El título Sin culpas hace mucho sentido en la chef argentina Genoveva Tenaillon. "Soy cero culposa. Con el tiempo he tratado de sacarme la culpa de muchas cosas. Soy muy sincera con los que me rodean (…) trato de vivir como si fuese mi último día y adopté eso como filosofía de vida. Cuando lo hice y tomé conciencia de que tenemos una fecha de vencimiento, empecé a vivir diferente". Su primer libro narra, entre recetas que de alguna forma se conectan con momentos de su vida, cómo fue su experiencia lidiando con un trastorno de la conducta alimentaria en la adolescencia, la depresión que le siguió siendo una veinteañera y un intento de suicidio. "De repente contaba mis experiencias o traumas por redes sociales y me impresionaba la cantidad de gente que me escribía contándome sus historias. Cuando hablé sobre trastornos de la alimentación, más todavía. Y me generó cierta impotencia porque lo que más me preguntaban era cómo lo hice para recuperarme. Como si hubiese una varita mágica. El libro fue más un deseo de ayudar a la gente que tiene problemas con la alimentación y le fui poniendo mi impronta de cocinera. Allí los invito a buscar un balance".
¿Cómo lograste finalmente encontrar el equilibrio con la cocina?
Nah, y fueron muchos años (ríe). Caí en esta depresión tan grande luego de lograr dejar la comida como herramienta de control y descontrol, ¿y sabes lo que me pasó? (…) hace poco vi una serie en Netflix de un tipo que está todo el tiempo deseando suicidarse porque enviudó. A él como que no le importaba nada, porque su finalidad era morirse y hacía lo que le cantaba. Cuando yo salí de terapia intensiva estuve en una clínica psiquiátrica y cuando me dieron el alta estaba en la misma postura de ese personaje. Empecé a tomar cursos de cocina y organización de eventos y tuve un período de uno o dos años en que mi cuerpo se adaptó a comer de nuevo. A medida que pasó el tiempo se me fueron esas ideas suicidas por completo, pero todos los días pienso que uno se puede morir hoy. Entonces siempre tengo una forma de vivir sin culpas, en muchos ámbitos de la vida. Cuando algo malo ocurre, siempre pienso: 'esto va a pasar'. El balance se fue dando solo, pero siempre soltando el querer tener el control de las cosas. Ser más libre y menos culposa. Me prioricé a mí misma.