentir que nuestra relación no está a la altura. #CoupleGoals. Sin embargo, lo que vemos es sólo una pequeña parte editable de la realidad. Las relaciones son complejas y detrás de esas fotos filtradas hay desafíos, diferencias y decisiones difíciles que no siempre se reflejan en una publicación.

El amor no siempre es “instagrameable”. Es cotidiano, se construye con paciencia, en el día a día y se nutre de la autenticidad. Es imperfecto y, a veces, desordenado.

La psicología ha demostrado que el poder de las expectativas sociales es tan grande que, muchas veces nuestras decisiones en pareja están más guiadas por lo que creemos que los demás esperan de nosotros, que por lo que realmente queremos. Es la que llamamos “presión normativa”: sentirse juzgada por no querer casarse o por preferir una relación sin hijos son algunos ejemplos. ¡No estás sola!

Asimismo, según algunos estudios en psicología social, “la conformidad a las normas” puede ser una barrera para la verdadera satisfacción personal. El peligro está en construir una vida en pareja, basada sólo en cumplir con lo que la sociedad te dice, pues podrías terminar en una relación que no te hace feliz, pero que “se ve bien” desde afuera.

Es crucial que cada persona en una relación pueda mantener su propia identidad y autonomía. Las relaciones más sanas son aquellas en las que ambas personas tienen claro que no están ahí para cumplir con expectativas externas, sino para crear una vida que les haga sentido a “ellos”, independientemente de lo que los demás piensen.

Una de las mejores herramientas para lograr este equilibrio es el concepto de “expectativas realistas”, donde se trata de soltar el “ideal social” y, en su lugar, tomar lo que realmente se ajusta a ti y a tu pareja. ¿Qué deseas realmente de tu relación? ¿Qué expectativas tienes que se alineen con tu bienestar emocional y no sólo con lo que dicta la cultura?

Para poder vivir plenamente en una relación de pareja, necesitamos deshacernos del peso de las expectativas sociales y permitirnos escribir nuestra propia historia y te comparto algunas ideas.

En primer lugar, antes de tomar decisiones importantes en tu relación, pregúntate si lo que estás buscando realmente viene de lo que sientes o es algo que sientes que “debes hacer”. Esto puede ayudarte a evitar caer en la trampa de las expectativas externas.

En segundo lugar, un aliado contra las expectativas sociales es la comunicación abierta y honesta. Hablar con tu pareja sobre las presiones que ambos sienten puede aliviar el peso y permitirles crear un camino juntos basado en sus propios deseos.

Por otro lado, aceptar que no hay una única “forma correcta” de vivir una relación, pues lo que funciona para ti y tu pareja es válido, aunque no siga las convenciones. Aceptar que habrá altibajos, que las discusiones son parte de cualquier relación sana, y que no tener una relación de película está perfectamente bien.

Rompe con el mito del “deber ser”.

Al final, que una relación de pareja funcione, no se mide por cómo se ajusta a las normas sociales, sino por cómo contribuye a tu felicidad y crecimiento personal. Podemos reescribir una historia nueva dejando de buscar un amor perfecto para empezar a vivir un amor real en el que nuestras decisiones estén guiadas por lo que sentimos y no por las expectativas ajenas. Las relaciones saludables se construyen en base a la comprensión mutua, el respeto y al deseo genuino de ambos de estar juntos. Las expectativas sociales son solo ruido de fondo que, aunque difícil de ignorar, no debería dictar la dirección de tu amor.