Aldo Schiappacasse pasó sus vacaciones en Estados Unidos junto a su mujer, la periodista Paula Molina (Cooperativa y Mega) y sus hijos menores, Bruno (7) y Antonio (4). Primero visitaron Disney, donde fue infinitamente feliz siendo testigo de las reacciones de sus niños frente a los personajes de Toy Story y temió por su vida cuando, presionado por el entusiasmo familiar, se subió a la Torre del Terror: "una basura intragable en la que te levantan y tiran para abajo de una manera grosera", recuerda con cara de circunstancia.
Luego los Schiappacasse-Molina estuvieron en Miami, donde Aldo esperó con paciencia a que su mujer vitrineara sin apuros y logró convencer a sus hijos de que en el mar no había tiburones y que podían bañarse sin sobresaltos. Fue más que un viaje de placer. En Estados Unidos Schiappacasse pagó lo que él denomina sus "deudas sicológicas", que en 2010 llegaron a su peak luego de que completase más de un mes fuera de Chile cubriendo el Mundial de Sudáfrica. La estadía implicó mirar vía Skype un par de escenas del cumpleaños de Antonio. No era la primera vez que se ausentaba: por razones laborales, de los cuatro cumpleaños de su hijo menor, sólo ha participado en uno. Están también las deudas provocadas por los horarios del noticiero central de Canal 13, que no lo suelta antes de las diez y media de la noche, y el fútbol de los fines de semana que lo obliga a instalarse en el estadio.
Hay más. Con 50 años recién cumplidos el pasado 31 de enero, Aldo viene masticando un malestar que atraviesa su relación con el trabajo a partir del espacio personal que ha perdido desde que está en todas partes: radio, televisión y medios escritos.
¿Aparecieron los 50 y con ellos la crisis?
Llegué a una etapa muy extraña. Llevo cinco años en el canal, 15 en Cooperativa, desde 1998 en El Mercurio y un montón de tiempo en la revista Cinegrama. De repente me sentí haciendo lo mismo, muy en la rutina, y me asusté. Pretendo que este año tenga otros desafìos. Me encantaría escribir guiones, tal vez un libro. No he almorzado durante 15 años por el horario de la radio, he perdido afectos, he engordado y mis hábitos de vida están desordenados.
Poco dado a darse vueltas, Aldo ya tomó sus primeras decisiones para enfrentar la incomodidad: dejó Al aire libre en Cooperativa y esperará hasta marzo para decidir si regresa en un horario más cómodo. Además firmó por tres años con Canal 13, una apuesta sin precendentes para quien tradicionalmente esquivaba los vínculos que sobrepasaran el año. Allí seguirá como hombre fuerte del área deportiva y el próximo mes retomará la conducción del late A tu día le falta Aldo, que ya tiene aseguradas dos nuevas temporadas.
¿Qué tan fuerte es la culpa que sientes con tus hijos?
Aunque hago el mejor esfuerzo, siento que eso no alcanza. Pero también estoy convencido de que cuando mis hijos miren hacia atrás sabrán que les dediqué bastante más tiempo del que miS padres me dedicaron a mí y a casi todos los cabros chicos de mi generación. Mi padres trabajaban muchísimo y me crió mi abuela. Entonces, el análisis es que si mis padres me educaron bien con tanto margen de ausencia, ¿estar tan encima de los cabros chicos es bueno o malo para lograr la independencia que me gustaría que tuviesen? La ausencia de los padres es también un espacio para ellos.
¿Cuáles son las otras deudas que te penan?
Las que tengo con mis padres. Mi mamá ha estado enferma, la he tenido súper botada y pretendo estar más con ella; con mis hijos mayores (Aldo, de 16, y Franco, de 15), que están en una edad compleja y con quienes, si el trabajo me lo permite, pretendo viajar a Italia, y tengo una deuda grandota con los amigos. He perdido a muchos, ya que dejé de verlos como consecuencia del trabajo.
Imagino que con esa dinámica la pareja también se resiente.
Tanto la Paula como yo llegamos a la casa tarde y muy cansados. Teníamos una cierta rutina de salir de tanto en tanto que se diluyó con el cambio de horario de los noticieros. Como pareja va a ser re importante recuperar la hora de los almuerzos, en términos de cómo nos comunicamos.
Herencia italiana
El padre de Aldo llegó a los 12 años proveniente de Rapallo, en Génova. Dedicado aún a la agricultura, nunca ha querido nacionalizarse. La madre, una de las pioneras de la educación diferencial en nuestro país, tiene sangre española y genovesa.
¿Sientes orgullo de tus orígenes italianos?
Absolutamente. Un orgullo que nació de adulto. No fui ni a la Scuola Italiana ni al Estadio Italiano. El único contacto con los italianos residentes eran unos amigos flaites de mi papá que llegaban a la casa hablando genovés. Conocí Italia de viejo, a los 38 años, y me enamoré.
¿Qué hay de italiano en ti?
Tengo una herencia paterna genovesa que es terrible: el moguño, que es la sensación de andar refunfuñando todo el día, de que nada te parece bueno y que todo tiene su pero. Me cuesta mucho expresar felicidad, aunque sea feliz.
Quienes te rodean deben sentirse muy exigidos.
Totalmente, pero créeme que batallo todos los días contra esa herencia que desprecio. El reclamo más frecuente en mi casa es "¿qué mierda te pasa hoy?".
Eres autocrítico con tu trabajo y acarrreas este moguño, ¿no serás un poquito autoflagelante?
Tengo la autoflagelación de los guatones.
¿Cuál es esa?
Es gente que siempre cree que está gratis donde está, y que lo están mirando. Claro que yo no soy de los que se convirtieron de repente en guatones y sufren porque no les cruza la chaqueta. Yo soy de los guatones de siempre. Y los guatones de toda la vida tenemos menos complejos porque hemos batallado con el tema desde el día uno: pololeamos guatones, tuvimos pega guatones, ganamos plata guatones…
Veo que tu guata es tema.
Lo es cuando estoy muy guatón, como ahora. Mi guata no es de placer, de tomar cerveza o disfrutar de un asado. Es producto del desorden y la ansiedad. Después de muchas dietas y de casi todos los tratamientos, he llegado a la conclusión de que, como dicen los médicos, lo fundamental es ordenarte. Entiendo que todos mis jefes tienen necesidades apremiantes y quisieran tener el máximo de shiappacasses posible, pero este año me voy a tomar las cosas de manera distinta.
¿Qué otro rasgo italiano tienes?
Me conmuevo con la belleza. Las construcciones de mil años, la estética de Florencia o la grandeza de Roma me llegaron de viejo y de una manera sublime. Vi la basura de Julia Roberts –Comer, rezar, amar– sólo por encontrarme con un pedazo de Roma. Y quisiera transmitir eso a mis hijos. Los padres estamos para enseñar cosas trascendentes, como los valores, y una cuestión que en el colegio se enseña cada vez menos: Historia. La Historia hace a las personas. Quiero que mis hijos conozcan sus orígenes, cómo sus padres se relacionan con el mundo, qué hacen y dónde trabajan. Ése es mi rollo a los 50.
¿Te educaste como católico?
Sí, pero soy agnóstico.
¿Cómo llegaste a serlo?
Pese a todos los ritos de los que participé cuando chico, nunca sentí la presencia de un dios. Acepto que cada uno tenga su religión, pero entiendo que el mundo no mejorará por voluntad divina, sino con el esfuerzo de todos. Les tengo miedo a las religiones. El mundo se ha pasado peleando por la religión y los grandes conflictos de hoy se deben a ella. Me cuesta mucho creer en un mundo liderado por dioses que lo único que han provocado es desunión y violencia. La religión ha mutilado a las mujeres a lo largo de la historia y me llama la atención que sean ellas las que sostengan la religión católica, por ejemplo, en la familia. Admiro, en todo caso, la labor del Hogar de Cristo, del cura Berríos, del cura Montes.
Las mujeres
¿Sabías que no son pocas las mujeres que te encuentran atractivo, incluso sexy?
Eso lo denomino el síndrome del osito de peluche: el tipo que incita a que le toquen los cachetitos, que es abrigardorcito y tiernucho. Es una buena manera de establecer el primer nexo, pero el problema del osito de peluche es que siempre se queda sobre el cubrecama, no debajo. Alguien puede decir que soy sexy porque no implica ningún riesgo. Es distinto a que una mujer diga "encuentro sexy a Petaccia".
Insisto en que hay mujeres que te encuentran muy atractivo. Date algo de crédito.
Ofrezco seguridad, valor apreciado por las mujeres. Tengo mucha capacidad para escuchar, que también es muy valorado. Pero hasta el momento no conozco a ningún guatón sexy.
Destacaría también que eres caballero. Abres la puerta, dejas pasar, enciendes el cigarrillo. Son actitudes en vías de extinción.
Sí, soy caballero. Soy un gallo tremendamente respetuoso, sobre todo en la pareja, del espacio y las necesidades del otro, aun a costa de reducir mi propio espacio. Pero también me han pedido que sea más brusco o que tenga ideas más rotundas. A mí me gusta cómo soy y no quiero cambiar en esas materias.
A los 50, ¿sacas alguna conclusión de cómo somos las mujeres?
Eternamente disconformes. Y es lo único que hay que entender. Los hombres, por lo general, estamos contentos con lo que tenemos: una casa bonita, cabros choros, pega. La gracia de las mujeres es que nunca están contentas, siempre aspiran a más. Si la vida fuese como la vemos los hombres, nos estancaríamos. Son las mujeres las que empujan las relaciones. Miran para el lado y comparan. Tengo una teoría: las mujeres, tienen la sensación de que la vida es más corta.
En términos reproductivos, en efecto, es más corta.
Así es. Ustedes tienen un tiempo definido para la maternidad, menos tiempo para sentirse cómodas con su cuerpo, menos tiempo para desarrollarse profesionalmente. Entonces deben hacer todo a la carrera e intentan llegar antes, hasta que, me imagino, habrá alguna edad en que digan "bueno, llegué".
¿Cómo ves el paso del tiempo en las mujeres?
Las mujeres siguen siendo tremendamente atractivas a los 50 si tienen la voluntad de serlo, y en la medida que pueden conversar mejores temas. Te enseñan mucho.
¿Tienes amigas?
Sí, pero me cuesta muchísimo mantenerlas. Primero, por los tiempos y, luego, porque sólo tiene costos. Tener una amiga implica que si te ven tomando un café con ella se piensa lo peor.
El fútbol
¿Se sostiene la tesis de Felipe Bianchi de que el gobierno habría intervenido en las elecciones de la ANFP?
No me consta. En todas las conversaciones jamás salió el nombre de Piñera como protagonista de la articulación de un proceso que venía desde hace tiempo. Con Felipe discrepo en un punto fundamental: cada vez que le preguntaron si Piñera había intervenido en Chilevisión mientras era su dueño, respondía "cómo se te ocurrre pensar eso". Y creo que un candidato a la presidencia, y luego Presidente, debe haber ejercido algún tipo de intervención en donde tenía una parte importante de su capital, tal cual hoy Felipe supone que hubo presiones en el fútbol. Entonces, hay un contrasentido demasiado grande en esa crítica. En todo caso, si Piñera intervino es un dato menor a estas alturas. Las dos votaciones dejaron en evidencia que había un movimiento que quería un cambio.
¿Y ese cambio será para mejor o peor?
Para peor. Aquí, en el afán de no cambiar el articulado que impedía a Jorge Segovia asumir como presidente, no se eligió a los mejores, sino a los que podían. Y los que estaban habilitados no tienen ni la envergadura ni la experiencia.
¿Es cierto que en una ocasión Harold Mayne-Nicholls llamó a los ejecutivos de Canal 13 para que te echaran?
Es verdad. Me enteré hace poco. Con Harold, a poco tiempo de que él asumiera, tuvimos una discusión a raíz de un par de columnas que escribí en El Mercurio y el resultado fue que me dijo por teléfono que mientras él fuese presidente de la ANFP yo no iba a comentar los partidos de la Selección. Y cometió un pecado que no habían cometido ninguno de los otros dirigentes con quienes he tenido peleas fuertes –ni René Orozco, ni Reinaldo Sánchez, ni Peter Dragicevic, ni Jorge Vergara–: llamó a mis jefes en el diario y el canal. Y eso que la gestión de Harold ha sido la que ha tenido la mejor prensa de la historia.
El nuevo Canal 13
¿Qué cambios percibes en Canal 13 tras la llegada del Grupo Luksic?
Ya hay más libertades. Y en el marco de una televisión "derechizada" tras el cambio de gobierno en TVN y de propiedad de CHV –con Piñera primero y los gringos ahora–, el rol del canal puede ser muy interesante para marcar una diversidad que hoy, claramente, no se da en los medios. Creo que lo obvio y lo rentable actualmente es abrir más los abanicos.
Pareciera que A tu día le falta Aldo fue una suerte de laboratorio de esa apertura.
Efectivamente, y recién lo puedo decir ahora, ya que no fue planificado, sino que se dio capítulo a capítulo. El programa nació en un momento de crisis programática y económica en el canal, y los late son programas más bien baratos. En el tránsito cambió la propiedad del canal y también las líneas editoriales, y nos propusimos, sin que fuese demasiado evidente, hacer el programa de la transición.
Por tu late pasaron personajes como Alfredo Jocelyn-Holt, Hernán Somerville o Raúl Ruiz. Invitados bien atípicos en la televisión abierta.
Sí. Entiendo que la esencia del late es mandar a la gente sonriendo a acostarse. Pero no me gusta que se pierda profundidad y contingencia. Tengo la sensación de que en la tele todos tienen que terminar bailando siempre, algo que me desacomoda. No funciono con los códigos de la tv.
¿A qué códigos te refieres?
Los verdaderos animadores se manejan… En mi caso hay gente que me ayuda a vestirme, porque no sé. Me hacen el nudo de la corbata, porque no sé hacerlo, y hasta me lustran los zapatos, ya que llego con los zapatos sucios. Permanentemente me están diciendo "Aldo enderézate, Aldo no golpees la mesa, concéntrate, sácate la mano de la cara, métele cacao". Por eso para mí los equipos son fundamentales, ya que, además, hay invitados que me aburren y se me nota la cara de lateado.
¿Qué tipo de invitados son esos?
Los de la farándula. Cuando entrevistas a partir de un talento es fácil. Pero cuando entrevistas a alguien que no tiene ninguno, salvo haberse comido a un cantante en un hotel en Buenos Aires, me quedo rápidamente sin batería de preguntas.
¿Qué es lo que te complica?
Me da mucho pudor la gente que desnuda sus problemas familiares y sentimentales en televisión. Por ejemplo, le hago el quite a la Kenita Larraín. Es de esos personajes que me complican de por sí, porque convierte una banalidad total en algo serio, como quiénes son sus pololos. Entonces entrevistar en serio a partir de eso me parece raro y entrevistar desde la ironía, los hiere. Se produce una distancia. Yo no les creo, ellos no me creen y la entrevista se empantana.
De todos modos, eres un sujeto polifuncional en tv: te mueves entre el fútbol, la actualidad y el cine.
Creo que soy un outsider de la televisión. No tengo el físico ni los códigos televisivos. Para mí siempre es un enigma el porqué estoy en televisión.