Jorge Aravena (61) trabaja hace casi de 50 años haciendo molduras y figuras de yeso en una de las fábricas más antiguas de Santiago en el Barrio Franklin. Partió muy joven en este oficio, ya que nació en una de las casas que luego se convirtieron en lo que actualmente es la fábrica de ciñas y el local donde venden los productos terminados que ellos mismos producen y que mantienen en stock.
El yeso, a diferencia de otros materiales como la greda o la cerámica, tiene solo una vida. Una vez que se seca no se puede volver a utilizar y por eso, mientras permanece en estado líquido, es aprovechado al máximo por quienes saben cómo trabajarlo. Jorge aprendió desde pequeño varias de las técnicas que por años se han utilizado para convertir este material en objetos decorativos, pero también en elementos estructurales como pilares, cornisas y molduras, que son su especialidad. "Fui autodidacta. Partí observando cómo mis papás trabajaban acá. Crecí en esta fábrica con mi hermano y ya llevo toda una vida en esto", cuenta.
La primera parte del proceso es modelar las piezas. Un tallador la modela en greda o en yeso o simplemente se copia en otro material. Luego, cuando reciben el molde listo, en el taller comienza el proceso de vaciado. Para que cada figura resulte perfecta, Jorge tiene que calibrar los movimientos y la cantidad de mezcla que usará en cada uno de los moldes que vaya rellenando. "Cuando un molde tiene entradas o recovecos hay que ir llenándolo por capas. No se puede vaciar la mezcla de una sola vez", explica. "Si lo lleno de golpe, quedaría con aire y al tocarlo se rompería".
Todos los pasos del proceso de elaboración de las figuras son hechos a mano. No hay máquinas y Jorge prácticamente no utiliza herramientas en casi todo el procedimiento de elaboración de una figura. "Es un trabajo manual muy exigente. Cuando uno lleva muchos años trabajando en esto, pasa la cuenta. Empiezas a sentir el efecto en las articulaciones, sobre todo en los inviernos y con el agua helada", explica. "No se pueden usar guantes para proteger las manos porque si son de goma quedan demasiado sueltos y no te permiten manipular con precisión los moldes. Y si son de látex, más apegados a la piel, se rompen con el roce o con el petróleo del desmoldante".
Si bien Jorge lleva ya muchos años trabajando con yeso, todavía hay cosas de este material que lo maravillan. Y una de ellas son las cúpulas. Uno de los proyectos más interesantes en los que le ha tocado participar fue en la restauración de un antiguo cine del centro de Santiago. "Tuvimos que construir cúpulas para el cielo del cine", recuerda. "Nos ha tocado hacer muchas restauraciones en hoteles, palacios, edificios de gobierno, ministerios y museos". Las cúpulas son su parte favorita, pero no siempre puede ver el resultado final. "Yo chequeo en terreno previamente con el arquitecto para tener las medidas precisas y luego desarrollo todo el trabajo en el taller", comenta. "Pero las personas encargadas de instalar todo cuando está listo son los maestros, así que muchas veces no veo el producto terminado".
Jorge Aravena trabaja en la fábrica de figuras, ciñas y molduras de yeso Todo Yeso en la calle Arturo Prat en Barrio Franklin.