Estudio de EducaUC reveló algunas claves sobre la relación que existe entre el bienestar en el entorno escolar y el rendimiento académico de los estudiantes.

Aunque hoy estamos de acuerdo en que mejorar la calidad de la educación es nuestra principal meta como país, resulta algo más difícil coincidir en torno a qué entendemos por "educación de calidad". Más allá de la diversidad de proyectos educativos que existen en Chile, es importante destacar que la educación no sólo es un proceso que se relaciona con obtener buenos resultados en mediciones como el SIMCE o la PSU. Formar a las generaciones futuras en un entorno de acogida, en el que puedan desarrollarse como personas felices, es tanto o más importante.

Pero ¿qué consecuencias puede tener el grado de felicidad de los niños y jóvenes en su entorno escolar? Un estudio realizado por EducaUC demostró que si trabajamos para que los estudiantes se sientan felices durante las largas horas que pasan en el colegio, también podremos ver un avance significativo en sus resultados académicos. Se trata de una encuesta que fue aplicada a 1.245 alumnos de 3° básico a II medio, pertenecientes a establecimientos de distintas dependencias y grupos socioeconómicos, para consultarles qué tan felices se sienten en sus entornos escolar y familiar. Mientras en promedio los consultados le pusieron una nota 6,2 a su felicidad en la casa, en el colegio su nivel de satisfacción alcanzó apenas un 5,5.

Al 34% de la muestra –aproximadamente 430 alumnos- se le preguntó también por su promedio de notas, tras lo cual pudimos observar que existiría concordancia entre el desempeño académico y la felicidad de los estudiantes. Los alumnos que tienen un promedio de notas entre 4,0 y 4,9 presentan una menor satisfacción personal, calificando su felicidad con un 4,2 en el colegio y un 5,5 en su casa. En cambio quienes tienen un promedio entre 6,0 y 7,0, afirman sentirse felices tanto en el colegio como en su entorno familiar (6,0 y 6,5 respectivamente).

María Domeyko, Directora Académica de EducaUC, señala que "si bien las cifras de este estudio nos permiten inferir que el rendimiento académico influye en el grado de felicidad de los niños y jóvenes, también sabemos que la motivación es clave para aprender, entonces existe un círculo virtuoso entre felicidad y rendimiento académico". Por ello, destaca la importancia de construir una cultura institucional positiva dentro de cada establecimiento, que permita crear comunidad y vivir experiencias felices.

De acuerdo a la académica, el sentir que son acogidos por un grupo con el cual pueden identificarse, que les abre un espacio de participación para su desarrollo integral, podría ser para los estudiantes un factor determinante en su felicidad escolar. Contar con una tradición de formación valórica o religiosa, que vaya de la mano del desarrollo de la espiritualidad, podría ser otro elemento importante.

"Como educadores nos enfrentamos a un tremendo desafío. Por un lado, tenemos que mantener vivo el interés y la motivación de los estudiantes para que lo pasen bien en la sala de clases y así puedan aprender más y mejor. Pero, al mismo tiempo, debemos desarrollar las herramientas sociales y emocionales para que los niños y niñas enfrenten adecuadamente las dificultades académicas, sin que estas signifiquen una amenaza a su felicidad. En este punto necesitamos la colaboración de los padres y de toda la sociedad", concluye Domeyko. Parece claro que, si queremos formar personas felices, debemos complementar la excelencia académica con la construcción de una cultura que trabaje la formación valórica, fomentando la participación y la acogida.