Francisco de la Maza: lo que aprendí del poder

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"Nunca he sentido que mi imagen pase por ser alcalde", dice cuando está a punto de dejar el cargo que ocupó por 16 años en Las Condes. Del ego, de la lealtad, de las mujeres en política y de su sello de UDI atípico reflexiona aquí. "¿Todo el mundo dice que es súper fuerte dejar el poder? Bueno, vamos a ver", dice.




Paula 1212. Sábado 05 de noviembre de 2016.

Cuando cruce por última vez la puerta del edificio de la alcaldía de Las Condes va a haber completado 24 años, primero como concejal y luego alcalde por 16 años de la comuna. Llegó con Joaquín Lavín recién electo a la cabeza del municipio en 1992 y se va ahora entregándole el mando. Llegó siendo un tímido candidato que sufría con las cámaras de televisión y se va habiendo sido uno de los alcades más fuertes de la derecha. En estos años Francisco de la Maza Chadwick, 59 años, constructor civil de la UC, considerado un UDI atípico, tres matrimonios y ocho hijos, fue jefe de campaña de Joaquín Lavín en 1999 y de Longueira en 2013, y un edil bastante aplaudido por su gestión en educación, salud y cultura.

Hace poco dijo que le gustaría ser Presidente de Chile. "Por supuesto. Y cualquier persona que te diga que no y que está en el servicio público no está diciendo la verdad".

Estas son sus definiciones y aprendizajes tras dos décadas en primera línea.

EL EGO

"Yo he tratado de mantener siempre un perfil muy bajo. No creerme el cuento. ¿Cuándo Francisco de la Maza se empezó a creer Francisco de la Maza? Todavía no me creo. Nunca he sentido que mi imagen pase por ser el alcalde. La primera vez que me presenté a concejal era un desastre. No me atrevía a salir a la calle cuando veía los lienzos con mi cara colgados. ¿Ese soy yo? Me escondía. La primera vez que enfrenté una cámara de televisión se me paralizó el cerebro, no sabía qué decir, quedé en blanco. O hablar en el concejo, a uno le costaba hilvanar una idea pero es un tema de fogueo, de experiencia. Y se ha cumplido mucho de lo que yo me planteé como desafío en algún minuto. Por lo tanto, siento que hay una etapa cumplida. Yo estuve en la Feuc, tuve algún cargo en el colegio en algún momento, siempre he tenido el bicho del servicio público. Pero el colegio (Grange y Saint George's) no influyó mucho en ese sentido, sino más bien fue una opción personal que fui desarrollando durante la vida, desde que empecé a ser autónomo. En la universidad fui jefe de campus en la UC en San Joaquín, pero era un cargo bien administrativo. No tuve ningún vínculo con la dictadura. Ingresé a la política cuando la democracia se abrió. Entré a la UDI a fines de 1992, dos meses después de haber asumido el cargo de concejal. Nunca me arrepentí. Yo creo que la democracia se hace con instituciones. No con llaneros solitarios.

SU CREDO

En el ámbito de lo público soy liberal-liberal. Uno puede tener valores más restringidos, pero no tiene por qué obligar a toda la ciudadanía a que piense igual, salvo en el tema del aborto, porque pienso que el derecho a la vida es el más esencial de todos. Siempre he tenido una vida aterrizada y conciencia de la realidad. Me desarrollé en el mundo de la construcción, donde hay trabajos de distinta naturaleza, lo mismo que en el campo. Y eso me sirvió: saber que uno puede conversar con cualquier persona, entenderse con cualquiera para arriba o para abajo y poder llegar a tomar acuerdos en conjunto.

Hoy está totalmente pasado de moda el que sea tema ser separado y vuelto a casar. El mundo ha evolucionado. No nos olvidemos que hasta hace unos años había hijos legítimos e ilegítimos con derechos distintos. Ya ni me cuestiono eso. Nunca me he sentido el negrito de Harvard. Yo fui concejal con Joaquín Lavín, participé en su campaña y parte de las cosas que hicimos en esa época fue plantear una campaña muy abierta, muy de cara a la ciudadanía, cosa que era muy extraño en el sector de la centroderecha donde era todo muy puertas adentro. Esto fue diferente, copar espacios que eran tradicionalmente de la izquierda, como la calle, pero desde la mirada nuestra. En la mirada valórica somos distintos. Él es Opus Dei y yo soy creyente pero más chascón. Nuestra relación fue siempre sobre todo por el tema pega.

LA LEALTAD Y DESLEALTAD

Más que deslealtad, lo que yo he sufrido en estos años tiene que ver más bien con acusaciones o endosos de decir cosas que son totalmente fuera de la realidad. Pero eso pasa en todas partes. Los vicios humanos están en todas partes y, obviamente,la política no está exenta de eso. Es más visible nomás. Cuando uno enfrenta una aventura en política tiene que tener claro que puede irle bien o mal, y a veces hay gente que encarna mejor el sentimiento de lo que está pasando, es parte de las reglas de juego. No hay lealtad ni deslealtad.

Me imagino que debo tener enemigos. Pero no me quedo pegado en eso. La única manera de blindarse de los enemigos es hacer las cosas bien. Yo nunca ataco a nadie en términos personales. Cuando a uno lo atacan en ese ámbito, sobre todo con cosas falsas, por supuesto que duele. Muchas veces lo he pasado mal. Pero la política es así. Cuando dicen que el cuero hay que tenerlo duro, es así. Pero no creo haber dejado muertos en el camino.

A mí el amiguismo tampoco me gusta mucho, es un blindaje que elimina el debate. Lo que sube el nivel de la política es cuando hay confrontación de ideas, competencia. Siempre dije que me complicaba la dinámica de la UDI, con gente muy amiga. Siempre me pareció que eso era un sistema que se iba a desgastar; que finalmente la consecuencia es lo que se está viviendo hoy día.

LA AMISTAD

Creo que por la política no he perdido amigos, lo que sí es que me he distanciado en este tiempo. Sin duda. Porque obviamente el ejercer cuotas de poder de esta naturaleza implica tomar decisiones que no tienen que ver con la amistad, sino con el bien público, con lo mejor para la ciudad y a veces los amigos no entienden que sea así. Tengo amigos distanciados por lo que significa este trabajo, esta pega. Lo absorbente que es. Pero son amigos recuperables. Uno tampoco tiene tantos amigos en la vida, son contados con los dedos de una mano. Cuando tomé la decisión de dejar la alcaldía de alguna manera es un cierto alivio porque voy a tener tiempo para otras cosas: para los niños, la familia, y los amigos. Para cosas que había dejado de lado.

LA ADRENALINA

Yo soy muy cool. Me cuesta externalizar. Llevo las cosas por dentro, demuestro poco, pero obviamente a nivel interno uno vive unos niveles de excitación gigantescos en política. En la elección de 1999 –era generalísimo de Joaquín Lavín, contra Ricardo Lagos– era primera vez que pasábamos a segunda vuelta y, además, con porcentajes bastante parejos. Si tuviera que elegir una noche de mi carrera política, desde el punto de vista del logro político, esa fue la noche.

LAS MUJERES

La mujer con poder desde el punto de vista de la relación de trabajo es igual a un hombre, no hay diferencias. Cuando uno trabaja lo que busca es hacer las cosas lo mejor posible, y una mujer puede ser tan aporte como un hombre. No creo que haya machismo en la política. Me ha tocado trabajar con algunas alcaldesas, como Carolina Tohá, Josefa Errázuriz, y desde el punto de vista de la pega es igual que si fuera con Raúl Torrealba o con cualquier alcalde hombre. Yo no defino el liderazgo como femenino o masculino.

SU FAMILIA

No podría decir si la política ha influido en mis historias de pareja. En ellas influye el cómo uno se va desarrollando en la vida. Me casé, hice la campaña y asumí en el año 2000. Obviamente que esto pasa la cuenta en la vida de pareja. Uno tiene desafíos absorbentes, estrés, y eso por supuesto que afecta. A raíz de mi pega a mis ocho hijos los ha criado más la madre que yo. Yo he sido como el sostén. Pero los quiero, los adoro, ellos me quieren mucho y me respetan también. Me perdí hartas cosas en este tiempo, pero ellos tienen la capacidad de querer sin límite y sin reclamo. La misma que tengo yo con ellos. Afortunadamente hasta ahora ninguno ha querido ser político. Pero tengo unos chicos que no sabemos.

LA PLATA

La plata no da ninguna satisfacción cuando ya supera el límite de lo básico. Salvo que uno se ponga en un grado de extrema codicia. Sin embargo, los logros sí dan satisfacciones. Logros de resultado en lo material o en el caso de la actividad pública, cuando tú logras proyectos que les hacen bien a las personas, que les cambian la calidad de vida. He tenido plata suficiente. El poder lo tuve y lo administré con un perfil bastante bajo. Y la gloria… se verá. Pero no ambiciono ninguna de las tres cosas.

DEJAR EL PODER

El día que cruce la puerta de la Municipalidad no tengo idea qué voy a hacer. Desde luego voy a estar con vacaciones escolares hasta marzo, lo he dicho y va a ser así: desde el 6 de diciembre hasta el 1 de marzo. Para pensar, para airearme, sentirme más libre, sin mochila. Cuando tengo que pensar me voy a distintos lugares, al campo, a la playa. El campo es un buen lugar. Andando a caballo (en Victoria) me despejo. Pero de verdad no sé como me imagino los próximos cinco años, de verdad estoy en blanco. Juro que es cierto. Candidatura, nunca lo he desechado pero tampoco depende de mí. Depende de muchas variables que tampoco las controlo yo. Voy a estar hasta el 6 de marzo analizando, pensando.

¿Todo el mundo dice que es súper fuerte dejar el poder? Bueno, vamos a ver. Pero tengo la tranquilidad de que como he ejercido el poder ha sido con tal libertad, y vocación de servicio público que creo que no me va a afectar mucho, más bien creo que me va a generar una tranquilidad.

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